Segunda cesión.

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—Creo que le gusta.

—¿A quién?

—A su empleada de recepción, ¿A quién si no?

—¿Se refiere usted a Clarise?

—O Blancabieves o Cenicienta, da igual cómo se llame, lo importante es que se pirra por usted.

—Se pronuncia blancanieves y no creo gustarle.

—Para ser el psiquiatra es usted bastante lento.

—A usted Mave no le agrada Clarise.

—Como que no.

—¿Qué?

—¿Es correspondida?

—¿Por qué le importa algo como eso? Mi vida no está en tela de juicio aquí.

—A que si.

—Esta usted siendo realmente entrometida.

—¿Entoces sois algo?

—Yo no eh dicho nada de eso.

—Pero habeis hecho algo.

—Eso tampoco, ahora volvamos con usted y dejemos mi vida amorosa aún lado.

—¿Os habeis besado?

—¡No, señorita Mave!, ¡yo no he besado a nadie que usted conozca, concéntrese por favor!

—Vale, vale, no pierda los estribos, le juro que conmigo está a salvo su secretito.

—Ahora sí hablemos de usted...

—¡Pero si ya es tarde!, tengo que ir a casa en un tilín.

Fin de la cesión.

Mis treinta primeros erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora