Capitulo 14

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MATSURI P.O.V.

Estábamos en las tierras de Yur, o mejor dicho, paraíso, porque ese lugar era aun más hermoso que las tierras de Kitén.

Teníamos ya una noche y un dia. Disfrutamos en uno de los riachuelos con cascada, comimos frutos increíbles, descansamos a la sombra de inmensos árboles con una brisa exquisita, dormimos bajo un manto infinito de estrellas y sobre un césped suave (lo cual no creí posible que existiera porque el césped suele picar en la piel).

No habían aparecido monstruos o criaturas molestas... de hecho, no habia aparecido ninguna señal de vida; de animales o personas. Para mi, esto era un poco inquietante porque es extraño estar en un lugar al aire libre sin siquiera bichos ni mosquitos.

Pero estábamos tranquilos.

Aunque ya sabía yo que esa tranquilidad no duraría demasiado.

Ya era la tarde del segundo día. Estábamos caminando, para ver si encontrábamos el castillo, cuando, de pronto, esa sensación de presencia monstruosa se posó en mi pecho. Era tan dolorosa como la primera vez que la sentí. No podía hablar o seguir caminando, asi que solo me detuve, sosteniendo con una mano mi pecho.

Kate fue la primera en percatarse y corrió a mi lado. - ¡Mat!

En ese momento, todos se dieron cuenta de qué ocurría e hicieron una ronda a nuestro alrededor observando.

- Oh, ya me encontraba extraño percibir presencias. Pero ya no me extraña. - una mujer alta, de piel pálida, y cabello negro azabache, atado en una cola de caballo, apareció de la nada caminando hacia nosotros.

¿No es esta la chica que describió la ninfa de la princesa como la raptora?

- Les daría una bienvenida, héroes, pero aqui no son bienvenidos. - dijo, sonriendo con malicia.

- ¿Quién eres? - preguntó Darrel a la defensiva.

- Soy una súbdita, segunda al mando de la guardia real del rey, Arlet de Yur. - dijo.

Su nombre solo me confirmó lo que sospechaba, además tenía el látigo a un costado de su ajustada ropa negra.

- No te quedes con toda la diversión, Arlet. - dijo una voz masculina. Alcé la vista a los árboles y le vi. Su cabello rubio cenizo con los ojos color miel, sobre una rama cerca de nosotros. Bajó con una agilidad felina impresionante y quedó junto a Arlet.

- Neath, pensé que jamás llegarías. - contestó esta, rodando los ojos. - a lo que estábamos. - volvió a decir, fijando la vista en nosotros otra vez. - Haz lo tuyo. - se dirigió a su compañero con la sonrisa maliciosa.

El chico asintió y sacó algo parecido a un abanico chino.

¿No debería ser la chica quien tenga un arma así?

El chico, Neath, abrió el abanico y cerró los ojos. - ¡Ancad! - exclamó. Entonces, una luz que resplandecía en negro (confuso ¿verdad? Pero asi era) empezó a envolver el objeto.

De la nada, apareció un chico igual de alto que la chica, con pelo y ojos verdes y ropas rojas que usaba anteojos (no sé cómo o porqué. ¿no se supone que eso no existe aqui?).

- Mi nombre es Ancad. Mi señor. - dijo, inclinándose a Neath.

- Ancad, tu talento es usar la pureza de la naturaleza para combatir el mal. Tu deber es eliminar la maldad. - dijo, levantando la vista hacia nosotros. - usa tu talento para el bien y trae alegría a tu señor. - terminó. El chico nuevo, Ancad, se dió la vuelta y nos miró.

De repente, su mirada vacía y fría se convirtió en una dura y llena de odio. Elevó ambos brazos y el movimiento fué acompañado de unas raíces que se elevaron del suelo. Bajó sus brazos en dirección a nosotros y las raíces siguieron la dirección.

La Princesa de la TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora