#008: sobre cazadores y cantantes frustrados

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A Seokjin le gustaba su trabajo.

Podía recordar que cuando era niño y le dijo a su padre que quería ser cantante o modelo cuando grande, su padre lo golpeó hasta dejarlo hospitalizado y con un brazo roto. La mayoría de los moretones que tuvo de niño fueron provocados por su propia familia, y a pesar de que aún conservaba unas cuantas cicatrices que jamás sanaron, ahora la mayoría de los golpes que recibía eran de vampiros rebeldes que no cumplían con la ley.

La familia Kim tenía renombre a escala nacional no solo por ser asquerosamente adinerada, sino por ser, en secreto, cazadores de vampiros. No es como si la carrera de cazador no fuera conocida por todo el mundo, sucedía que la familia Kim, en especial la de Seokjin, era estricta y creía firmemente que los vampiros eran una creación del demonio para poner a prueba a los humanos (y otras estupideces religiosas que Seokjin jamás creyó). Pero, como único hijo y heredero, tuvo que seguirle el juego a sus padres y a sus abuelos, y entrenar, entrenar y entrar durante toda su vida para convertirse en cazador.

Ahora la mitad de sus abuelos habían muerto y Seokjin no podía sentirse más bendecido con las muertes de esas máquinas de tortura con piel humana que lo atormentaron en su infancia. Solo faltaba que sus padres murieran y podría ser libre de asesinar vampiros.

Pero como él había sentenciado hace varios años, su trabajo no le desagradaba. Era divertido luchar, afilar armas y darle una paliza a seres sobrenaturales que no morían con facilidad (golpear vampiros era una terapia excelente para aliviar el estrés y Seokjin se preguntaba por qué no incluían eso en las clases de yoga que tomaba por las mañanas), pero no podía negar que la idea de convertirse en un idol seguía tentándolo.

Hoseok lo apoyaba, siempre recordándole que era un desperdicio que tuviera que recibir puñetazos y rasguños en la cara en vez de tener relajarse en un spa y de ser ahogado con kilos de maquillaje para una sesión de fotografías.

Seokjin había conocido a Hoseok en su primer año de servicio como cazador. Seokjin, quien había entrenado con su familia y que el solo hecho de llevar el apellido Kim lo ponía en un estatus social alto al momento de buscar trabajo, se sorprendió cuando le asignaron un compañero de trabajo. Si Seokjin quería trabajar como cazador fuera del ojo de águila de su familia, su única opción era unirse a los cazadores públicos, una especie de policías que estaban para el servicio público y no para saciar su satisfacción personal de asesinar vampiros.

Hoseok había entrenado en la academia desde los catorce años. Su familia había sido asesinada por un grupo de vampiros cuando él tenía doce y estuvo en el sistema hasta que tuvo la edad suficiente para comenzar el entrenamiento. No fue un alumno destacado salvo en hacer desorden dentro de las clases, pero era competente y Seokjin se conformaba con eso.

Mantuvo las distancias en un principio, había sido criado de esa forma y estaba seguro de que, si Hoseok moría en servicio, no le importaría mucho y se olvidaría de su rostro en unos meses cuando le asignaran un nuevo compañero. Sin embargo, el chico tenía un poder tan sobrenatural como el de cualquier vampiro y había logrado entrar al pecho de Seokjin como si fuera su casa. Ahora Seokjin no se imaginaba con otra persona a su lado para luchar, y estaba seguro de que, si el único amigo que había hecho en la vida recibía algún daño en una batalla, se encargaría de vengarlo y de llorarlo.

Es por eso que Seokjin entró con seguridad al cine que había sido reportado hace solo unos minutos. Cuando llegó el aviso de que había una horda de vampiros atacando un cine, todos los cazadores fueron llamados para entrar en acción. Seokjin y Hoseok se encontraban hablando con el líder de su grupo, así que tuvieron suerte de estar ya vestidos y con las armas sobre sus cuerpos para salir tan pronto como el tráfico se los permitiese.

about vampires ー bangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora