VIII

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Tiene congeladas las manos,
y se coloca en ellas tímidamente los guantes
rozando la piel suave de sus palmas.
El cabello se le recoge levemente tras los hombros
sujeto con el gris gorro de lana que resalta
la belleza de su rostro.
Observa a su alrededor,
con la mirada cautivadora de dulce negro
y esboza, sincera, la leve curva de una media sonrisa
al ver el sol iluminar su rostro
y salir el vaho en sus respiraciones.
Suspira, y mirando su reflejo en los charcos
se ajusta el cuello de la chaqueta
guiñando su propio mirar.

Los Perros De OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora