René colocó su copa sobre el descanso del asiento, y asintió reiteradas veces. Desligó sus piernas y cambió de posición, llevando ambas plantas al suelo, y trató de no desparramarse del todo. Las noticias lo tomaron desprevenido, y si hubiese estado de pie, estaría completamente desmayado sobre el regazo de su esposo.
—Ese es todo el informe del día de hoy, su Majestad. —Yoichi hizo una reverencia y permaneció agachado—. ¿Desee que hable con el príncipe?
—No será necesario —intervino Lacus. Entrelazó sus dedos amorosamente con los de su esposo con la esperanza de tranquilizarlo—. No deseamos preocupar a Mikaela con trivialidades. —Con la mano libre, retiró un sobre de su chaqueta—. Por el momento, haga envío de esta carta.
—Sí, su Majestad.
Yoichi tomó el mensaje con ambas manos e hizo una venia antes de retirarse de la terraza.
Los dos amantes permanecieron en su área favorita, admirando el atardecer. Hubiesen estado de mejor humor de no ser por las inquietantes novedades que recibieron de uno de sus más fieles sirvientes. Tener a tres problemáticos nobles haciendo de las suyas era una ofensa para todo el reino. Le advirtieron a Mikaela lo que sus acciones podían desencadenar, pero nunca se imaginaron que fuesen a hacerlo tan evidente.
—¿Qué deberíamos hacer, querido? —inquirió Lacus, recostando su cabeza sobre el hombro del primer rey de mando—. ¿Crees que deberíamos hablar con sus padres? Tienen el descaro de querer tomar las minas y acostarse con nuestro bebé. ¡Sinvergüenzas!
René se quedó pensativo, considerando las quejas de Lacus y de las consecuencias que se desencadenarían en el pueblo, si Mikaela llegase a perder dos de las tres rondas. De los príncipes y nobles mencionados, solo uno lo favorecía: el hijo legítimo de Shinya y Guren del reino de Inari.
A decir verdad, a René tampoco le agradó que esos chiquillos quisieran excluir a Yuichiro debido a sus psicóticos celos o por el simple hecho de que el zorro les arruinó los planes de expansión en territorio vampiro.
—Es una gran prueba para Mikaela —dijo finalmente, acurrucándose con Lacus mientras que ambos disfrutaban del paisaje—. Creo que no deberíamos intervenir a menos que se salga de control. Mikaela puede arreglárselas, ¿no crees?
Lacus se alejó de golpe y le dio un cocacho en la cabeza.
—¡Tú siempre tratando de aparentar ser un total seductor con ese olor a tamal de sangre que cargas! ¿Hasta cuándo vas a tratar de cautivarme con tus ridículas frases de chico intelectual? El rey que sabe hasta lo que come una mosca. —Lacus se agachó para desatarse la bota. Se la quitó y la levantó de forma amenazante—. Te juro que, si le pasa algo a mi retoño, te reviento a chancletazos, René Jacinto Simm Segundo. Te lo juro en nombre de la virgencita de Sanguinem.
René arrugó la nariz.
—Pon tu pie de vuelta en su sitio antes de que muera por su intrépido olor. Tal vez ni llegue a salvarlo si sigues asfixiándome.
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¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?
Fanfic[MikaYuu x YuuMika] Mikaela Hyakuya, próximo soberano del reino de Sanguinem, le importa un bledo terminar como un solterón y el hazmerreír de su nación. Pero cuando sus progenitores le dieron un ultimátum, éste será forzado a favorecer al pretendie...