Mikaela, rey de Sanguinem, se encogió de hombros ante las quejas de sus familiares. El griterío hacía que desease cortarse las orejas, empaquetarlas y mandarlas a otro maldito continente.
Primeramente, su esposo le reclamaba que no pasaban mucho tiempo en pareja desde que comenzaron con una investigación sobre las escamas del nuevo espécimen de dragones; y sus cachorros, hacían berrinche por la falta de atención o por el mero aburrimiento.
—¡Bien! —gruñó Mikaela, dando un fuerte pisotón que los mandó a callar a todos—. Yuichiro, tú llamarás a mis padres y les dirás que vamos a dejar a los niños a su cuidado. —Se volvió hacia los infantes, señalándolos con el índice, y les advirtió—: Niños, ustedes alistarán sus cosas, porque se irán con sus abuelos por una semana.
—¿Iremos a ver al abuelo René y Lacus? —inquirió el pequeño zorrito, jaloneando una de las mangas de su padre vampiro
—¿No podemos dejar a mi hermano en el calabozo? —interrumpió la pequeña vampiresa, empujando al más joven de un manotazo.
—¿Lo dices en serio, amor? —Yuichiro ignoró los crueles comentarios de su hija y alzó sus orejas ante la decisión de su esposo—. ¿Podremos tener citas como antes y hacer lo que hacíamos todas las noches?
Los finos dedos del vampiro terminaron sobre el puente de su nariz y la mantuvo sobre ella, sacudiendo su cabeza. La paciencia se le estaba agotando. A veces consideraba que Yuichiro también era una de sus crías cuando se lo proponía.
—Sí, irán a ver a sus abuelos —replicó Mikaela con dulzura, acariciando las orejas del zorrito para luego volverse con un serio semblante ante su hija—. No, no puedes hacerle eso a tu hermanito. Desde ahora te voy diciendo que no está permitido dejarlo en el sótano ni en el armario. No sé de quién has sacado esa malignidad.
—Pero papá... —abucheó la niña.
—Yuu, no hables esas cosas en frente de los niños. Te lo he dicho un sinfín de veces. ¿Podrías ser un poco menos... evidente?
—¿Qué quiso decir papi Yuu con eso? —insistió el zorrito, volviendo a tironear de Mikaela.
—Sí, siempre hablan en secreto —refunfuñó la mujercita.
Yuichiro torció una mueca y se quedó con los ojos como platos. Mikaela solo lo pulverizó de una rígida mirada. Tenía que arreglar todo el malentendido, como era costumbre.
—Es cuando papá y yo practicamos técnicas de combate. Ya saben que su padre no es muy bueno en las luchas cuerpo a cuerpo. —Mikaela tomó a sus hijos de las manos—. Ahora, nada de preguntas. Vayan a su recámara que ya vamos a partir.
A regañadientes, los chiquillos salieron del cuarto principal de sus padres. De un chasquido, las puertas se cerraron y ambos reyes se mantuvieron en silencio. Mikaela se desplomó sobre su cama, extendiéndose a lo ancho de ésta. Seguidamente, Yuichiro lo acompañó.
—¿Técnicas de combate? ¿Quieres enseñarme un poco o prefieres practicar algunas de las piruetas de circo que nos enseñó Madame? —preguntó Yuichiro con picardía, trazando sus dedos por el muslo de su marido hasta llegar a su longitud—. Quiero que me enseñes a tomar muy bien el mango de la espada.
—Ahorita no, Yuu. Los niños podrían regresar en cualquier instante. Ni siquiera podemos tener privacidad de noche. Nuestro hijo casi pierde la cordura cuando nos vio. Me sentí pésimo al tener que mentirle que se me había caído un botón entre las sábanas —resopló, retirándole la mano de su paquete.
—No seas así, cariño. Solo uno, rapidito. Te prometo que no pasará nada. —Yuichiro regresó su mano a los pantalones de su esposo y comenzó a masajearlo.
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¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?
Fanfiction[MikaYuu x YuuMika] Mikaela Hyakuya, próximo soberano del reino de Sanguinem, le importa un bledo terminar como un solterón y el hazmerreír de su nación. Pero cuando sus progenitores le dieron un ultimátum, éste será forzado a favorecer al pretendie...