CAPÍTULO 5

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< ¿David y Ángel hermanos? Ángel no mencionó nada de eso cuando me dijo que conocía a David.

-Mamá ¿podéis dejarnos solos? Quiero hablar en privado con David.-mi madre pasó su mirada de David a mí.

-Claro cariño.-se acercó a mí y me besó en la frente.-Si necesitáis algo llamadme. Estaré en la cafetería.-continuó diciéndole a David mientras cogía a mi hermana por el brazo y salían de la habitación seguida de mi padre.

David y yo solos. La idea no es que me hiciera mucha gracia, que digamos pero tenía que hablar con él. ¿Cómo era eso de que eran hermanos?

-Sé lo que me vas a preguntar.-dijo sin dejarme ni abrir la boca.

-¿A sí?

-Sí. Me vas a preguntar que si somos Ángel y yo hermanos ¿cómo es que él no lo mencionó cuando nos conocimos, me equivoco?

-No. No te equivocas.

-Bien. Pues... déjame arrojar un poco de luz en esta oscuridad que te rodea. Ángel y yo siempre fuimos mejores hermanos por así decirlo. Hasta que apareció ella.

-¿Verónica?

-Sí. Verónica. Ella lo estropeó todo. Aun más. Mi jefe quería a Verónica en su empresa y el jefe de Ángel la quería en la suya, así que nos enviaron a los dos para que nos la llevásemos cada uno a nuestro territorio. Ángel se enamoró de ella, al igual que yo. La queríamos tanto y la querían tanto nuestros jefes que puede decirse que nos ba-timos en duelo por ella.

-¿Pero los duelos no están prohibidos y obsoletos?

-No es de esa clase de duelos. No de los del siglo XVIII al menos.-una sonrisa apareció en su rostro. Era una sonrisa llena de buenos y malos recuerdos. De repente, podía decirse que, era capaz de leer su rostro. Y esa sensación me provocaba temor ya que en aquel momento tuve la misma sensación que tuve cuando conocí a Ángel. La sensación de que lo conocía desde antes que Ángel nos presentase en la cafetería de la universidad.-Lo siento. No quería incomodarte.-concluyó David al ver mi expresión de inseguridad.

-Y no lo haces.

-Bueno... La cuestión es que ella eligió a mi jefe y poco después murió.-continuó David.-Ángel no para de culparme por su muerte y yo... bueno... yo solo me limito a vivir mi vida riéndome de mi hermano pequeño.

-Eso no es justo para él.

-¿Acaso tu no lo haces con tu hermana pequeña?

-No... bueno. No siempre.

-Para eso están los hermanos menores. Para aprender de los errores de los grandes y para proporcionar diversión a estos.-una carcajada emanó de su garganta y ahora se le veía mucho más relajado que antes. Por un instante, cuando cruzó los brazos sobre su pecho y me miró con su gélida mirada azul, me recordó muchísimo a Ángel cuando le vi por primera vez en la clase de literatura del siglo XX.

-¿Cuántos años tenía ella?-me atreví a preguntar después de que estuviera más de tres segundos en un silencio profundo pensando, supuse.

-Tan solo 20 años.-dijo en un hilo de voz y sin retirar la vista del suelo.

-¿Cuánto hace de eso?

-A veces parece una eternidad pero, por desgracia, no el suficiente.

-En la cafetería dijiste que ella era de otro. ¿Te referías a que estaba en otra em-presa o que tenía novio?

-Algo así. Estaba casada.-concluyó sin mirarme y la sonrisa lateral desapareció de su rostro por completo.

-Aún la amas. ¿No es así?-le pregunté colocando mi mano sobre las suyas en modo de consuelo.

DESTINO I - AGUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora