Capítulo 26: Primera Noche en el Hotel.

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Me aseguré de que (TN) acomodara sus cosas en la que iba a ser su habitación por estos dos días y no me moví hasta que empezó a sacar su ropa y a lanzarme miradas incómodas. Le dejé la llave en la esquina de la cama y salí de ahí, cerrando tras mi paso. Acomodé mis cosas y me metí a bañar.

Terminando, escuché la regadera de junto abrirse y a (TN) quejarse por lo fría que estaba el agua. Salí de la regadera y empecé a secar el poco cabello que tenía. Me detuve de golpe cuando escuché las risas de (TN). Esa niña está teniendo mucha diversión sola, pensé. Para cuando caí en cuenta del doble sentido de mis pensamientos tuve que meterme bajo el agua otra vez. (TN) no emitió ruido alguno.

Me desperté en medio de la madrugada. Mi estómago rugía. ¿Cómo era posible que tuviera tanta hambre a estas horas? Oh, cierto, no cené esta noche.

Salí de la habitación y bajé hasta la recepción, donde también había una pequeña cafetería, y me sorprendí de no ver a nadie. Lo que estaba a punto de hacer estaba mal, y lo sabía, pero el hambre vuelve loco a cualquiera así que entré hasta la cocina y me preparé un té. Terminando, lo lavé y lo volví a acomodar como si no hubiese hecho uso de mis conocimientos sobre robar.

Volví a mi habitación y entré al baño. Me lavé la cara un par de veces, la sequé y por el espejo pude ver a (TN) recargada en el marco de la puerta del baño. Podría jurar que había cerrado la puerta al entrar a la habitación.

- ¿No deberías estar durmiendo, niña?- pregunté. Ella no dijo nada. Se separó de la puerta y con pasos lentos se acercó.- ¿Qué estás haciendo?- intenté que mi voz sonara dura, para asustarla, y me sorprendí cuando pasó una mano por mi nuca y me acercó hasta chocar sus labios con los míos.

Me separé de ella con los ojos tan abiertos como platos y le pregunté la maldita razón por la que había hecho eso. Sólo se limitó a reír. Una risa juguetona mezclada con movimientos que su mano libre hacía para despertar algo que no debía despertar. No con ella.

Se acercó peligrosamente hacia mí pero se desvió hacia mi costado y susurró algo en mi oído que me dejó a su merced: Levi Heichou.

Mordió con suavidad el lóbulo de mi oreja y bajó hasta mi cuello dejando un camino de besos mientras yo sólo pensaba en el significado de esas palabras. Ella recordaba. Sus manos hicieron maniobras rápidas para desabrochar mi cinturón y bajar la bragueta. ¿Me había dormido con la misma ropa? Antes de poder responder esa pregunta, (TN) liberó lo que estaba tratando de ocultar y se lo metió a la boca. Ahogué un grito y me aferré más al lavabo, estaba a punto de romperlo. (TN) metía, sacaba, lamía y jugueteaba con mi miembro erecto mientras que sus acciones nublaban mis sentidos y me encontré a mí mismo sujetándola del cabello aumentando el ritmo. Antes de que terminara la alejé casi empujándola y ella, sin vergüenza alguna, pasó su pulgar por su labio inferior y lamió el líquido blanco. Verla en ese estado me la ponía dura de nuevo así que no dudé en levantarla con fuerza y dejarla caer sobre el lavabo mientras la besaba con lujuria y desesperación. Ella misma me ayudó a deshacerme de su pijama y su ropa interior; y sin pensarlo dos veces, metí de una estocada toda mi erección.

Ella gritó. Tapé su boca y ella apretó mi mano hasta rasguñarla. Una vez que se relajó empecé a moverme; primero fueron movimientos lentos pero poco a poco fui aumentando la velocidad hasta que (TN) alejó sus manos de las mías y rodeó mi cuello con ambos brazos, hasta quedar pegados. Las embestidas eran tan rápidas y tan fuertes que la hacía saltar un poco, lo suficiente para que en cada estocada ella pudiera sentirme demasiado dentro. Suspiraba cansada y gemía y yo hacía lo mismo. Me miré en el espejo y no pude reconocerme: parecía desesperado. Como si hubiera pasado toda mi vida atado a algo que realmente no quería y estuviera desahogándome por fin. Sin embargo, no me sentía así. Sentía que había encontrado sea lo que sea que estaba tan desesperado en buscar.

Antes de llegar al clímax ella gimió fuerte contra mi oído: "Heichou". La abracé fuerte y solté un sollozo contra su pecho. Se refería a mí. Me permití tener el sentimiento de que ella era mía otra vez.

Desperté agitado. Qué mal sueño había tenido. Quité la sábana para darme cuenta que no era mentira: había tenido un sueño húmedo con una niña de 16 años. ¿Cómo iba a verla a la cara ahora? Me dejé caer y tapé mi cara con ambas manos, estaba llorando de nuevo.

Joder. Realmente necesito a esa niña ahora.

Después de tus Alas: Mi Hilo Rojo (Levi y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora