CAPÍTULO 8

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Cuando me quise dar cuenta el sol se estaba poniendo. Habían pasado las horas y seguía sentada en el mismo sitio de antes. No había almorzado nada y me di cuenta de lo tarde que era porque empezaba a tener hambre. Nunca me había saltado una comida y mi cuerpo me estaba replicando el haberlo hecho ahora. Pero no tenía ni idea de donde estaba.

Un matrimonio mayor pasaba por el puente cuando me dispuse a cruzarle y me paré a pedirles indicación.

-Vi prego di scusarmi. Come posso raggiungere il Canal Grande? -le pregunté en un italiano bastante desastroso.

Con una feliz expresión en sus rostros la pareja mayor se miró y la mujer de cabello corto negro me dijo.

-Abbassare il canale e girare a sinistra.-dijo mientras señalaba el canal con la ma-no.- Tutte le dritte, per arrivare a plaza de San Marcos.

-La rigrazio molto. Ciao.-le dije mientras me disponía a seguir sus indicaciones. Todo recto y a la derecha, en resumen. Y eso hice.

Recuerdo Que la caminata me pareció interminable. Lo cierto es que el canal no era tan extenso como el Gran Canal pero, aun así, era grande.

A pocos metros del final de la calle, junto a uno de los puentes que cruzaban el canal, un cuervo se posó a mis pies. Me pareció inofensivo, en un principio. En seguida aparecieron más y más cuervos y aquello acabó pareciendo la película de Hichtcock. Me vi rodeada de tantos cuervos que el pánico empezó a apoderarse de mí. Intenté encontrar alguna escapatoria que no la había. Al segundo de la invasión de cuervos a mis pies se le sumaron también murciélagos. Nadie parecía darse cuenta y el temor que me invadía era cada vez mayor. Y lo peor vino con la niebla. "¿Qué es esto?" es la pregunta que resonaba en mi mente mientras no paraba de dar vueltas y vueltas, buscando una salida.

Entonces, la niebla desapareció y muy lentamente fue tomando forma humana hasta convertirse en un hombre alto y corpulento de cabellos rubios. Vestía una gabar-dina larga de cuero blanco.

En seguida se escuchó una voz grave emanar de aquel hombre dirigiéndose a al-guien que no había allí.

-Tranquilos, chicos. Vamos a acabas asustando al personal.-algo me decía que debía de ser su líder, pero ¿líder de quien? Allí no había nadie.

Al segundo de escucharse la voz los murciélagos desaparecieron junto con los cuervos. Los murciélagos se amontonaron unos encima de otros y tomaron la forma de un hombre moreno con traje completo de cuero y tatuado de la cabeza a los pies, por lo que se veía de su cuello y manos. Las cejas las tenia depiladas y en su lugar tenia tatuada la frase: en una ceja "Si lees esto" y en la otra "Demasiado cerca". Y digo que sí lo estaba. Las palabras eran pequeñas y escritas en italiano pero estaba tan cerca de aquel tatuaje humano que podía leerlo a la perfección.

Los cuervos también tomaron forma humana.

El tercer hombre era el punto intermedio entre el rubio y el tatuaje humano. Lle-vaba pantalones y chaqueta de cuero con botas militares negras llenas de cadenas. La chaqueta la llevaba abrochada hasta el cuello. Era el más extraño de los tres.

Lo que más miedo me dio de los tres fueron sus ojos, de un rojo sangre intenso que le quitaba el aliento hasta el más pintado.

Formaron un triangulo a mi alrededor. No podía escapar para ningún lado. Al ver el comportamiento del tatuaje humano y el otro ante el de la gabardina decidí no darle la espalda a este ya que, definitivamente, era el líder.

-Perdona a mis amigos. No saben comportarse ante una bella dama.-dijo amable-mente.-Son como hienas en celo.

-Odio las hienas.-le dije seriamente.

DESTINO I - AGUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora