Capítulo 9: "Obsequios y cuenta regresiva"

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¡AL FIN! 

¡Hola! Sé que debes de estar queriendo leer el capítulo y esta nota solamente estorba, pero quería disculparme por estar taaaaanto tiempo sin subir, es que estuve vacía de inspiración, se los juro, y creo que la persona que escriba novelas y lea esto me va a entender perfectamente. En fin, les agradezco la paciencia que me han tenido muchos de ustedes y por ello, no solo subiré este capítulo, sino que seguido subiré otro más en compensación. Ahora estoy suuuper inspirada así que crucen los dedos para que me dure (Estoy segura que sí) 

Espero que lo disfruten, los quiero mucho.


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Uf, realmente estaba exhausta. Venir al mercado en busca de un regalo en pleno día de noche buena fue un completo error.

Y eso que era alrededor de las ocho de la mañana.

Por suerte, la señora Cooper se había ofrecido acompañarme en la elección y compra del regalo para Ryan, además de que ella también necesitaba hacer sus recados para la cena de esta noche.

Pero el problema era que yo no tenía ni idea de que regalarle a Ryan, y dar dieciséis mil vueltas no me hacía sentir bien puesto que arrastraba conmigo a la señora Cooper.

-Amy –dijo luego de tomar un descanso-, ¿Estás buscando algo en específico o realmente no tienes idea de qué regalarle?

Fui tomada por sorpresa, así que decidí ser sincera con ella.

-Opción dos.

-Bueno... Hay muchas opciones por aquí...

La señora Cooper me hizo un tour por el mercado, porque ella ya había tenido que comprar regalos navideños en el lugar durante muchos años consecutivos y estaba segura de que en varias ocasiones había pasado por algo similar a lo que me sucedía a mí. Así fue que me describió una pequeña tienda de víveres por si quería cocinarle algo –no gracias, a no ser que incendiar la cocina sea un regalo-, otra de ropa, una de lencería, y en fin, casi todas las tiendas de aquel mercado. Incluso me recomendó aquellas donde no convenía comprar por sus altos precios.

Sin embargo, no tienen idea cuan agradecida le estaba, porque ya me había hecho a la idea de algo que vislumbre durante aquel paseo.

Fue entonces que la señora Cooper, de momento se había alejado hacia un almacén para comprar algún que otro ingrediente de sus futuros y famosos bocadillos navideños, así que aproveché y me separé un momento intentando no alejarme demasiado para no producirle un susto al no verme.

Fue entonces que cuando me adentré a la tienda de ropa y ojee lo suficiente, tomé una decisión certera, pues el regalo ya estaba empaquetado y mi dinero estaba siendo entregado en manos del amable empleado. Antes de que la señora Cooper saliera del almacén, yo ya estaba esperándola fuera, bajo el terrible frío invernal de Seattle.





-Amy... ¿Estás despierta? Oye... Creo que deberíamos comenzar a prepararnos –dijo Ryan con voz ronca, aun apretándome a su cuerpo.

Solo resoplé, como quien no quiere despertarse. Ryan no insistió, él tampoco parecía tener fuerzas para seguir hablando.

-Vamos, alguno de los dos tendrá que ceder y no quiero ser yo–murmuró sobre mi oído, haciendo que me dé un escalofríos.

Sin embargo, ahí me quedé, encerrada en su abrazo junto a su calidez. No podía moverme del cansancio, había estado todo el día en pleno movimiento sin poder dar un respiro.

Luego de mi fuga secreta al mercado, me pasé casi todo el día cocinando con la señora Cooper. Claro que yo y la cocina no teníamos una buena relación y por ende terminé con decenas de lastimaduras de todo tipo en mis dedos. Desde quemaduras hasta cortes leves. Sin embargo, cuando cayó la tarde y mi tarea finalizó, me recosté a dormir un rato con Ryan en su habitación esperando a que caiga la tarde para comenzar a prepararnos y que la cena comenzara.

Pero en fin, alguno de los dos debía despertarse y parecía que los intentos de Ryan eran en vano, puesto que seguíamos recostados en su cama como dos bolsas de papas.

-Amy... -murmuró, como si hubiese sido su última palabra antes de quedarse dormido.

-Cinco minutos más... -murmuré yo.

-De acuer... No –dijo él. Estaba segura de que aún tenía los ojos cerrados, aunque no podía verlo por estar de espalda a él.

-Cuatro minutos...

-No...

-Tres mi... minutos... -me estaba volviendo a dormir.

-Tampoco... -él también sonaba dormido.

-Dos.

-Sh...

-Un minutito.

Y fue entonces, que los dos abrimos los ojos inmediatamente, pero no por haber llegado al final del conteo de minutos, sino porque un villancico navideño super empalagoso comenzó a resonar por toda la habitación. Ryan despegó su brazo de mi alrededor y tomó su teléfono entre la oscuridad, puesto que ya era de tarde y en invierno oscurecía más rápido, entonces el teléfono le iluminó su rostro y una sonrisa traviesa lo atravesó.

-¿Qué ha sido eso? –pregunté curiosa.

-Definitivamente debería poner más alarmas como estas a partir de ahora.

Y realmente estaba en lo cierto, puesto que mi sueño atronador había desaparecido. Bueno, sí, aún deseaba seguir durmiendo pero ya no estaba exenta de energía y ahora podía moverme.

Al parecer a Ryan le sucedió lo mismo, porque se levantó de la cama haciendo que yo rodara hacia la parte cálida de la cama donde él había estado hacía segundos, y encendió la luz cegadora. Y digo cegadora porque ambos nos tapamos los ojos como si fuéramos malditos vampiros.

Aunque déjenme decirles que lo único hermoso de despertarme de las siestas con Ryan, era ver su aspecto adormilado.

¿Cómo podía mantenerse atractivo después de haber dormido como un bebé?

No lo sé, solo Ryan Cooper podía resultar atractivo en todas las situaciones posibles.

-¿Vas a seguir mirándome hasta las doce o...? –preguntó de repente Ryan, sonriendo de lado de forma burlona.

-Lo siento, es que tienes todo tu rostro marcado por la almohada cariñito –murmuré de forma vengativa, aunque en realidad no era cierto.

-¿Segura? ¿Tú te has visto?

Entonces puedo asegurar que un deje de curiosidad me invadió y al tomar mi teléfono de la mesita de noche para verme, descubrí que Ryan no estaba jugando conmigo como yo lo hacía con él. Realmente mi cara estaba toda marcada por la almohada. No tardé en oír sus risas.

-Juro que algún día cerraré tu bocota –murmuré entre dientes en tono burlón.

-Y espero que sea con un beso.

Bien, no me la esperaba, ¿Qué muchacha podría esperar algo como eso? Sentí como mis rasgos se aflojaron un poco más y me levanté de la cama intentando cruzar la habitación.

-Iré a prepararme –le dije al momento de darle un beso en la mejilla e irme hacia mi habitación de huéspedes.

Me encantaban aquellas tomadas de sorpresa, aunque realmente me dejaban sin saber que decir o hacer, así que estaba decidida a devolvérselo de alguna forma para saber cuál podría su reacción. Eso sería algo muy digno de ver.

Aunque los planes que estaba ideando en el camino quedaron esfumados al entrar en la habitación de huéspedes y encontrarme a mí observando la maleta en completa soledad, pues el mismo y gran problema de siempre cayó sobre mí como un baldazo de agua fría.

¿Qué rayos iba a ponerme?

Siempre serás tú... © [#TQST2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora