La Princesa de la Torre

Capitulo 8

KATE P.O.V.

- ¡Por Dios! - exclamé cuando la vi cubierta de escarcha.

- ¡Felicidades! ¡Es tu primera manifestación! - sonrió Halia.

- Enhorabuena. - también me sonrió Beroe.

Miré mis manos, no podía creer que eso haya salido de mi. ¡Pude congelar una flor! - esto es...

- Lo sé: sorprendente, emocionante, no tienes palabras... suele pasar.

- Recuerdo cuando creé mi primera corriente de agua... ¡estaba tan feliz que no cabía dentro de mi! - suspiró Halia.

Miré a mi alrededor y me fijé en un lago que había cerca de nosotros. Caminé hacia él y lo miré fijamente. Extendí mi brazo hacia el agua e inmediatamente un cubo de hielo flotó. Di unos pasos sobre el agua, haciendo un camino de hielo por donde pisaba hasta llegar al cubo de hielo. Lo tomé y regresé sobre mis pasos.

- Mira nada más... - rió Halia.

- ¿Qué tienes ahí? - preguntó Beroe.

Miré el cubo de hielo en mis manos. Era opaco, asi que no podía ver su interior. Me concentré en querer derretir el cubo de hielo y eso hizo. Se hizo agua casi inmediatamente, cayendo al suelo y dejando lo que congelé en mis manos.

- Pensé que las ostras solo vivían en agua salada. - dije, mirando la ostra en mi mano.

- Bueno, siempre hay una excepción para todo... - dijo Halia, mirándola.

- ¿Crees que tenga una perla? - pregunté, mirandola de cerca.

- Es probable. ¿Por qué no la abres y te fijas? - respondió Beroe.

- No podría hacer eso... ¿no que cuando las abres ellas mueren? - pregunté preocupada.

- Déjame, yo lo hago. - habló Darrel por primera vez desde que llegamos a este lugar. Tomó la ostra en su mano y, con ayuda de la roca más fina que haya visto en mi vida, la abrió de un tirón.

Y allí estaba, una hermosa y radiante perla.

Era más grande del tamaño normal de ellas y no era color blanco, sino rosa.

- Qué extraña... - dije, tomándola en mis manos y mirándola de cerca.

- Es una perla rosa... - dijo Halia. Parecía sorprendida.

- ¿Y qué pasa con eso? - preguntó Darrel.

- Ellas incrementan tus habilidades. Debes usarla como una joya. Si la ingieres, podría envenenarte. - respondió Beroe mientras la tomaba en sus manos y movía sus dedos sobre ella. Unas ramitas bastante finas y blandas salieron del suelo y envolvieron la perla, de modo que la protegía, y luego formaban un arco a su alrededor. Cuando estuvo hecho, las ramas sobrantes del arco se cortaron, habiendo construido un hermoso collar con la perla en el centro.

Lo tomé en mis manos y lo coloqué en mi cuello. Beroe tocó los extremos y estos se unieron, haciendo imposible quitarme el collar.

- Regresemos a casa, tienes que presumir tus nuevas habilidades. - señaló Beroe, mientras empezaba a andar.

Todos se maravillaron sobre lo que podía hacer. Sobretodo yo, me sentía con más fuerza, energía y confianza desde que estoy usando la perla.

***

No sé cuántos días llevamos aqui ya. Perdí la cuenta después de ¿cuánto? ¿tres semana? Hasta de eso perdí la cuenta ya. No dejo de pensar en mi madre, sola, en la ciudad de New Jersey. Debe tener a toda la policía del estado buscándome.