Capítulo 8

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-Pero ¿qué acabo de ver?- Una voz conocida para la chica habló en ese momento.

- ¿Uhm? ¡Ah! ¡Meiko!- se sobresaltó al ver la figura femenina detrás de ella, no tenía idea de cuanto tiempo llevaba ahí, el caso es que ¡estaba ahí!

- ¿Ves mucho anime? porque creeme que ahora mismo, acabas de actuar como la típica protagonista de un anime romántico.- Colocó ambas manos en su cintura mientra negaba.

- Eso no es verdad.- Contraatacó Luka mientras se encogía de hombros y empezaba a analizar lo que acababa de pasar.- Oh, diablos, tienes razón, he actuado como una tonta.- Dijo mientras coloca ambas manos en su rostro y así cubrir éste.

En ese momento deseaba tanto tener una máquina del tiempo y regresar ocho minutos antes, para cambiar lo que había pasado y no haber actuado como tal, ¿qué pasaría ahora? ¿Kaito la vería como la típica chica tímida que se enamora de él? bueno, ella no está enamorada, pero sí se pone a analizar, ¡parecería que realmente lo está!

- Tranquila, a todas nos suele pasar.- se acercó Meiko para darle pequeñas palmadas en su espalda como consuelo.- Ese chico parece algo despistado, no creo que se haya dado cuenta de tu timides e inseguridad y tu posible falta de confianza hablando con chic...

- ¡Meiko!- le cortó en seguida un poco más angustiada.- Eso no me ayuda en nada.- Dijo en voz baja mientras la castaña soltaba una pequeña risa ante la reacción de su amiga.

- Bueno, si te sirve de consuelo, dudo mucho que te haya prestado la atención suficiente al final, no digo que porque seas tú, parece que es así con todo el mundo.

- Puede ser, ah... no lo entiendo, días antes había podido actuar un poco más "normal" con él, y ahora, no sé que me pasó, supongo que el lugar, la hora y el día lograron que me reaccionará así.

- O tal vez es que sigues siendo mala para entablar conversaciones con los chicos.

Suspiro dándole la razón a Meiko. Desde que era pequeña, había tenido malas relaciones con los niños que la rodeaban, nunca entendió el porqué de esto, suponía que cuando creciera sería diferente, pero no, hasta empeoró al grado de no entablar conversación con personas del sexo opuesto, no era que no quisiera hacerlo, es sólo que cuando llegaba el momento de hablar, se ponía demasiado tímida, sus temas de conversación se iban a la basura y sus palabras resultaban ser demasiado articuladas, y bien, todo resultaba ser un rotundo fracaso, a diferencia de las chicas, pues era todo lo contrario, con ellas podía ser una Luka diferente, podía ser ella, una persona alegre, carismática y que tenía temas de conversación hasta morir, no sabía por qué pasaba esto, pero no es como si le afectará demasiado, sólo en cuestión de tene novios, ya que realmente eran contados los que había tenido, si bien, había sido sólo uno, sí es que del preescolar contaba como tal.

- ¿Crees que deba de darme por vencido y tratar de olvidar todo?- cuestionó un poco decaída, apretando el agarre de su mochila.

- Por supuesto que no, además, me habías dicho que él tenía algo que te atraía y no era de forma romántica, sino para ayudarlo en lo que fuese que le estuviera pasando.

- Sí, claro que es así.

- Bien, entonces concentrante en ello, en acercarte para poder ayudarlo, que por cierto, aún no entiendo porqué quieres hacerlo.

- Sus ojos...

- Sísí, ya sé, "los ojos reflejan lo que alma quiere decir", ya me lo habías dicho.

- Nunca he visto una mirada tan quebrada como la de él, tan abatida y llena de tristeza... verlo me hizo querer ayudarlo en lo que fuese que le estuviera pasando.- Las palabras parecían no querer salir de su boca, pues de sólo recordar la primera vez que lo vio se partía en dos su felicidad.

- Ya entiendo... bien, entonces olvidate de tu problema para poder hablar con chicos y dale click al botón de reinicio con él.

- Lo haré, Meiko, gracias.- Le dedicó una pequeña sonrisa, parece que la conversación que habían tenido le había sido de ayuda, pues al final, ya no se siente tan mal como antes.

- Bueno, y ya que arreglamos esto, ¿qué tal si me invitas a cenar a la casa de tus padres? me muero de hambre.- Sobo su estómago mientras se ganaba una carcajada por parte de la pelirrosa.

- Está bien, es lo menos que puedo hacer.- se acercó a ella para entrelazar sus brazos e irse juntas hacia su hogar.

Había perdido de la cuenta de las horas que habían pasado desde que se acostó a dormir, según él venía realmente agotado, y lo estaba de verdad, sólo que al cruzar el umbral de la puerta de su departamento, toda señal de sueño se esfumaron, supuso que tal vez no estaba cansado y lo único que deseaba era estar solo y encerrado.

Eran las tres de la madrugada y él seguía dando vueltas sobre la cama, levantándose a tomar agua en distintas ocasiones y con los pensamientos a todo, los cuales, parecían que no querían apartarse de él. Siempre era lo mismo, cada madrugada, cada noche, con la luna como única acompañante durante esas horas.

Apretó la almohada contra él, tomándola entre sus brazos y cerrando los ojos con fuerza; no quería pensar, ni soñar, sólo quería dormir.

No podía, y la noche parecía quedarse para largo, como siempre, otra madrugada turtosa para él. Se preguntaba una y otra si era merecedor de tal cosa, y la respuesta era la misma: sí, lo era, de eso y mucho más. Eso no lo tranquilizaba en absoluto, pero lo hacia resignarse, algo que ningún ser humano debería de hacer, resignarse es el último paso de todos, es sólo darse por vencido, y él ya lo había hecho desde hace tiempo.

Había visto la opción de tomar pastillas para conciliar el sueño, y las tomaba, por eso había podido dormir los días pasados, pero luego se dio cuenta de que se volvería adicto a ellas, y era algo que no necesitaba por el momento, más problemas no eran necesarios en su vida, pero, ¿a quién engaña? no sólo las dejo de tomar por esa razón.

Cuando duermes, usualmente sueñas, todos lo hacen, comúnmente con cosas que se la pasan pensando durante el día, o sus metas, incluso las personas que amas forman parte de ellos. Y él no quería eso, ya no quería seguir soñando con ella, sólo era doloroso despertar y encontrarse con la cruda realidad que lo golpeaba horriblemente y sin piedad, gritándole que era un idiota lleno de culpas y sueños rotos.

Kaito, pobre hombre, si se abriera y demostrará todo lo que es actualmente, daría una profunda lástima.

Y entonces cerro los ojos, el sueño al fin se había apiado de él, o eso quería creer, y otra vez volvería a verla.

— Miku...

Detrás de ti  (LukaxKaito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora