⚜️04: Un loco en el castillo

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El músico detuvo su tonada y se quedó perplejo por la discusión

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El músico detuvo su tonada y se quedó perplejo por la discusión.

—No, no lo pienso hacer —dijo Yuichiro decididamente, girando sobre su sitio para marcharse por donde había ingresado.

Aunque el lugar era hermoso, pese a que el vapor haga difícil su total visibilidad, a Yuichiro no le gustaba un detalle en particular. Adornado con estantes llenos de aceites, jabones, cremas y delicadeces que solo se encontraban en Sanguinem; la iluminación perfecta gracias a los candelabros; el ambiente templado; y la variedad de plantas que caían por las paredes, le daban un toque mágico. Era perfecto. Salvo por sus innecesarios acompañantes.

Antes de que Yuichiro lograse tocar la madera de la entrada, el capitán Shinoa estiró su brazo para que el cuello de su protegido chocase con éste, cortándole momentáneamente la respiración. Yuichiro se tambaleó, retrocediendo unos pasos sin dejar de toser y se frotó la marca que le había dejado la armadura. Yuichiro lo miró, irritado.

—No te comportes como una cría. Su Majestad te está brindando su hospitalidad y no puedes rechazarla mientras duermas bajo el mismo techo —le advirtió Shinoa, y lo cogió de los hombros para darle media vuelta. Le recordó—: No tienes opción. Traerías deshonor a tu familia si sales semidesnudo por los pasadizos.

—¿Deshonor? ¡Por favor! No hay nada más desagradable que tener a gente mirándome en el mismo baño —refutó Yuichiro, sonrojándose ante la multitud de sirvientes. Se dirigió hacia ellos, y exclamó—: ¿No tienen otra cosa qué hacer?

Shinoa suspiró ante su terquedad. No había manera de razonar con él cuando estaba determinado a hacer lo que le plazca, sin importarle las consecuencias. Yuichiro era un príncipe, un representante real de sus tierras, y debería de comportarse como tal.

Cansado de tanto jaleo, el capitán desenvainó su espada y de rápidos, majestuosos y perfectos movimientos, desnudó a Yuichiro. El zorro se asustó, llevándose ambas manos a sus partes privadas y gritó a todo pulmón cuando su espalda recibió una patada, mandándolo a volar directo a la bañera de piedra.

Yuichiro sacó su cabeza a la superficie y nadó hasta el borde de la candente piscina. Se apoyó parcialmente con sus codos, escondiendo su trasero con su cola y su virilidad con la sombra de la rocosa textura.

—¡Fuera! ¡Todos fuera de aquí! —siseó Yuichiro, cabreado, ruborizándose aún más por los indecentes vistazos que le daban las jóvenes—. ¡Salgan de una vez! ¡Tú también! —Señaló al violinista, quién había retomado la compostura para volver a tocar una canción.

—Iré a hablar con el teniente Yoichi para que nos indique dónde estarás durmiendo —le avisó Shinoa, cargando con los pedazos restantes de ropa—. Me dijo que solo había veinticuatro camas para los demás invitados. Como nuestra llegada fue inesperada, tendrán que acomodarte en otro lugar. No hagas nada estúpido en mi ausencia. Quédate aquí, ¿entendido?

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora