Tridente polaco.

La verdad de Lukasz

Parecía hasta un poco ensayada, Lukasz le grito un poco a más a Robert y fue directo con Kuba, ni siquiera reparo en saludar a Mario pero eso no era lo que temía Robert, pues al parecer los gritos de Lukasz habían despertado a Marco y se enteró de que Mario iría para allá.

Reus estaba ahí, pasó a un lado de Lewandowski y fue directo con Mario. Kuba vio la escena y la decepción en la cara de su compañero.

Lukasz llevaba las plateras amarillas de manga larga y los guantes negros que Mario les regalo, para ocultar las heridas.

El tridente polaco dejo solos a Götze y a Reus, donde su felicidad se sentía, la irradiaban, Lewandowski solo quería ir a su habitación pero antes de poder tan siquiera abrir la puerta Lukasz lo detuvo.

-Robert, por favor, déjame estar con Kuba.

-Sí, sí, está bien...- Hizo un gesto pero, ¿qué más le quedaba?

-Toma.- Le entrego Lukasz su llave.- No sé cuánto tiempo tarde Marco con Mario.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar, al escuchar eso último Lewandowski hizo un gesto con la mano y se dirigió al otro cuarto.

-¿Crees que este bien?- pregunto Kuba, esperando que Lukasz entendiera de lo que hablaba.

-Si... y aunque no lo este, no hay más remedio...- esto último lo susurro, esperando que Kuba no lo escuchara.

-¿Cómo te enteraste?- Pregunto el mayor mientras entraban a la habitación.

-Agata me llamo...

Estando adentro, Lukasz acomodo las cosas que traía, seguía un poco aturdido por todo lo que había pasado. Entonces, su compañero hablo.

-Puedo...-se voltearon a ver- Kuba, ¿puedo ver tus heridas?

Este solo se arremango la sudadera negra, las gasas protegían las heridas suturadas. Siete lindas puntadas en cada mano. Al verlas su amigo, la expresión de su rostro cambio, tornándose un poco triste, como si se culpara de no haber podido prevenir.

-Lo siento tanto Kuba...- por fin dijo su acongojado amigo.

-No digas eso, no ha sido tu culpa.

-Pero pudo evitarse, es decir, ¡soy tu mejor amigo!- desvió la mirada.- Kuba, hay algo que debo decirte...

"No, no por favor. Todo menos eso..." pensó el mayor.

-Kuba es que yo... no sé cómo lo tomes pero debo decírtelo...

"Por favor, no lo digas..."

-Y lo tengo que decir ahora por todos estos hechos raros...

"No lo digas, por favor, no lo digas..."

-Lo que trato estúpidamente de decir es que...

"No, no Lukasz, hoy no... hoy no..."

-Me gustas Kuba...

El silencio los consumió, ambos ya se habían tensionado. Esas palabras eran las que más temía Kuba escuchar. Había caído en una negación, esperando que no fuera real lo que acababa de pasar.

"El segundo mandamiento de la ley de Dios dice: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO..."

Mateo 22:39.

Recordó aquello Kuba, pero estaba seguro que no se refería a lo que Lukasz estaba diciendo.

Su amigo se veía preocupado, ahora ¿qué podría decirle a su 'amigo'? ¿Después de eso, deberían seguir siendo amigos?

Lo único que pudo hacer Kuba fue levantarse y darse la vuelta para acomodarse y regresar a dormir.

-Debemos descansar aun que se aun poco. Ha sido una noche larga...

No le quiso dar la cara porque no quería ver la reacción de su compatriota, se metió entre las sabanas. En su mente paso la loca idea de ir con Robert pero él tendría sus propios problemas. No estaba tampoco seguro de lo que estaba pasando, y entre más pensaba las cosas, se sentía muy mal.

Paso la noche en vela pues tenía el presentimiento de que si se dormía de nuevo, la pesadilla lo iba a perseguir, que seguiría. También se mantenía alerta por cada sonido que se producía pensando que Lukasz se acercaría.

Como en cuestión de segundos unas cuantas palabras podían cambiar una amistad de tantos años. Miro de reojo a su compañero, él le estaba dando la espalda, Kuba solo imagino las cosas.

¿Quémás podía hacer?, se levantó para cambiarse e ir a correr un momento. No sinantes elevar una oración al cielo.