3

617 36 7
                                    

Pensaba en lo que dijo Jorge y tenia razón. Es bueno que no todos nos quedemos aquí, al final no soportaríamos estar tanta gente en el mismo lugar y lo de la colina también, poner alguien a vigilar nunca esta demás.

Se organizaron varios grupos, uno para la búsqueda de comida, otro para el agua y otro para la construcción de las cabañas. Pero para la elaboración de estas requeríamos herramientas y sólo contábamos con un par de cuchillos que traíamos de la noche en que peleamos junto al Brazo Derecho; pero definitivamente eso no nos ayudaría mucho para talar arboles.

Así que comenzamos a buscar piedras, que tuvimos que golpear hasta afilar uno de los extremos, después pulimos el borde de la piedra tallando contra otra piedra, y al final los amarramos con listones de corteza que arrancamos de un árbol a los mangos de madera hechos con pedazos de troncos.

Así creamos las nuevas herramientas; Al ver esto me pongo a pensar en cuanto hemos retrocedido, veníamos de una sociedad que había creado impresionantes avances tecnológicos, y aquí estábamos nosotros haciendo utilería  como hombres prehistóricos.

Ese pensamiento me dio gracia, tuvimos que llegar hasta este punto para salvar nuestras vidas.

Ver a los grupos alegar sobre lo que teníamos que hacer y como deberíamos hacerlo, me irritaba. No quería saber nada. No quería hacer nada.

Retornaba a mi mente el comentario de Jorge, que alguien debía ir a vivir a la colina y eso se me hacia cada vez mas interesante; Al final quede en el grupo que talaría los arboles para las cabañas al igual que Minho. 

Acepte sin protestar solo quería que esto terminara.

Gally se puso a cargo de la construcción de las casas debido a su experiencia en el laberinto y Sonya lo ayudaría.

Jorge y Sartén quedaron a cargo de la búsqueda de comida, Aris a cargo del grupo que buscaba agua, Brenda y Harriet quedaron como las encargadas generales, tenían que estar al pendiente de la distribución de alimentos, la repartición de los habitantes en el claro o en le valle, y varias cosas más. Todos debíamos reportarnos con ellas por si algo pasaba, creo que les toco el trabajo pesado.

Debido a la organización de grupos y elaboración de herramientas comenzamos a trabajar ya avanzada la mañana. Los leñadores nos adentramos en el bosque para alejarnos del claro y no desproteger los alrededores de éste al comenzar a talar.

Ya habían pasado varias hora, llevaba algunos troncos cortados y planeaba comenzaba con el siguiente, mientras lo hacia mi mente estaba en blanco, únicamente me dedicaba a cortar. 

No quería pensar en nada.

Entonces escuche el crujir de unas hojas y al instante gire a observar quien era, pero no había nadie. Tal vez fue un animal, no le di importancia y continúe cortando; un golpe, otro y luego otro, el brazo ya comenzaba a resentirlo, trate de descansar por un segundo y justo en ese momento por el rabillo del ojo izquierdo observe a una persona pasar y esconderse detrás de un gran árbol, supuse que era Minho tratando de fastidiarme.

–¿Qué crees que haces Minho?-, sal de ahí- espero unos segundos pero no hubo respuesta, camine hasta el árbol para sacarlo de su escondite pero al llegar no había nadie.

Me quede confundido mirando el espacio vacío por un momento, quizás he trabajado demasiado, -Debería descansar.- dije para mi mientras regresaba a buscar a alguien que me ayudara a llevar los troncos.

Al no encontrar alguien cerca de donde me encontraba decidí volver al claro, cargando los troncos por mi mismo, me había adentrado tanto en el trabajo que no me di cuenta que todos los demás ya se habían retirado y que ya comenzaba atardecer.

Al llegar a mi destino noté que Minho ya se encontraba en el claro entregando su trabajo del día, pero si el estaba aquí. ¿Quién era aquella persona que vi?.

-¿Terminaste por hoy?- pregunto Aris trayéndome de regreso a la realidad, con una gran sonrisa en el rostro.

-¿Porqué sonríes tanto?-dije con algo de curiosidad.

-Encontramos un río poco menos de un kilometro de aquí.- Decía mientras me enseñaba una mochila con botes llenos de agua. –Aunque necesitáremos mas recipientes, únicamente tenemos los que nos dieron en el hangar en Denver, y no todos guardaron el suyo, tendremos que ingeniárnoslas para hacer más.-

"Ingeniar", "Necesitar", "Preparar", "Organizar", "Continuar", cada vez más me fastidia escuchar esas palabras. –¿Te encuentras bien Thomas?- habló Aris sacándome nuevamente de mis pensamientos.

-¿Sabes donde esta Brenda?- Le cuestione sin de nuevo responder a su pregunta. Yo sólo quería verla. –Si.- me dijo mientras señalaba en la dirección que debía ir. –Se quedo llenando las ultimas botellas de agua, ya no debe de tardar en regresar.- Explicaba mientras se alejaba para ir a dejar los botes a donde se encontraba Harriet.

Tome la decisión de ir a buscarla al río y quizás me la encuentre en el camino; Seria el momento perfecto para hablar con ella.

Cuando avancé unos metros en el camino noté a unos niños de tal vez unos 11 o 12 años jugando en el bosque y no puedo evitar sentir una gran nostalgia de imaginar que si Chuck estuviera vivo, estaría jugando con ellos, aunque lo más seguro es que estaría detrás de mi, igual que en el laberinto; no sabia si sonreír por recordar como era, o llorar por que ya no esta aquí.

Seguí caminando cerca de 10 minutos tratando de apartar aquellos pensamientos, hasta que llegue al río que Aris había dicho, Brenda no había aparecido en el camino.

Era un río de una considerable anchura, de agua cristalina que fluía tranquilamente en su cauce, hasta pude ver un par de peces pasar; -Así que podemos incluir pescado a nuestra dieta.- mencione con una sonrisa, pero observando mas allá de eso, este era un paisaje admirable.

Inmediatamente observe hacia todos lados para buscarla pero no la vi, comenzaba a ponerse el Sol y yo comenzaba a preocuparme.

Un poco más arriba de donde estaba parado noté una grandes piedras a la orilla del río, y marche hacia ellas. La piedra más grande era casi de mi altura y cada una era mas pequeña que la otra, parecía una diminuta montaña, las ultimas y más pequeñas piedras que se adentradas al río creaban una pequeña cascada.

En aquella área el río era más profundo, lo sabias por el color que aparentaba el agua. La luz de los rayos del Sol rebotaban en las piedras, haciéndolas parecer de plata y hacían que el agua brillara como un diamante.

Cuando por fin llegue a las piedras observé que detrás de estas se formaba una especie de mini bahía creada por ellas.

Y ahí, dentro del agua, sin ropa, tallándose el cabello, se hallaba Brenda.

ReprendreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora