El funeral

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De nuevo, Kuba estaba en el baño y vio aquellos pedazos de espejo tirados, la sangre derramada... tanta sangre en las paredes, en el suelo, la bañera, todo era un desastre y su padre no estaba ahí.

Busco tranquilamente por los cuartos y no había nadie. El ambiente estaba totalmente tenso de nuevo, cuando bajaba las escaleras unas voces, eran suaves.

Al poner el pie en el último escalón, llego el silencio, algo casi sepulcral. Dos pasos y los murmullos, las voces cálidas habían dejado de sonar.

Pareciera como si varias personas estuvieran orando. La casa estaba a oscuras, solo la sala principal estaba iluminada.

Sus pies descalzos lo llevaban hacia allá. En donde noto que unas pequeñas velitas iluminaban el lugar, no había personas de las cuales provenían las oraciones y entonces volteo y justo en el centro de la habitación, un ataúd negro, con flores rojas y blancas sobre este.

Al acercase, se abrió, el corazón de Kuba latía a mil por hora. Seguía aproximándose para ver quién era la persona que se estaba velando esa noche. Quería ver aquel cadáver.

Las oraciones se callaron.

Era su padre...

Se veía tranquilo, más en calma... hasta que abrió los ojos y sujeto a Kuba por el cuello, con una fuerza descomunal, sentía como lo estaba asfixiando.

-¿Crees que te has librado de mí?- la voz de su padre rasposa y de su boca salían alimañas que subían por las manos de Kuba que trataba de sacarse las manos de su fallecido padre.- Estas solo en esto Jakub... tu esposa te ha dejado.

-No... no es verd...- le costaba articular las palabras. Empezó a arañar las manos putrefactas.

-Ya no tienes ningún amigo... - las velas se apagaron de un soplo, todas a la vez y de nuevo las oraciones.- Has alejado a todos. No te queda nada.

-No...

-¡Kuba! ¡Es solo un sueño! ¡Kuba!

Todo se tornaba oscuro y su respiración disminuía al igual que sus fuerzas, cerró los ojos un momento.

-¡Kuba!

Cuando los volvió a abrir, se levantó agitado, bañado en sudor frío. Lukasz estaba a su lado.

-Kuba, era solo una pesadilla. Tranquilízate, cálmate.- Tomó sus manos.- ¿Ya estás bien?

No podía responderle, estaba muy perturbado, soltó las manos de su amigo y toco la cama...

Estaba empapada...

No era sudor...

"No puede ser..."

Se agarró del cuello como si aún lo estuvieran ahorcando. Después por la nuca paso sus uñas.

-No Kuba, no lo hagas de nuevo...- Lukasz le bajo las manos y noto las pequeñas laceraciones. Seguía sin poder articular palabra pero sabía que él se las había provocado.

Las náuseas lo invadieron y comenzó a toser. Se abrazó de las piernas y comenzó a llorar desconsoladamente.

Eran las dos y media de la madrugada y Lukasz trataba de calmar a Kuba, trataba de calmar a Kuba, o por lo menos alejarlo de la pesadilla. Lo abrazo.

-Kuba, levántate, ve a darte una ducha. Por favor, calmate. Solo es una pesadilla- Lukasz tenía razón- Ahí no te pueden dañar.

-¿Dónde... dónde está Agata?- por fin pudo pronunciar algo.

-Ella está en Dortmund, ¿quieres que te comunique con ella?- Lukasz seguía abrazándolo.

-No...-Kuba se limitó a decir.

-Venga amigo, será mejor que tomes una ducha.

-Perdón Lukasz... esto... fue...- las lágrimas seguían.

-En verdad, no te preocupes... haz lo que te digo...- al voltearlo a ver, Kuba se sentía reconfortado por su sonrisa, esta vez no podía devolverle la sonrisa.

Le hizo caso, fue al baño avergonzado de lo que había pasado tenía miedo aun.

Cuando entro al baño, vio que el espejo ya no estaba. La verdad es que no le interesaba saber cómo habían limpiado sin hacer escándalo. Ahora solo quería limpiarse él. Se sentía tan mal por haberse hecho encima. Tenía años que no le pasaba eso, desde que tenía diez años... los meses consecuentes al accidente...

Tridente polaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora