Capitulo 16

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KATE P.O.V.

Después de atravesar un hermoso, cautivante y desconcertante jardín, encontramos otra puerta. Konoth hizo el mismo procedimiento y tampoco habían guardias, asi que entramos. Esta vez era un pasillo. Finalmente estábamos dentro del castillo.

El suelo era de mármol blancuzco y las paredes igual, aunque con destellos en dorado y las columnas completamente doradas. Lo que supuse era oro. En el techo habían muchas lámparas inmensas de cristal que seguían a la otra con una distancia de 10 mts. Habían ventanas inmensas ubicadas en cada lugar donde no estaban las lámparas.

Caminamos a través del pasillo con sumo sigilo. Aunque, pensándolo ahora, no hubiera servido de nada porque ya en el pasillo no teníamos dónde escondernos. Sólo nos quedaba luchar, si es que venía alguien. Después de caminar bastante, finalmente el pasillo se dividió en 2. Optamos por la derecha, hacia el corazón del palacio.

- ustedes son unas personas muy entrometidas. - una voz masculina que nos detuvo a todos en seco. En shock. Al darnos la vuelta, vimos a Neath con cuatro personas detrás de él. Por la expresión vacía de sus rostros no se me dificultó darme cuenta de que eran creación suya. - ¿por qué husmean en casa ajena? - preguntó mientras tomaba su abanico y nos señalaba. Uno de los chicos que estaban detrás de él se acercó a una velocidad increíble y golpeó a Harry.

Darrel corrió para atacarlo, pero entonces otro de ellos juntó sus manos, y al separarlas miles de moscas salieron y nos rodearon.

- ¡EW! - Escuché exclamar a Maria. - ¡Quítamelas!

- María, cálmate. - dije. Halia levantó su mano y una ola que salió quién sabe de donde se llevó las moscas. Ese movimiento fue el que se necesitaba para que se armara la pelea. Pero en un momento, de repente, todos dejamos de movernos.

Hasta las criaturas de Neath.

- ¿Qué está ocurriendo? - preguntó Arlet, quien acababa de aparecer de repente. Tenía su látigo afuera, en la mano, y le atribuí el impedimento del movimiento a ello.

- Encontré a estos intrusos merodeando por los pasillos y luchaba contra su resistencia. - contestó Neath. Al parecer ella le permitió hablar.

Arlet nos miró con atención un rato.

- ¡Pero si son los otros héroes! - exclamó, con extraña sorpresa. Parecía estar sonriendo. - Neath, bueno para nada, son los héroes, estúpido. - le dijo de mala manera a su cómplice. - como sea, vamos, llegan justo a tiempo.

Se dió media vuelta y siguió caminando con el látigo sin enrollar, lo que explicaba que cuando ella iba por lo menos a 10 metros empezamos a movernos detrás de ella contra nuestra voluntad.

MARIA P.O.V.

- ¿De qué está hablando, Konoth? - le pregunté, más para animarlo a hablar de lo que yo sabía que él sabía que por miedo de la situación. Pero él se limitó a encogerse de hombros. Quería hacerse el confundido.

Ah, pero conmigo no le iba a salir el truquito. Yo ya sabía que escondía algo.

Después de hacernos caminar por un eterno pasillo y escaleras, llegamos a una inmensa y pesada puerta dorada. Arlet se colocó frente a ella y le pegó con el látigo. Esta se abrió de par en par como si una máquina la estuviera moviendo; en un movimiento limpio y seguro.

El interior de la sala era como lo que habíamos visto en el castillo hablando de que era asombrosamente hermoso. Sin embargo, el salón era especial. Se autenticaba, se diferenciaba de todo lo demás en el palacio por su simplicidad.

La Princesa de la TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora