Se había vuelto una costumbre el ir a la cafetería, todas sus mañanas se reducían a detenerse un rato en el lugar hasta que se relajara y volviera a su cotidiana vida, pero esa mañana en especial, le fue imposible ir por primera vez, algo urgente le había surgido en el trabajo, por lo que no tuvo opción de negarse.
–Hey, Luka ¿Ocurre algo.– Preguntó una chica castaña acercándose a ella.
–No, nada.–respondió la pelirrosa volteando a ver a su compañera.
–Umm. Estás un poco distraída
– alzo ambas cejas y se dispuso a tomar asiento.– ¿Esperas a alguien?-–A nadie, solo estoy observando...las hojas.
–¿En serio?
–Sí.
–Ya veo. Hey, ahora no se ha visto ese chico peliazul que viene todas las mañanas. ¿Crees que le haya pasado algo?
–No, espero que no, pero ojalá y vuelva a venir.
–Si... ¿No será él al que estás esperando?– dijo su compañera en tono burlón mientras la veía.
– Claro que no.
–¿No? Ah yo pensé que sí, como nunca te pones a observar esa calle, y justamente hoy que se ausentó estás aquí, yo supuse que sí.
–Te equivocas. – se levantó de su asiento.–
-–No creo haberme equivocado, dime ¿Sucede algo con ese chico?– volvió a preguntar esperando a que la pelirrosa dijera algo.
–Supongo que a ti no te puedo engañar ¿Cierto?– sonrió de lado mientras su amiga asentía.–Cuando lo vi por primera vez noté algo en su mirada, sus ojos reflejaban tristeza, no creo que merezca sentirse así, quiero ayudarlo, saber por qué está así...
–¿Cómo puedes saber eso si apenas lo conoces?
–Los ojos muestran lo que en realidad siente el alma por dentro.
–Luka...–fue lo único que dijo para después darle una sonrisa cálida.– Si crees eso, anda a ayudarlo y haz lo que tu corazón dicté.
–¿Lo que mi... corazón me dicté?
Luka quedó pensando en lo que su amiga le había dicho, tal vez y si era verdad su suposición acerca de aquél chico y la mejor manera de poder ayudarlo era escuchado su corazón.
(...)
Kaito había llegado porfin a su casa después de un largo día agotador de trabajo, por lo que llegó directamente a su cama a descansar.
–Fue un día agotador -decía mientras murmuraba para él mismo.– Pronto vendrá la universidad.– Bufó y se dio la vuelta para ver el techo.– Estaré más ocupado, más presión y más estrés. –dijo mientras soltaba un suspiro.– Ah, por cierto hoy no fui al café...tal vez debería ir mañana.– Cerró los ojos y minutos después quedó profundamente dormido.
Ya había amanecido y era de mañana cuando se había despertado y alistado, hizo lo mismo; tomó sus llaves y salió directo a su auto, en dirreción a aquella cafetería, como siempre disfrutaba de esa imagen que sus ojos admiraban.
Había llegado a aquel lugar, se bajó y tomo asiento en las mesas de fuera como siempre, igual, perdido en sus pensamientos mientras alguien lo atendía
–¡Bienvenido!–le decía la misma chica pelirrosa que lo había atendido el día de anterior.–¿Ya decidio que va a tomar o merendar?– Preguntó con una sonrisa.
–Si quiero un... –no terminó de decirle ya que la chica lo había interrumpido.
–Cappuchino.–dijo y al darse cuenta cubrió su boca avergonzada.
–¿Eh? no, está bien de hecho eso iba a pedir.
–En ese caso...ahora mismo se lo traigo.– Anotó en su libreta e inmediatamente se dio la vuelta para retirarse.
–Ah espera.– Llamó la atención de la chica haciendo que esta se detuviera y lo mirara de nuevo.– También quiero un pastel de chocolate.
–Ahora mismo lo traigo.– Sonrió cálidamente y tomo pasó hacia la barra.
Solo volteó su vista hacia un lado donde había un par de personas pasando por ahí, pero se asombro al ver a una persona muy conocida, una persona muy importante para él... Miku, quien al parecer estaba pasando.
Pero eso era imposible, ¡totalmente imposible!
Asombrado solo se limitaba a ver sin poder creerlo, estaba tan sumido hasta que escucho que alguien le hablaba.
–¿Disculpe? Este, ¿Me escucha?– Pregunto la mesera pelirrosa.
–¿Eh? Ah, si si.– Respondió Kaito, que al parecer se había percatado que había visto no era mas que una simple ilusión.
-Oh bueno, este ¿Algo mas?
–No es todo.
–Bien yo estaré por aquí por si se le ofrece algo más.– Lo miro para darse la vuelta, pero no para avanzar si no, estaba parada ahí dandole la espalda al chico, la chica estaba un poco nerviosa ya que le quería preguntar del por qué no había venido, indecisa se dio la media vuelta y con un poco de desconfianza le dijo:
–¿Le podría hacer una pregunta?– Habló un poco nerviosa mientras él chico asentía confundido.– solo quería saber ¿Por qué no había venido?
Él estaba un poco impresionado por la pregunta.
–Tenía un poco más de trabajo.
–Ya veo, me alegra que no haya sido otra cosa peor. –Dijo para sentarse en unos de los asientos de la mesa, dejando a Kaito un poco impresionado por lo que había hecho la chica.– Pensé que le había pasado otra cosa.
–No, es solo eso. – Fruncio el entrecejo. –¿No está en horas de trabajo como para sentarse?
–¿Eh? ¡Ah! ¡Es verdad!– Abrió los ojos como platos y se levantó de inmediato.–¡Lo siento mucho!
–No se preocupe, solo debes tener más cuidado.
–Sí...tiene razón, pero me alegra que no le haya pasado nada.– Sonrió mientras tomaba la bandeja.
–¡Luka! ¡Ven rápido!
–Uh, me tengo que ir. ¡Con permiso! –decía la chica pelirrosa mientras nuevamente pedía disculpas y se alejaba rápidamente.
Suspiro algo avergonzada, se sentia un poco tonta. Se acerco a una de sus compañeras que estaba observándola.
–¿Mala suerte? -le preguntó.
–Sí... Pero, mañana podré intentarlo de nuevo. ¿No crees?
–¿Te doy un consejo?.– Sonrió de lado y al ver que la chica asentía decidió seguir hablando. – Sé menos directa, así podrás tener más posibilidades de que se puedan conocer de a poco.
Luka, por su parte, lo miró de nuevo y suspiro. Su compañera tenía razon y lo mejor era hacerle caso, ella realmente quería conocer a fondo a ese hombre que al parecer guardaba uno o más secretos. Podría llegar a sentirse un tanto extraña por la manera en lo que hacia, pero solo seguía lo que creía mejor.
¿Necesitaba experiencia y consejos?
Definitivamente.
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Detrás de ti (LukaxKaito)
Romance> Esta historia gira en tornó a Kaito Shion, quien sufrió un trauma cuando perdió a su prometida, a quien tanto amaba. Con esta cosa que le fue arrebata, su vida se tornó monótona y sin sentido. Hasta la llegada de una persona que abracé el desastre...