🔆Capítulo XXVI🔆

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Los pájaros piaban en la copa de los árboles mientras el cielo con su manto azul daba alegría al paisaje, estaba caminando por el bosque mientras intentaba quitarme la imagen de Luna de la cabeza

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Los pájaros piaban en la copa de los árboles mientras el cielo con su manto azul daba alegría al paisaje, estaba caminando por el bosque mientras intentaba quitarme la imagen de Luna de la cabeza. La chica tenía un carácter muy fuerte además de una belleza fascinante, unos ojos profundos que podían leerte el alma sin que pudieras evitarlo además de su pelo blanco que la hacía aún más bella. Pero aparte su imagen de la cabeza y decidí concentrarme.

Me senté en el suelo y pegué mi espalda a un árbol para apoyarme. Cerré los ojos y resoplé. Ya estaba cansado de estar en este lugar y tener que enfrentarme a monstruos y cosas raras, como si fuera a cambiar algo en todo esto. Si por lo menos pudiera controlar la situación como si se tratara de un juego, pero no podía y lo único que hacía era oler el aroma del bosque. Una ráfaga caliente paso a mi alrededor levantando tierra a su paso, me tapé la cara para que no me entrará en los ojos.

― No sabes hacer otra cosa más que lamentarte― dijo una voz de hombre desde lejos, una voz que había oído en otro sitio.

― Tu― le dije al hombre de pelo rubio que había salido de entre los árboles.― Un paso más y te mato.

― No me hagas reír Michael, eres tan débil que no harías daño ni a una hormiga― el hombre se puso delante mío con su risa arrogante y sus brazos musculosos cruzados encima de pecho.

― Puedo hacerte pedazos― entonces levanté mi brazo derecho y propine un puñetazo a la figura, pero para mí mala suerte que lo traspase, era un holograma.

― Patético― dijo riendo el hombre y enseñando su perfecta dentadura.― ¿En serio crees que tu un primorde que no tiene ni alas puede hacerle algo a un ángel de miles de años? Como si fuera tan tonto de aparecerme de carne y hueso.

― Eres tan cobarde que tienes que venir así para que no acabe contigo― dije con un poco de fanfarronería en mi voz.― En realidad me tienes miedo― dije riéndome.

― No, solo que soy tan astuto además de guapo que te voy a destruir sin mancharme las manos de sangre. Estás aquí, en esta isla, rodeado de peligros y criaturas que quieren matarte gracias a la asquerosa súcubo que piensa que eres lo suficiente fuerte como para salir de aquí, cuando en realidad te espera una horrible muerte. Sin mencionar que si sales de este lugar con vida te enfrentaras conmigo en una guerra donde te rebanaré el cuello a la mínima oportunidad.

― No si yo lo hago antes ― interrumpí su discurso con odio en mi voz.

― Lo mejor de todo es que tu querida amiga te odia y cada noche gime como una gata en celo mi nombre ¿Alguna vez la has visto desnuda? Es preciosa sobre todo cuando se mueve, como le botan las tetas― dijo riendo y abriendo los brazos.― Has perdido, lo tienes todo en contra y cuando gane me convertiré en el señor del universo y Barbara será mi reina mientras te odiará toda la eternidad por dejarla sola.

Me reí.

― Se nota que no la conoces, ¿te crees que es capaz de no darse cuenta de que es todo por tu culpa? Entre ella y yo te mataremos, no eres más que escoria.

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