Capítulo 13

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Que jodida puede llegar a ser la vida. Es como una montaña rusa que, no tiene fin, hasta que mueres. Te puede llevar tan arriba, pasando por las nubes, llegando casi al espacio, pero también te puede bajar de golpe, hasta el subsuelo, y mucho más debajo.

"Son pruebas que sólo te ponen a ti"

¿Quién ha inventado eso? si son simples estupideces, ¿de qué sirve el sufrimiento si es interminable? Sí, es verdad, puede ser que sea así porque te hacen más fuertes, pero, ¿y sino lo eres? ¿qué culpa tiene el débil? vamos, que no todos pueden superar lo difícil de la vida, los altibajos que te hacen sentir que vas a morir en ese instante.

Cada día que vivo, me levantó con la esperanza de que todo sea un mal sueño, que ella estará a mi lado, diciéndome que está todo bien, que se quedará por siempre... pero sé de cabida que eso es más que un anhelo, al que me aferro aún sabiendo que es totalmente imposible. 

Podrá pensar que mi vida es patética, porque sí, lo es, y si pudiera describirla en una simple palabra, diría que es una completa mierda.

Desde ese día, aquella imagen, nunca ha abandonado mis pensamientos, se ha adueñado de ellos por completo, ni siquiera puedo cerrar los ojos porque se hace más clara, incluso en mis sueños, su rostro sonriente aparece, haciéndome vivir en una burbuja de felicidad que apenas y dura unos minutos, de las veinticuatro horas que vivo de manera diaria.

Ahora, si usted lo piensa de manera detenida, si nunca la hubiera conocido, ella seguiría aquí, sus padres nunca le hubiesen llorado a una hija muerta, ni sus hermanos, amigos... pero de qué va, si el destino nunca juega a nuestro favor.

— ¿Te arrepientes de conocerla?

No, me arrepiento de que ella me haya conocido a mí, de haberla llevado conmigo a ese viaje, de no hacerle caso cuando ella me lo advirtió... si tan sólo por eso... ella... ella... y yo...

Soy su asesino.

(...)

La habitación se encontraba en completo silencio, el único sonido era el de las ramas golpeando la ventana. El aire estaba vuelto loco, parecía estae enojado y los árboles eran víctimas de tal fuerza que emanaba. El cielo estaba cubierto de espesas nubes grises que traían consigo una fuerte tormenta que caería en cualquier momento.

Su mirada se encontraba pérdida en un punto, en la pared beige que era aburrida, no tenía alguna decoración encima, simplemente estaba cubierta de ese color tan monótono.

Chasqueo los dientes y río para sí mismo, en esos momentos no sabía si las cosas a su alrededor no tenían ningún sentido o era él quien lo veía desde esa perspectiva tan abrumadora. Seguramente y era la segunda opción.

El sonido de una puerta abriéndose captó su atención, una figura alta y robuesta salía de ella. Era el doctor de la familia, Minatozaki.

— Su madre está estable, le recete un nuevo medicamento para su presión alta.

— Gracias por venir.

— No, no, es mi trabajo.

Respondió el hombre mientras se coocaba su saco.

— Pero, me puedes permitir el joven Shion, darle un consejo.

— Adelante.

— El alivio de su madre también tiene que ver con las personas a su alrededor. Deberías de visitarla más seguido, o al menos... hacer que no se preocupe demasiado.

— Creo que venir a verla seguido le traería mucho problema.

Una voz amarga salió de su garganta, tosiendo mientras metía ambas de sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Detrás de ti  (LukaxKaito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora