Manlia Domitia jamás creyó que no llegaría a ver su vigésimo séptima cosecha pero aquella mañana, dos días antes de las calendas de iunius, Caronte parecía decidido a recogerla. Desconocía los motivos que estaban provocando la destrucción de su casa pero resolvió no morir lamentándose por ello y se propuso venderse cara, se secó los ojos llorosos con el manto e intentó recomponer su peinado.
-- Disculpas soldado...-- dijo mirando desafiante al pretoriano-- siento tanto que todo mi género te decepcione en estas ocasiones señaladas… imagino que habrás pasado a cuchillo a todas matronas que se lamentaban… y también a las que no. Él la miró extrañado y supuso que realmente no esperaba una confirmación de sus figuraciones.
-- Confundes …a un tribuno del cuerpo de élite de la guardia pretoriana… con un simple soldado!?, dijo como si esa falta fuese lo realmente importante en aquel parlamento, al tiempo que con un movimiento insistente del dedo índice señalaba el símbolo de su estatus, un gran escorpión cincelado en su coraza.
Manlia asintió con fingido interés, necesitaba ganar tiempo y no tenía ni idea de que podría entretener de su cometido a un hombre entrenado para arrebatar la vida sin ningún tipo de remordimientos.
-- ..No quería afrentarte pretoriano, en provincias tenemos tan pocas oportunidades de ver a nuestro cuerpo de élite asesinado ciudadanos por designio imperial…
Ella miró a su alrededor observando la estancia, en la que había estado miles de veces antes, como si fuese la primera vez y constató que no había muchas opciones de salir de allí con bien, sólo sacos tras de ella y estanterías destruidas a su frente.. entonces bajo una repisa vio brillar la hoja del cuchillo con el que se cortaban las viandas. Él la miró ajeno a sus intenciones y sonrió como si hubiese captado su tono satírico.
-- Estás siendo muy descortés matrona...no estamos aquí para disertar sobre nuestras impresiones de este día..
La tomó de nuevo por el brazo y la volvió de espaldas, la apretó tanto contra su coraza que ni una exhalación tendría hueco entre sus cuerpos. El pretoriano pareció ceder un momento mientras procuraba atención a que sus soldados le reclamaban insistentemente, Adriático, creyó entender ella que vociferaban. La matrona sintió como las voces se acercaban inexorables hasta la puerta.
Adriatico la rodeó desde atrás con más fuerza, primero con un brazo por la cintura, y luego el otro por el cuello y los hombros, Manlia sintió una mezcla entre terror y extraña confianza cuando él le susurró al oído que "esperaba que se comportarse". Advirtió la respiración del soldado en su nuca y como sus manos la oprimían cada vez con más nervio. La puerta se entreabrió y entonces Sexto Adriático empezó a deslizar ávidamente la mano desde la cintura hacia sus muslos de la matrona al tiempo que intentó levantarle la túnica. Por un resquicio del portón el pretoriano adivinó a Valerio, siempre a su sombra en muchas misiones como aquella. El soldado que ya tendría unos 50 años, y había visto prácticamente todas las aberraciones que conllevaba su cargo, fingió quedarse petrificado ante aquella visión. Adriático levantó la mirada desde el cuello de Manlia y la clavó en su subordinado.
--Tienes algo que decirme?— Preguntó con desdén autoritario.-- No ves que estoy ocupado..
El hombre bajó la mirada como gesto de respeto. Furtivamente echó un vistazo a la mujer, castaña de piel pálida, menuda y con pechos demasiado pequeños para su gusto, demasiado aniñada a pesar ser una matrona de más de veinte septiembres, en conclusión, su veredicto, si alguien se lo hubiese pedido, era que no se apreciaban grandes cualidades para sacar de la apatía recurrente a su comandante hasta el punto de hacerle imposible contenerse.
— Qué te pasma tanto? no será ella sin duda—Valerio rió abiertamente al observar las piernas desnudas de la mujer y como se revolvía intentando bajar la túnica y apartar la mano de Adriático de lugares impúdicos que casi rozaba.
-- Veo que has decidido cultivar por una vez…—el viejo soldado miró a la mujer y sacó la lengua obscenamente..— Deberías darte prisa Comandante, ….. van a prender fuego a la casa,.
Adriático, volteó entonces a Manlia y al tenerla de cara, sin vacilar un instante, le clavó de forma certera su pugio en el vientre y empezó a abrir en canal hacia su pecho. La túnica blanca se tiñó de rojo deslizándose hasta humedecer también el manto ocre rasgado, ella dio varios pasos atrás y cayó sentada sobre los sacos de harina que cortaban su paso, la mirada de la mujer se quedó fija mientras respiraba aceleradamente y sujetaba su vientre.
--Sólo era una matrona, no valía gran cosa… salgamos ya...—Valerio hizo un gesto con la cabeza como pidiendo su aprobación, Adriático miró de reojo a Manlia que estaba totalmente inerte —Después de mi... nadie... nunca...dijo en tono severo.
- Te has fijado el olor que expedía a vino?.. tantas calendas siendo esposa de vinatero, jajaja.. Por lo menos…puedo explicarle a los demás cuanto la has satisfecho...? Valerio siempre debía callar en ese punto de los relatos, pues su heroico tribuno nunca se interesaba por tomar a ninguna mujer u hombre, lo que había desatado todo tipo de rumores.
-- Si abres la boca, te cortaré la lengua y te la haré comer con salsa garum.
Los dos hombres salieron de la habitación, el más viejo reía abiertamente de la amenaza mientras palmoteaba el hombro de su joven superior, pero este no le prestaba ya atención.
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El Praetoriani
Historical FictionMinicio un simple vinatero de Baetulo se verá envuelto, contra su voluntad, en los turbulentos caprichos de la emperatriz Messalina. En Baetulo su esposa, una insignificante matrona, intentará luchar contra los designios imperiales y salvar a su mar...