Aún no había hablado con Brad sobre mis pesadillas, ni siquiera se pasó aquella mañana a visitarme. Tampoco supe nada sobre Alan.Lo único que tuve que hacer fué ir a clase de historia griega y a la de astronomía, y aunque Hayley intentó animarme a la hora de la comida, seguía siniténdome asfixiada y fuera de lugar. Quería salir a tomar el aire, a correr sin rumbo y así conocer lugares nuevos, ir a bibliotecas gigantes y buscar libros en los que enterrarme.
Aquella tarde tendría el segundo entrenamiento de defensa personal con Alan así que me preparé con lo que tenía en el armario. Nadie vino a buscarme, esperé un cuarto de hora, pero la puerta no se abrió. Salí, a lo mejor habíamos quedado allí. Cuando encontré el gimnasio de milagro nadie me esperaba, me senté otra media hora en el banco, pero seguía allí, sola. Para pasar el rato, cogí mi móvil para llamar a Mia, necesitaba oir la voz de alguien.
-¡Hola!¡Me tenías preocupada!¿Por qué no has respondido a mis llamadas?- dijo nada más descolgar el teléfono.
-Hola.¿Quedamos en media hora? En el Coast. Te lo explicaré todo.
Quería salir de allí fuera como fuera.
-¡Claro, como no! Hasta ahora.- dijo. Colgó al instante, me hubiera gustado hablar un poco más.
Perfecto, ahora lo único que tenía que hacer era averiguar cómo salir de allí.
Volví a mi habitación y me cambié la ropa de negro por un vestido azul cielo corto.
Fuí esquivando a los demás miembros y guardianes que deambulaban por los pasillos. Entonces, en aquel momento oí unos pasos que recorrian el pasillo de al lado y hize lo único que podía hacer, entrar en la puerta que tenía a mi izquierda.
Oí unos jadeos que procedían del fondo. Fuí girándome y me encontré algo horroroso. A orcajadas, encima de Alan, había una chica medio vestida de negro. Llevaba una falda arrugada alrededor de las caderas, y las bragas yacían en el suelo, junto a su sujetador.No le veía la cara, estaba a espaldas, pero a Alan si que lo podía ver. Alan movía las caderas al ritmo de los jemidos que emitía la chica.
¡Lo estaban haciendo en un almacén! En aquel momento, la mirada de Alan y la mía se cruzaron. Salí escopetada al pasillo, intentando ser lo más silenciosa que podía, no quería que eso me arruinara la salida, aunque aquella imagen me seguiría hasta en las peores pesadillas. Aún recordaba los ojos abiertos de Alan, que desprendían sorpresa y temor.
Llegué a la pared de ladrillo, la única salida que conocía. Esto era lo más complicado.
-Horus.- dije recordando como lo había hecho Alan. Pasé la mano, pero no se abrió nada. Dí carrerilla.
-¡Horus!- grité. Corrí hacia la pared todo lo rápido que pude y me lancé.
Aterricé sobre el suelo de rayuela.¡Había funcionado! Con una risa tonta me levanté, y ignorando a la gente que se me quedó mirando, corrí hacia el bar como una loca.
Desde fuera pude ver a Mía, que ya se había tomado una copa.
-¡Hola!- Me lancé a darle un abrazo.
-¿Qué te pasa? Solo hemos estado dos días separadas.
-Me a parecido mucho más.
-¿Que tal tu nuevo internado?-
-¿Quien te lo a contado?
Yo no.
-Nos enviaron una carta, y también a tu familia y al instituto.
Así que el Horus ya se había encargado de todo, se habían encargado de hacerme desaparecer.
-¿Conoces a Chris, el de mates? Pues me pidió salir ayer. ¡Le dije que sí!- dijo entusiasmada.
- ¿En serio? ¿Y como fué? ¡Cuéntamelo todo!
-Después de clase, en el comedor se presentó con un ramo de flores y un oso de peluche con una nota de amor. Si, un poco cursi, pero muy detallista. Dijo que hacía tiempo que deseaba estar conmigo, y después de hacerme un poco la dura le dije que si.-Parecía de verdad que le gustaba. Me alegraba mucho por ella, por lo menos ella era feliz.
-¿Y tú?¿ Que tal con Alan?
-¿Alan? No pasa nada con él.- Entonces volví a revivir la escena del almacén.- Entre él y yo no hay nada, al contrario, ni siquiera nos aguantamos.
-Claro, claro- dijo poniendo los ojos en blanco.
-¿Sabes algo de mi hermana?.- Cambie de tema para desviar la atención de mí, me había puesto roja.
-No, pero Will me dijo que están en Ibiza y que se quedarán durante mucho tiempo. Están celebrando su aniversario.
-Anda que vaya excusa, que envidia. Y que tal por el instituto?
-Bien, Lauren dijo que se acostó con Alan la semana pasada,¡Me lo dijo ella misma! Se ve que le gusta chulear de fulana y guarra.
-¡¡¡En serio!!! Tampoco me esperaba algo diferente de ella, chulear de eso es asqueroso.
Nos pusimos a reir.
Mientras Mía le pedía al camarero su comida, me encontré más tranquila, Mía era así, dijera lo que dijera, siempre te sentía a gusta a su lado, transmitía su entusiasmo y alegría, y hasta aquel momento no me había dado cuenta de lo que la había echado de menos.
Pensé en cómo me había sentado ante la escena inapropiada de Alan y aquella chica en el almacén. Había sido muy inadecuado hacer eso allí, a la vista de cualquiera, y si una niña pequeña llega a abrir aquella puerta, y si Hayley la hubiera llegado a abrir! Ella es muy inocente, Alan y ella apenas se parecían, y esperaba que Hayley nunca cambiara, tan reservada y buena.
Comimos cada una nuestra merienda mientras nos reíamos de todo, me preguntó algunas cosas sobre mi nueva vida, y me sentí mal de mentirle, pero así estaría a salvo.
-¿Podemos ir a la fiesta de Dorian? Hoy a sido su cumpleaños y va a ir todo el instituto.- me suplicó Mía
Entonces sonó mi teléfono. Le indiqué a Mía con el dedo que esperara. Saqué el móvil, era Alan, no estaría muy contento de mi escapada, así que decidí colgar y volver a la conversación que nos ocupaba.
-Si, claro, vamos.-
Total, ya que estaría encerrada allí después de esto, podría disfrutar mi última noche en libertad.
Gracias a la gente que sigue mi libro, mi diario lleno de fantasías personales que me entusiasma compartir, esto va creciendo!
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La primera
Fantasy-Busqué plata entre cobre y me llevé el oro.- dijo apartando un mechón cobrizo que cruzaba mi rostro. Lo dejó a un lado y posó sus labios sobre los míos.- Desde entonces eres mía, cielo. Solo mía Una adolescente normal a punto de cumplir los 18 se...