Extra III ~ Ánimos y noticias

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Decidí que era hora de sacar a Janelle de casa.

No podía ser bueno que en los últimos días no quisiera hacer nada más que dormir. Ni siquiera comía, por el amor de Dios. Sabía que se encontraba triste, yo también lo estaba, pero no era bueno para su salud que, solo porque no tenía ánimos, siguiera descuidándose así.

Hacía más de un año que estábamos tratando de que quedara embarazada, pero al parecer Jan tenía problemas con eso. Inclusive los tratamientos de fertilidad a los que habíamos recurrido no llegaron a dar resultados. No sabíamos con seguridad si era estéril o si lo era yo, pero estaba pasando un muy mal rato con eso. Deseaba más que nada en ese mundo ser mamá y el no poder lograrlo... Dios, eso la tenía destrozada.

—Vamos, pequeña —susurré acariciando su espalda.

Jan se encontraba tumbada boca abajo en la cama, a pesar de que ya eran las cuatro de la tarde, y para lo único que se había levantado fue para ir al baño. Su rostro era la viva imagen de la desolación. Su mirada se hallaba perdida en algún punto detrás de mí y no podía imaginar lo que pasaba por su cabeza en ese momento.

—Estoy cansada, Derek; déjame dormir —pidió en voz muy baja. Cerró los ojos y yo suspiré. De repente fue como si el peso del mundo entero se instalara sobre mis hombros. Odiaba verla así de mal.

—Janelle...

—Ahora no —interrumpió. Giró su cabeza de modo que no pudiera ver su perfil y por un momento me sentí derrotado, impotente, débil.

Me recosté a su lado y coloqué mi brazo sobre su cintura para poder atraerla a mi pecho. Ella siguió sin moverse. Lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones acompasadas y pude sentir el latido de su corazón a la par del mío.

—Te amo y nada va a cambiar eso —aseguré contra su cabello después de un minuto completo en silencio. Jan se quedó sin hablar y yo comencé a trazar círculos en la pequeña franja de piel expuesta entre su blusa y su pantalón. Me acerqué un poco más a su espalda y besé ese lugar justo debajo de su oreja—. Nada puede lograr que deje de sentir lo que siento por ti.

»Te voy a seguir amando porque estoy orgulloso de la mujer que eres, de la mujer con la que me casé; esa mujer fuerte, valiente con un enorme corazón. Te voy a amar sin importar si tenemos hijos o no. Sé que tu mayor deseo es ser madre, así como yo deseo tener hijos contigo, pero tal vez Dios, el destino, la suerte, algo no quiere que seamos padres en este momento. Tal vez quiere que te dediques de lleno a atender a esa gente con escasos recursos. Tal vez todavía no estamos preparados para esa gran responsabilidad.

»Tal vez... No lo sé. A veces lo que queremos no es lo que realmente necesitamos. Puede que lo que necesitemos en este momento es esperar; ser pacientes y confiar en que lo que venga será lo mejor para nosotros. —Volví a besar el espacio detrás de su oreja para luego acariciarlo con mi nariz. Inspiré su aroma y sentí cómo tembló entre mis brazos, por lo que no pude evitar sonreír apenas—. Sea lo que sea, lo pasaremos juntos, pequeña.

»Te amo —repetí. Sabía que podía cansarse de escucharlo, pero yo no me cansaría de repetírselo.

Se giró entre mis brazos al escucharme, pero la tristeza seguía grabada en la profundidad de sus ojos. Sonrió de lado y recargó su cabeza en mi pecho al tiempo que suspiraba y trazaba círculos en mi antebrazo.

—Lo sé, me lo demuestras todos los días —expresó. Pero de verdad quiero... No, cambia eso; necesito ser mamá para sentirme completa.

—Lo entiendo, cariño. Si quieres podemos hacer un último intento —ofrecí tratando de aligerar el ambiente. Ella rio y sacudió la cabeza por lo que dije.

Rendirse jamás [PQY #1] ✔ versión 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora