Capítulo 32: Antes de Annie.

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Antes de ser yo... de ser este monstruo en el que me convertí... pude haber sido una buena hija, una buena madre, una buena esposa... "pude". Pero no... ella tenía que irse y dejarme sola. Sólo pensando en ella y en nadie más. Mi madre fue un ser egoísta al abandonarme en vidas pasadas.

Y la odié.

Por mucho tiempo le guardé rencor. Perdiendo mi tiempo buscándola sobre mar y tierra sólo para tener ¿qué? ¿Venganza?, ¿amor?, ¿una familia? No lo sé.

Para reencarnar era necesario que todos los involucrados en cierta promesa quedaran extintos, sólo así comenzaría otro ciclo. Pero esta vez fue diferente. Esperaba mi muerte con ansias, esperaba dejar de ser un demonio y esperaba poder recuperar mis recuerdos lo más rápido que pudiera para evitar que Hanji me abandonara. Pero no fue así.

Pasó mucho tiempo hasta ese momento, casi creí que por fin había terminado, pero escuché su nombre en las noticias. Sus padres habían muerto en un accidente automovilístico que los condujo hasta el fondo del agua bajo el puente que conecta Rose con Sina; fue la única superviviente. Entonces no sólo me di cuenta que todos ya habían regresado y esta tortuosa ida y vuelta no acabaría nunca, sino que también me di cuenta que empezó un nuevo ciclo con la vieja Annie. Seguía siendo un demonio. No morí.

En el Infierno busqué todo lo relacionado con ella pero no existía. Hanji ahora era una persona normal y me tomaría tiempo hasta encontrarla. No fue mucho antes de encontrar a Petra... o que ella me encontrara a mí.

- ¿Estás buscándola?- preguntó.

- ¿A quién?- había dos posibles respuestas y una de ellas me había dejado estancada en esta maldición.

- A tu madre. Hanji.

- Ah.- me limité a decir.

- Puedo... proponerte algo que te interesará.- sonrió ella.

- Nada que venga de un demonio puede ser bueno.

- Pero yo no fui demonio mucho tiempo. Recuerda que antes fui un ángel, igual que Satanás.

- Te escucho.- le di la oportunidad.

- Tú quieres vengarte de Hanji y yo quiero vengarme de (TN), hagamos equipo y busquémoslas.

- Lo dices como si fuera tan fácil.- resoplé.

- Y lo es.- dijo ella.- Ellas estarán juntas. Tienen un patrón: Hanji es la que le presenta a Levi y de ahí todo sigue su curso. Sólo hay que evitar que se conozcan.

- Eso es imposible. ¿Qué piensas hacer?

- (TN) es un pan de Dios, una buena niña, una buena persona, ella jamás se metería con alguien que ya está casado... aunque sea el amor de su vida.- sonrió. Ya empezaba a entender su plan.

- ¿Y si se recuerdan?- dudé.

- No lo harán.

- ¿Cómo estás tan segura?

- Porque tú lo vas a impedir. Y es ahí cuando entras en acción. Vas a vigilarla de cerca y evitarás su contacto con todo aquel que parezca tener recuerdos. ¿Tenemos un trato?- extendió su mano.

- ¿Con eso acabará el ciclo?- ella agitó su mano esperando a ser estrechada.- Trato.- firmé.

Fui la sombra de (TN) y Hanji por muchos años, y me di cuenta de lo buena madre que era ella. Envidiaba a (TN) por el amor que ella tenía. La odiaba. En cualquier oportunidad que tuviera, la mataría.

Una noche, la bebé estaba llorando. Supongo que a cualquiera le aterra una cara tan siniestra cerca tuyo, desprendiendo un aura peligrosa y dispuesta a desquitar su furia contigo. ¿Qué culpa tenía ella de todo lo que me pasaba?, ¿qué culpa tenía yo de que mis padres se separaran? No puedo odiar a una bebé por tener un cariño que nunca recibí.

Las luces del pasillo se encendieron y lo último que le permití a Hanji ver fueron mis ojos rojos y mis alas negras antes de que me cubrieran por completo y me hicieran desaparecer. Desde entonces, a espaldas de (TN) y de su esposo Mike, ella estuvo buscándome. Ella me amaba. La vida que tenía como demonio era un fastidio comparado con la que tendría si me hubiera quedado con mi padre. Por eso ella no me alejó de aquella tierra santa, porque quería que estuviera a salvo de los suyos y sólo con un padre como Erwin lo podía lograr.

Ella me amaba. Podía notarlo ahora que sus lágrimas caían mientras veía mi vida escapar por el cuchillo que provocaba una herida en mi pecho. Arma que sostenía la misma mano que cruzó los dedos tras su espalda en un contrato que nunca debí firmar.

Después de tus Alas: Mi Hilo Rojo (Levi y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora