capítulo 10

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Un rayo iluminaba la ciudad en la oscuridad de la noche, entonces unos pasos se oyeron en el fondo de ella. Apareció un hombre con una túnica negra, encapuchado, que le hacía camaleónico en aquel lugar tan siniestro.

-¿Donde la teneis, John?

-¡¿No sé de qué me habláis?!- Chilló.

Me sonaba aquel chico, que apenas debía tener veinte años.

-¿Dónde está el Horus?

John negó con la cabeza mostrando que no lo sabía.Entonces el enmascarado lanzó unos pùñales de hielo que salieron de sus manos.- ¡Dónde está!

-¡Que no lo sé!- Gritó él mientras intentaba esquivar los puñales. No le sirvió de mucho, uno le dió justo en el corazón.

-¡Eres un traidor! Él nos salvará- dijo John mientras agonizaba.

-Cállate- dijo el encapuchado. Entonces sacó una espada, la blandió en el aire y se acercó a él.

-¡Levanta!- le grité, pero nadie me escuchó.

Entonces el encapuchado le cortó el cuello sin más, de una pasada. Chillé sin poder contener las lágrimas, mientras veía la sangre que se derramaba del cuerpo de aquel pobre muchacho.La cabeza había ido a parar a mis pies.

-¡Brooke! ¡Tranquila, despierta, és una pesadilla!- Abrí los ojos de golpe y empecé a mirar a mi alrededor desesperadamente. Entonces sentí las lágrimas en mis mejillas- Cielo, tranquila, ya está. Mirame, mirame.- Me cogió la cara entre sus manos y me obligó a mirarle a los ojos.

-¡Alan!- dije sin poder parar de llorar.

-Tranquila, ya está, ya está.- me abrazó y enseguida noté una seguridad entre sus brazos, entre los brazos de un chico que apenas conocía.

Tras un rato de silencio tranquilizador, pude hablar

-¿Cómo murió? a John, que le pasó?

Se debatió unos segundos en sí debería contármelo o no.

-No es muy agradable de decir.- murmuró mientras ponía cara de asco.

-¿ Lo decapitaron?-

Alan abrió los ojos como platos, estaba sorprendido.

-¿Cómo lo sabes?

-Lo acabo de soñar, he visto una de las escenas más horrible de mi vida.- susurré mientras una sola lágrima recorría mi cara.

Él aproximó su mano a mi cara y me la secó.

-Se lo tenemos que contar a Brad, pero antes te ayudaré a acabar de prepararte, en un cuarto de hora tenemos que salir hacia el comedor.

Me ayudó a levantarme y me llevó a una silla. Menos mal que me mantenía en pie con su brazo alrededor de mi cintura, porque mis pies flaqueaban.

-Yo te intento peinar mientras tú te lavas la cara.

Asentí y él cogió el peine. Empezó a peinarme muy suave, mientras yo intenté pintarme la raya de los ojos, pero me temblaba el maldito pulso.

-No tienes porque maquillarte, así estás preciosa.- me murmuró Alan al oído.

Me puse algo roja por lo que acababa de decir, lo único que llevaba era base para ocultar mis mejillas rojas de llorar. Dejé el lápiz y me giré hacia él.

-Me voy a vestir.

-¿Necesitas que te ayude? Estaré encantado de hacerlo- dijo él para animarme. Y funcionó, no pude evitar una risita ahogada.

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