2 «Tabaré Viudez»

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Tomó mi bolso, y lo cuelgo en mi hombro, salgo del Instituto.
Mi mirada se posa en aquel niño morocho sentado en las escaleras de la salida. Caminó hacía él y me siento a su lado.

—¿Tiago? —interrogó insegura.

El niño gira su cabeza a mi, y sonrió. Si, es Tiago.

—Maestra —dice y acomoda su mochila.

—¿Porque estas acá?

—Al parecer papá, volvió a olvidarse de mí —murmura triste.

Por lo que me habían contado las otras maestras, siempre recogían a Tiago tarde, fuera del horario al que debia ser.

—¿Querés que te llevé a tu casa? —pregunté y él asintió contento —Bueno, vamos.

Ambos nos levantamos, Tiago tomó mi mano y caminamos por la dirección que él me había dicho.

—Entonces, ¿vivís con tu papá?

—Si, toda mi otra familia esta en Uruguay —contesta.

—Estas sólo con tu papá aca —afirmó y el pequeño asiente.

Le sonrió y seguimos caminando. Tiago me comenta a cerca de lo que le gusta hacer, que le encanta el fútbol.

—Así que te gusta el fútb...

—¡Tiago! —me interrumpe una voz, lejos de nosotros.

El niño se gira en la dirección de donde se escucho el grito, y abre sus ojos grandes.

—¡Papá! —grita y el hombre morocho corre hacía nosotros.

Un morocho muy lindo.

—¡Pa, pensé que te habías olvidado de mí!  —exclama el pequeño frustrado.

—No hijo, se me hizo tarde...

—Muy tarde —susurro despacio y él padre me mira.

—Perdone, ¿que dijo señorita?

—Que se le hizo bastante tarde —reiteró y me cruzo de brazos.
—Puede ser —sonríe.

—¿Puedo hablar un segundo a solas con usted? —cuestionó y él padre asiente.

—Mirá hijo, allá esta el auto —le señala.

—Maestra gracias —susurra el pequeño, me agacho a su altura y beso su mejilla.

—¡Portate bien Tiagui!

—¿De que quería hablar? —dice rápidamente el hombre —Soy Tabaré, por cierto.

—Soy Malia —respondó con una sonrisa —Señor ya se que no debería de importarme, ¿pero tan ocupado esta para siempre llegar tarde a recoger a su hijo?

Tabaré aclara su garganta —Como dijo, no debe importarle, así que no voy a responderle.

—Sabe, si le pasara algo a su hijo, nos echaría la culpa a nosotras, ¿no? —digo, y él ladea su cabeza.

—Esa no es la razón, y mi hijo sabe cuidarse solo —contesta enojado —Si no le importa, me retiró, ya no tenemos nada de que hablar.

Gruño enojada y suspiro.

—¡A y gracias por cuidar de Tiago! —grita, mientras se dirigé a su auto.

No, de nada.

|…|

Miro mi ropa, y elevó mis hombros. Tomó una bata liviana y la envuelvo en mi cuerpo, bajo las escaleras casi corriendo. Corro a la puerta y la abro.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes —respondo cortés —¿Quiere pasar?

El hombre asiente y yo me hago a un lado, pasa y cierro la puerta.

—¿Que necesita señor? —preguntó y el sonríe.

—Vania a disculparme por lo que dije ayer —dice y rasca su nuca.

—Oh, no se preocupé, esta bien —digo y poso mis brazos en mi pecho.

El padre de mi alumno, sonríe otra vez y dirige su mirada a todo mi cuerpo.
Ruborizada, aclaró mi garganta.

—¿Era sólo eso? —cuestionó rápidamente y el niega.

—Tambien, quería invitarla a comer, conmigo y mi hijo —hablá dulcemente —Claro, si usted quiere.

—Claro que quiero —contestó sonriente —¿Cuándo?

—¿Esta ocupada ahora? —pregunta y niego.

—Voy a cambiarme y vamos, ¿me esperá?

—Claro —responde y le indicó el sillón.

Tabaré se sienta y yo corro a cambiarme.
Cuando ya estoy lista, bajo y caminó al sillón.
El hombre se da cuenta de mi presencia y voltea a mí.

—Esta muy linda, maestra —dice, y enseguida se levanta del sillón.

—Gracias, ¿y Tiago?

—En casa, ahora iremos por él —murmura —Va a ponerse muy contentó, cuando la vea.

.........

Segunda historia, ¿que les pareció?

Voten y comenten.

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