Mientras me vestía, miré a Jan comenzar a colocarse la crema por todo el cuerpo después de salir de bañar. Solo se hallaba ahí de pie en ropa interior, humectando su vientre con cuidado y luciendo hermosa como siempre. ¿Es que acaso el embarazo la hacía ver mejor o solo era el largo par de meses que había pasado sin poder tocarla?
La extrañaba demasiado.
Me la quedé viendo durante largos segundos hasta que miles de pensamientos vinieron a mi mente, pero tuve que apartar la mirada antes de hacer algo loco como mandar a la mierda mi trabajo por quedarme ahí con ella.
Además, por alguna loca razón, ella parecía estar molesta conmigo y, por más que intentaba averiguar qué era lo que pasaba, ella me evadía. Quería hablar, pero ella me ignoraba y eso me frustraba. Me decía a mí mismo que era el embarazo; que las hormonas, junto con su forma de ser, con sus miedos e inseguridades, eran como una bomba a punto de estallar. Me lo repetía una y otra vez, quería que se me quedara grabado en la mente para así no cometer ninguna estupidez, pero la situación estaba comenzando a rebasarme a mí también.
Gruñí frustrado al ver que no podía hacer el nudo de la corbata. Maldije entre dientes después del tercer intento y la arrojé sobre el colchón decidiendo que ese día no la usaría. Le habría pedido ayuda a Jan de no ser porque el día anterior lo había hecho... y me mandó a la mierda.
—Ya me voy —dije tomando el abrigo del colchón. Hice una mueca al darme cuenta de que había sonado demasiado borde. Miré por el rabillo de mi ojo que Jan había detenido sus movimientos y que sus hombros habían adoptado una postura rígida.
—Bien entonces.
Suspiré cansado al escucharla a la defensiva.
—Jany...
—¿No que te ibas ya? —cuestionó con dureza. Sus ojos se clavaron en los míos y a pesar de que quiso fingir ser fuerte, pude ver el dolor nadando en sus pupilas. Endurecí mi expresión sin ser consciente.
No me gustaba cómo se hallaba nuestra relación.
¿Qué nos estaba pasando? ¿Desde cuándo era así entre nosotros.
Sintiendo todo el peso del mundo sobre mis hombros, pasé una mano sobre mi rostro y bufé. Era tan difícil tratar de hablar con ella.
Mi madre me había contado que durante el embarazo las embargan sentimientos extraños. Ella, por ejemplo, no había soportado ver a mi padre a pesar de lo mucho que lo amaba. Me pidió que tuviera paciencia con Jan, que todo pasaría..., pero todo era demasiado extraño y no me gustaba sentirme así.
—No —dije con calma—, primero quiero que me digas qué está pasando. —Dejé mi abrigo de nuevo sobre la cama y crucé los brazos sobre mi pecho sin despegar mis ojos de los suyos—. ¿Por qué parece que estás molesta conmigo? —quise saber.
Jan bufó al escuchar mi pregunta y me dio la espalda para alcanzar su vestido.
—Como si no lo supieras —masculló.
—Pues no, no lo sé. No soy adivino, así que dime qué tienes. —Di unos pasos hacia ella y coloqué mis manos sobre sus pequeños hombros comenzando a masajearlos—. Jany, no quiero que estemos así. No me gusta —me quejé.
Bajé el rostro hacia su cuello y deposité un suave beso en su nuca. Cerré los ojos dejando que su aroma se colara por mi nariz y la sentí temblar bajo mis manos. Cuando el temblor no cesó de inmediato, supe que había comenzado a llorar. El sollozo que salió de su garganta segundos después me hizo ver que estaba en lo correcto.
—Jany...
—Vete, Derek —pidió en un hilo de voz—. Se te hace tarde.
Lentamente di un paso hacia atrás. Quise decirle que no me importaba, que arreglar lo nuestro era mi prioridad, pero en lugar de eso, asentí a pesar de que no podía verme. Tomé el abrigo de nuevo, me lo coloqué y me acerqué a besar su mejilla enrojecida.
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Rendirse jamás [PQY #1] ✔ versión 2014
RomancePrimer libro de la serie ¿Por qué yo? [¿Por qué yo? #1] «Todo en esta vida es temporal, así que si las cosas van bien, disfrútalas porque no durarán para siempre. Y si las cosas van mal no te preocupes; tampoco van a durar para siemp...