Capítulo 12

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Cuatro treinta y siete de la madrugada.

Y él no podía reconciliar el sueño de nuevo, ¿qué pasaba? lo mismo de cada madrugada, desde aquél fatídico día, sus crepúsculos resultaban ser una completa tortura.

Odiaba a la luna, pero a la vez la amaba, era su consuelo junto a sus fieles luceros que renacían con ella cada día de su larga, extensa y sosa vida. La observaba a través de su ventana, la luz que emitía iluminaba con recelo su alcoba, parecía que ella se compadecía de su misera existencia, dándole un poco de su bello resplandor para que no fuera sumido por la horribles tinieblas que lo acechaban cada noche.

Una lástima era que no podía evitar que tal oscuridad entrará en su cabeza y sentimientos, aprovechándose de lo débil que se había vuelto a causa de que el destino se había vuelto en su contra, arrebatándole todo rastro de felicidad, olvidándose por completo de todo aquello, y haciéndolo dudar si alguna vez tuvo la suerte de tenerla.

En su otra vida debió de ser la persona más vil, ruin, depravada, maligna y corrupta que alguna vez puso pie en este mundo y ahora, en ésta seguiría pagando por todos sus pecados. Esa era la única explicación a todas las desdichas que le habían y <todavía> le están sucediendo.

Que hombre tan desgraciado era.

- ¿No te encuentras agotada?- Interrogaba Meiko, preocupada por la joven, a quien observaba con un aspecto fatigado.

- Estoy bien, sólo es cuestión de acostumbrarme.- Respondió colocándose un mechón de cabello detrás de la oreja, con una pequeña y suave sonrisa.

- Ajá, ¿y crees que me voy a tragar ese cuento? sé que estás agotada, mira esas ojeras que te cargas, ¿o acaso soy la unica que las nota?

- No, es algo normal, es mi primera semana, no estaba nada acostumbrada a tener dos trabajos, siempre conté con uno solamente, pero dame otros días y ya estaré totalmente habituada a mis horarios.

- Ah, Luka, siempre con excusas para las cosas que tienes, casi una psicóloga y no aceptas cuando estás agotada.

- Es cansancio físico, no mental.

- Ah, ¿ves? Ahí aceptas que sí estás cansada.- Ofuscada ante la terquedad de la joven, se cruzo de brazos, si bien, era su amiga, también era mayor y por lo tanto, se sentía con la necesidad de ser como una mamá para ella.

- Está bien, acepto que estoy realmente cansada, pero no tengo otra opción, y sí algo sé, es que las cosas se viven mejor de una manera positiva.

- Ah, vamos de nuevo con tus cosas de positividad. Mejor vayamos a seguir atendiendo las mesas porque ya después te toca irte para tu otro trabajo.

Luka río por tales palabras de la castaña, dándole casi toda la razón a la mayoría de las cosas que le decía. Había pasado casi más de una semana desde que había comenzado a tener dos empleos, y no empezó con el pie derecho. Se levantaba a las seis de la mañana y no tocaba cama hasta pasada de las once, que llegaba a su casa. Todo un día se iba en ellos, uno más pesado que el otro; subir y bajar escalones, limpiarlos hasta dejarlos relucientes, atender mesas y correr por cada pedido, lustrar cada ventanal de dos metros, barrer hasta sacar el último pedazo de basura, restregar cada cuadro de mármol que conformaba el piso, acomodar cada mesa.

Ser ajetreada ya se había vuelto algo común en ella, su horario en la cafetería terminaba a las dos del medio día y el de limpieza comenzaba un cuarto antes de las tres. Salía corriendo como si su vida dependiera de ello y tomaba el metro, para su suerte, llegaba cinco minutos antes de su hora entrada y podría comer un sándwich o cualquier comida que calmará su estómago. ¿La razón? apenas y tenía tiempo de comer algo, ya que por falta de personal de limpieza, trabaja sin parar y se tenía que olvidar de todo lo relacionado a un descanso.

Detrás de ti  (LukaxKaito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora