🔆Capítulo XVII 🔆

489 61 57
                                    

Después de visitar las caballerizas seguimos bajando por unas escaleras de caracol

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de visitar las caballerizas seguimos bajando por unas escaleras de caracol. Eran de piedra volcánica a diferencia de la pizarra que formaba los niveles superiores. Cada vez hacía más calor, pero mi cuerpo se acostumbraba con rapidez. El hechizo que me había hecho Lilith funcionaba muy bien.

―¿A dónde vamos?― no me gustaba ser curioso, sin embargo necesitaba saber a qué me enfrentaba.

―Tranquilo Michael, vamos a conocer a Mefistófeles que es el jefe que se ocupa de las almas mortales que están atrapadas en el infierno. Después a Belial que es quien se dedica a buscar las almas en la Tierra para traerlas aquí. Por último a mi amigo Luci.

―¿Lucifer? ¿Quieres que conozca al demonio supremo?― ahora sí que estaba aterrado aunque al mismo tiempo quería saber cómo eran todos esos demonios.

―Un paseo por el infierno no puede ser perfecto sin conocerlos, pero si tienes miedo podemos dar la vuelta― dio medio giro sobre sus tacones y me miró a los ojos retándome a que me diera la vuelta.

Seguimos bajando hasta que las escaleras cesaron, recorrimos un pasillo que parecía más un túnel que otra cosa. Se notaba que había sido labrado en la tierra hace años mantenía la tosquedad, acerque la mano a una de las paredes y se notaba que irradiaba calor, decidí no tocarla por si acaso.

―Yo no tocaría la pared si no quieres quemarte, está a más de sesenta grados. Venga vamos al despacho de Mefi.

―¿Despacho?

―Soy el jefe, que te esperabas ¿Qué hiciera yo el trabajo?―dijo una voz grave que salía de una puerta.

Lilith entró dentro de la estancia, era una habitación tan grande como mi dormitorio aunque tenía una mesa en el centro de color rojo hecha de madera, parece ser que en este lugar los colores de moda son el negro y el rojo pensé para mis adentros. En las paredes había un cuadro del demonio en cuestión con una placa abajo que decía Jefe del milenio, además de unos posters que decían Sin dolor no hay recompensa y El dolor de hoy es el premio de mañana. El demonio estaba sentado en la silla detrás de la mesa. Era un señor de unos sesenta años con gafas redondas y cara de buena persona, no parecía para nada un ser malvado. 

Tenía una barba negra con alguna que otra cana y unas entradas en la cabeza. Sus ojos eran negros y su mirada denotaba que había vivido mucho. Cuando se levantó me di cuenta que tenía una barriga grande, pero lo que me llamó la atención era que de cintura para abajo tenía dos patas de cabra peludas de color marrón canela, además de una cola acabada en punta de color rojo.

―¿A quién me traes Lilith? ¿Es tu nueva presa este joven apuesto?― dijo observándome detrás de sus gafas.

―Soy Michael― dije mientras miraba las paredes, no quería incomodar al hombre cabra con mis miradas hacia sus patas.

―Ya sé quién eres, yo soy Mefistófeles― me dio la mano que estaba llena de callos.― Tenía ganas de conocer al joven que nos ayudará en la guerra― se volvió a sentar y nosotros nos sentamos en las sillas que habían aparecido de la nada.

WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora