Capítulo 14: Un hilo rojo.

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- Si pudieras tener un súper poder, ¿cuál sería?- me preguntó la chica con un tono de voz emocionado, lista para activar su imaginación.

- Bueno, ignorando el hecho de que soy, literal, un ángel caído del cielo, creo elegiría volar.- le respondí. Ella rió ante mi pequeño chiste.- ¿Y tú?

- Mmm...- pensó mientras veía hacia la cocina y observaba a todas esas personas comiendo y riendo que estaban allí. En especial cierto azabache de mirada seria que no dejaba de vernos.- Creo que me gustaría saber.

- ¿Saber, qué? ¿Los secretos del Universo? ¿El por qué siempre decimos "no sé" ante preguntas difíciles?- bromeé.

- Saber todo. La respuesta de los exámenes, las mejores recetas de cocina... sobretodo saber quién se enamorará de quién. Creo que sería interesante ver ese hilo que une a ciertas personas.

- ¿Hilo?- pregunté con incredulidad.

- El Hilo Rojo del Destino, ¿no conoces la leyenda?

- Perdona mi ignorancia pero no. Jamás había escuchado de algo así.

- Cuenta la leyenda que hay un hilo rojo atado justo en el meñique de cada persona. Es invisible. Se puede alargar tanto como quieras y se puede enredar pero jamás se va a romper. Se dice que al final de cada hilo se encuentra tu alma gemela.

- Es algo tonto, ¿no crees? Y te lo digo yo, que soy un ángel.- reí pero al ver que ella no me seguía, me detuve.

- Me gusta pensar que hay alguien destinado para mí...- susurró tocando su meñique.

Yo miré el mío. Vacío. Realmente no creía en esas cosas, se escuchaba demasiado estúpido e irreal. Es como una historia inventada por personas con suerte que seguramente llegaron vírgenes al matrimonio. Retiré mi vista de mi dedo hacia él, aquella persona que me hacía tragarme mis palabras.

- ¡Ajá, te atrapé!- gritó la chica asustándome.- Lo estabas viendo.

- N-No lo hacía. Mirar... ¿Mirar a quién? Yo no veía a nadie.- mentí.

- Eh, que estás loca por él. Admítelo.

- Basta, por favor.- supliqué sintiendo la sangre subir hasta mi cara.

- Estás enamorada...- acertó sonriéndome como si eso fuera a tranquilizarme.- No tiene nada de malo. Es bonito y está bien.

Sábado. 4:30 a.m.

Desperté.

Había tenido otra pesadilla.

Sudaba.

Mierda, estaba empapada de sudor.

¿De qué iba ese sueño estúpido?

No lo recordaba pero tenía que haber sido una pesadilla para haberme despertado tan agitada.

Aparté las sábanas de mí y me tapé la cara con ambas manos. Me hice bolita. Me aparté el cabello de la cara y salí sigilosamente de mi habitación para buscar un vaso de agua.

Junto a la puerta hay una pared pequeña que me llega hasta la cintura. Después de servirme agua me recargo en ella mientras tomo del vaso. Noto, al poner el vaso entre mis labios, que en mi meñique derecho hay algo. Dejo el vaso junto a mí e intento enfocar bien al bicho ese, pero cuando me doy cuenta no es un bicho sino un hilo. Intento jalar una de las puntas pero no se desata así que intento cortarlo con mis dientes sin embargo tampoco funciona, al contrario, se hace más largo.

Uno de los extremos se extiende hasta caer al piso pero eso no lo detiene y me da unas cuantas vueltas hasta seguir su camino y pasar por debajo de una de las puertas.

La habitación de Petra y el señor Levi.

Después de tus Alas: Mi Hilo Rojo (Levi y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora