🔆 Capítulo III🔆

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Había tenido un día de mierda, por la mañana me había quedado dormido porque la alarma de mi móvil estaba tan baja que no la había oído

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Había tenido un día de mierda, por la mañana me había quedado dormido porque la alarma de mi móvil estaba tan baja que no la había oído. Tenía que ir a clase porque iban a explicar un ejercicio muy complicado que necesitaba entenderlo. Me levanté corriendo, me vestí, me lavé los dientes y me peine. No tenía tiempo de desayunar.

Cuando llegué a clase me percaté de que me había dejado el portátil en mi casa. Así que tuve que pedir uno en la biblioteca. Para mi desgracia iba tan lento que no me enteraba de nada de lo que decía el profesor, tomaba notas a ver si así en casa podría repetirlo sin que me diera una embolia. A mitad de la clase me empezaron a rugir las tripas, me moría de hambre. Tal vez había sido mala idea venir a clase sin tomar nada, mi cuerpo se estaba rebelando contra mí.

Me llego un correo, era de Bárbara. Le había dicho que si quería hablar conmigo que me lo mandará dado que era más probable que lo viera que a un mensaje de texto.

"Buenos días M, ¿qué te parece si me acompañas esta tarde a una exposición? Te lo compensaré :) "

Nada me gustaría más que acompañarla, pero tenía que trabajar esta tarde.

"Me gustaría, pero trabajo esta tarde tengo un día de mierda"

Le mandé la respuesta y la suya no tardó en llegar.

"¿Qué pasa? No pasa nada si no puedes acompañarme otra vez será ;) "

Era una chica muy dulce, nunca se enfadaba si no podía quedar con ella y eso me gustaba mucho.

"Me he despertado tarde, no he desayunado y me he dejado el portátil. Tengo uno de la biblioteca que es como tener una piedra :( "

Le mandé el correo, a los cinco minutos tenía uno nuevo en la bandeja de entrada.

"Necesitas una terapia Barbara "

Sonreí, tenía curiosidad de saber qué era eso.

"¿Qué es?"

No recibí contestación por su parte, la clase se me hizo eterna. Tenía curiosidad de saber qué era aquello que tenía en mente mi amiga. El reloj avanzaba despacio, tenía sueño y la lección del profesor de programación cada vez era más pesada. Miraba a mis compañeros, muchos habían dejado de tomar notas y solo escuchaban un sopor inundó la clase.

Al acabar la clase me desperté de mi trance, salí corriendo hacia la biblioteca donde le dejé a la señora del mostrador el portátil de la edad de piedra. Saqué el móvil del bolsillo mientras salía por la puerta de la facultad y le mandaba un mensaje a mi amiga.

―Has tardado un poco―Barbara estaba sentada en un banco cerca de la puerta.

―¿Que haces aquí?

―Traerte el desayuno―en una mano tenía un café para llevar y en otra una bolsa de papel.

Tenía un libro en su regazo, había estado leyendo mientras me esperaba.

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