Fuerzas

3.4K 41 5
                                    

Me gustan las aventuras de los hombres en el mar, desde Ulises en adelante. ¿Por qué me gustan los aventureros solitarios, esos viajeros marítimos que pasan meses y años lejos de sus casas y de gente? Porque el mar,el ir y venir de las olas cuando se navega,es sinónimo de lo inconcluso, de lo indeterminado,de lo irresoluto. Me gustan las descripciones de los navegantes porque tengo la sensación de que ellos ingresan en una nueva geometría donde las coordenadas tradicionales son alteradas. creo que ese cambio exterior tiene un equivalente interno, en la psique. El mar es impredecible y sus figuras no son formas delineadas ni compactas.

Me gustan los viajeros  que atraviesan el desierto, que cruzan el Sahara o Hyderabad entre huracanes de arena, con sus escasas pertenencias a lomo de amello o sobre sus caballos bien entrenados.que comen lo que llevan en sus tulas, que beben en los oasis que encuentran a su paso, que duermen en tiendas de campaña suspirando bajo la luz de la luna.

En algún poema, Neruda, como Baudelaire, nos habla de las nubes y nos dice que ellas son la bendición secreta de los extranjeros. ¿Extranjeros de qué, de dónde? Extranjeros de la conciencia, de si mismos. Los que estamos lejos siempre, al otro lado, difíciles de atrapar. Me gustan también las nubes por la misma razón que me gustan las olas y el desierto: porque conforman fuerzas, no formas. Están en permanente mutación, en metamorfosis, de aquí para allá, mezclándose, amalgamándose. En un mundo donde todos sueñan con estabilidad, con un piso seguro y firme, las nubes y las olas parecen insinuarnos otro camino: el de lo indeterminado.

Cuando camino por la ciudad me fijo mucho en los vagabundos  que a veces llegan a dormir al parque Nacional, al parque de los Mártires, a los caños, a los puentes, a las carrileras.  Con sus carros de madera,sus perros, su ausencia de trayecto. Duermen donde los coge la noche, no tienen tarjetas de crédito, ni servicios públicos, ni cédula, ni cuentas bancarias, ni domicilio fijo. Están por fuera, desplazándose en  una dimensión aparte. En una época que habla de ahorrar, de consolidar un futuro, de amar una vida estable y juiciosa, de vigilar los fondos de pensiones y cesantías, en una época así existen todavía unos hombres que buscan el máximo grade de inseguridad, la inconformidad absoluta, el presente que no anhela ningún grado de responsabilidad. Curioso. Son invisibles, y no porque no podamos verlos, sino porque no están en el sistema, no aparecen en ningún archivo, en ninguna pantalla. A su modo son también aventureros solitarios.

Y así en la mente, como las olas, el desierto o las nubes: errante, cuerva, retorcida. la mente también es irregular, nómada, como los vagabundos, los beduinos y los navegantes solitarios. Somos materia y energía, formas y fuerzas, naturales y sobrenaturales simultáneamente. No hay dicotomías. Somos un solo viaje a través de un laberinto que aún no ha sido enunciado.



Paranormal ColombiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora