Duodécimo tercer Capitulo

419 11 0
                                    

-No me mientas, Thomas – Me alteré un poco. Fui hasta el sillón y dejé que mis gluteos se apoyaran sobre el.

-¡No te estoy mintiendo! - Tom aún estaba parado.

-¡No grites porque yo no lo hice!

-Lo estas haciendo, Yer – Bufé y me crucé de brazos mirando hacia adelante. El se sentó a mi lado y apoyo su mano sobre mi rodilla - ¿Podes creerme? - Giré mi cabeza y miré su perfil.

-Me estas mintiendo – Llevó su mirada a la mía.

-Estaba haciendo un chiste, lo admito. Mentí.

-¿Por qué? ¿Vas a vivir mintiendo? - Largó un suspiro frustrado – Si mal no recuerdo, hace un par de días atrás me dijeron que le mentían a Nathan también.

-Ese es un caso aparte.

-No tanto como el mío – Rodó los ojos.

-Si, bombón. Es completamente distinto, y Max te lo explicó.

-Qué digan que el es mucho más correcto que ustedes, no es una excusa.

-¡BUA! - llevó sus manos a los ojos y se tiró para atrás - ¿Qué mierda voy hacer con vos?

-Contarme la verdad, supongo – contesté con un tono superado.

Se volvió hacia adelante e hizo que nuestras miradas se encontraran – No puedo, ¿Acaso no te quedó claro las 20 mil veces que te explique el porque no puedo contarte?

-Es hora de que me cuentes, mi paciencia se termina y nuestra amistad puede volar.

-Eso nunca – Me tomó de los brazos – No lo vuelvas a decir a eso porque sabes perfectamente que puedo morirme si te tengo lejos.

-Tanto como morirte, no.

-No me tomes por idiota, ¿Estamos? - Asentí con cautela– Es imposible contarte si nos vamos a pelear por un simple “NO” - de a poco fue soltándome.

-Y si yo me altero rápido – miré hacia un costado.

-¿Podemos hablar como dos personas civilizadas? Eso no nos haría nada mal – Sacudí mi cabeza de manera afirmativa – Bien – Respiró profundo – Es obvio, Yer – Tomó mi mano con las suyas y la acariciaba – Me volví mas celoso porque – hizo una pausa – No puedo, no puedo decírtelo.

-Decíme – mis ojos ardían y mi vista comenzaba a nublarse. Pasé el dorso de mi mano para limpiar una pequeña lágrima que caía por mi mejilla.

-No llores – Rodeó su cuello con su mano y acariciaba mi piel con su dedo pulgar – Esto nos hace demasiado mal.

-Muchas mentiras te hacen mal a vos y a mí.

-No, bombón. No te hacen mal porque hay cosas que no deberías saber.

-¿Como que? - insistí y el se encogió de hombros – Ni si quiera sabes.

-Yer – apoyó su frente contra la mía – Nosotros tuvimos una fuerte pelea antes de que te fueras – Su tono se quebraba.

-¿Una fuerte pelea? - Fruncí un poco el ceño al escucharlo quebrarse de forma repentina.

-Si – Su respiración se entrecortaba – Nos peleamos por una equivocación que tuve. Porque te engañe, porque me emborrache y porque odiaba haberte hecho eso – Llevé un dedo a su mentón y levanté su barbilla para poder mirarlo a los ojos – Así estábamos días antes de que todo terminara – sus lágrimas recorrían sus mejillas como si fuera una cascada – Te dije que te amaba, que tenía miedo de perderte. Dije tantas cosas ese día que después de volaron por unas estúpidas palabras.

Amigos con derechos - Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora