Capitulo 1-Esperanzas rotas

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Otro día más sentada en la misma silla, mirando con anhelo la libertad que se escondía detrás del portón del instituto. Las clases proseguían, aún si ella no prestaba el mínimo de atención. Repasaría en casa y sacaría buena nota, cosa que la gente no entendía. ¿No tenía derecho ella a perderse en sus pensamientos? Si, ella pensaba aunque a los demás le costase creerlo. En ese momento, la ronca voz de su tutor interrumpió su concentración.

- Muy bien pequeña Kathleen, ¿podrías explicarnos a todos como ha hecho el ejercicio ocho? Tu cabeza no está aquí por lo que veo.

Deberes, otra molestia. ¿A quién le importaba si ella siquiera conseguía un trabajo?

Cogió el libro, con evidente molestia, aunque la gente solo se fijaba en la cara de chica inocente que sin esfuerzo había conseguido poner. Vio el ejercicio. Demasiado fácil para ella. Salió a la pizarra y rebatiendo la evidente teoría del profesor sobre su coeficiente mental, lo completó con perfección.

Con su morena melena danzando, como una larga cascada recogida en una larga trenza, se fue con dignidad y una fingida sonrisa a su asiento.

-Hum... ¿Quién te ha dejado copiar? En todo caso, hoy os libraré de tarea, pronto será la hora, recoger.

Lentamente, su máscara de felicidad desapareció mientras miraba por la ventana, melancólica. Recogió rápidamente las cosas y salió lo más rápido que pudo de allí. Ese día llovía y nuevamente se había olvidado de comprar un paraguas. No era fácil hacer todo sola y que los demás piensen que están bien. De todas, formas les daría igual, así que ¿Por qué se empeñaba en parecer feliz?

Su rostro bajo la lluvia resultaba tierno y frágil, caminando lenta y pesadamente por la desierta calle que conducía a su pequeño apartamento. Llegó al portal, donde había alguien. Este se apresuró a alcanzarla.

-Hola- Le dijo él con una sonrisa

-¿Hola? ¿Buscas a alguien?- Por una vez, no estaba de humor para parecer la amable e inocente chiquilla que todos creían.

-Esto... ¿Conoces a una tal Kat?

-Soy yo ¿Qué quieres? Si eres del departamento eléctrico, ya les dije que podían cortar el agua caliente, ya no puedo pagarla. Y para ti Kathleen.

-¿Estás loca? Ves al hijo del mejor amigo de tu madre y así te comportas... se supone que somos como primos ¿No te dijo nada tu madre? Le manda...

-Está muerta, como mi padre, cualquier rastro de mi familia o mis esperanzas de poder librarme de ti fácilmente.

Ja, ja, muy graciosa-Dijo él, sarcásticamente.- Ahora ¿puedo hablar con tu madre? Además sé que es una mentira porque nunca querrías librarte de alguien como yo.

Le fulminó con la mirada de la manera más fría que podía existir. Nadie tocaba su fibra sensible. Solo estaba empezando a superarlo.

-¿Te parece gracioso no? Vete de aquí o te juro que te mato.

-No puede ser... es lo último que me queda, mi última opción... No por favor... No me creo que esto esté pasando...

Ella le miró a los ojos. Eran almendrados y su pelo era castaño. No parecía destacar. Sus ojos reflejaban demasiadas cosas, eran como una puerta del alma que acababa de abrir. No pudo hacer más que compadecerle.

-No tienes buena cara. Ven, entra, quiero que me cuentes que está pasando. No tengo mucho pero...

Él no la escuchaba. Se había desmayado. Ella le observó y descubrió que seguramente no habría comido desde hacía días, fruto del estrés. Ella decidió arrastrarlo hasta su pequeño piso. Le puso su única manta por encima y lo echó en el sofá-cama, mientras ella se sentaba en la única silla que había y se sumergía en un libro sacado de la biblioteca. Se fijó en el gran moratón que tenía en el brazo, seguramente debido a una retención y la forma en la que estaba encogido. En su conjunto, parecía una presa a punto de ser cazada.

Media hora después, él recuperó parte de su consciencia. No sabía dónde estaba, hasta que vio los ojos aguamarina de Kat, mirándolo de reojo mientras leía. Su instinto la impulso a levantarse y colocarse a su lado.

-¿Estás bien?-dijo con delicadeza-¿Necesitas algo?

Él sacudió la cabeza, mareado. Ella apoyó la mano en su hombro.

-Cuéntame que pasó. Dime tu nombre. Dime porque estás aquí.

-Yo... soy Tenma. Tu madre y la mía eran mejores amigas y... ocurrió...

-Anda, déjalo. Te he visto en mi instituto ¿Meequivoco? Suerte que mañana no hay clase... descansa y cuéntamelo todo opagarás la estancia    


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⏰ Última actualización: Jan 19, 2016 ⏰

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