7. Taylor

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Siento sus ojos puestos en mi y me sonrojo por milésima vez.

Ya estamos en casa, y lo único que puedo hacer en este momento es evitarlo. Dios, ¿por qué me avergüenzo tanto?

¿Y qué esperabas? ¡es hombre!

¡Pero no! Lo vi con mis propios ojos, y muy cerca. Nunca lo superaré.
Para peor estoy enferma, mi voz sale ronca y no he dejado de estornudar o toser. Estúpido resfriado.

Quito los ojos de mi libro ya que ni siquiera estoy concentrada y los enfoco en Aiden, que se encuentra en los pies de mi cama con una expresión neutra. Quizás se siente avergonzado.

Sólo tal vez, porque Aiden no siente vergüenza de nada.

Aiden suspira rescostandose a mi lado y hago lo posible para no sentirme incómoda.

—¿Vas a estar todo el día ignorándome? Porque si fueras así con todos los chicos apostaría a que te vas a quedar sola el resto de tu vida, solo por el hecho de ver algo sumamente normal —intento hablar pero me interrumpe —y bien, lo admito, te veías realmente sexy con esos diminutos shorts y sudadera que se pegaba a tu piel de una forma... increíble, además de que ayer toqué tu bubi accidentalmente, y por el amor de Dios, ¡tengo hormonas y estabas sin sujetador! ¿Cómo querías que reaccionara a eso?

He quedado sin palabras.

abro mi boca ligeramente sin poder creer todo lo que dijo de una forma tan precisa, sin tartamudeos ni trabadas de lengua, cosa que me hace poner los pelos de punta, ¿pero que demonios puedo decirle?
Acaba de decir que me veía sexy, que tiene hormonas, y sacó a luz que no llevaba sujetador, pero no diré nada respecto a eso, es de lo que menos quiero hablar.

—¿Me veía sexy? —de tantas cosas que dijo, pregunto algo sumamente ridículo, bravo Jade.

—¿En serio, Jade? —niega con la cabeza desaprobación, es obvio que no lo volvería a repetir, y decido dejarlo así. Una pequeña sonrisa de boca cerrada se desliza por sus labios, no sabiendo que dirá, porque como dije anteriormente, ¿Qué sonrisa de Aiden es buena? —de todas formas, debes sentirse afortunada, ya sabes, creo ser el primer hombre al que le causas una reacción as... —estampo la almohada en su cara antes de que termine la frase. Bueno, en realidad sólo le faltaba una í.

—Eres un grandísimo idiota —refunfuño con voz ronca, volviendo a toser.

—Oh Dios —lo miro —¡lo acabas de admitir! ¡lo acabas de...! —vuelvo a estampar la almohada contra su cara.

—¡Cállate estúpido! —estornudo haciendo que él vuelva a reír —eres de lo peor.

—¿De lo peor? Te dije que te veías sexy, acaso eso te hizo sentir mal? —dice con burla.

Sin saber que decir me levanto de mi cama con el pijama puesto, ya que llegué a casa sólo a darme una ducha, ponerme el pijama, y acostarme.

Agarra mi brazo antes de que pueda salir de mi habitación pegándome a él por detrás, chocando mi espalda contra su pecho y su boca contra mi oreja, sintiendo su aliento contra mi mejilla susurra—: ¿pero sabes también que es sexy? —me quedo quieta debatiendo interiormente en si debo responder o no, pero antes de siquiera responderle sigue hablando —tu forma tan linda de estornudar, cuando abres los pequeños agujeros de tu nariz y ligeramente tus labios, cerrando los ojos y al momento de sacudirte, fruncir tu pequeña nariz soltando un agradable sonido, tan suave como el de una gata enojada, pero lo hace más sexy aún cuando me hablas o susurras, porque a causa del resfriado tu voz sale ronca, y estoy pesando seriamente en llevarte todos los días de lluvia afuera para pagarte un resfriado, sólo para escucharte hablar todo el día.

Maldito periodo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora