about vampires ー bangtan

#015: sobre recuerdos y más hospitales

Namjoon no insistió en acompañar a Jimin cuando lo dejó frente a la puerta de su departamento. Seokjin había corrido después de dar la orden y dejó a ambos, al vampiro y al humano, tirados en medio de un hospital en cenizas. Atendieron las heridas de Jimin después de hacerlo esperar dos horas, ya que no era prioridad, y le dijeron que no tenía nada grave, pero que debía cambiarse las gasas al siguiente día, todos los días, hasta que la herida en su cabeza cicatrizara bien.

Namjoon desapareció cuando Jimin se volteó para poner la llave en la cerradura, ni siquiera se quedó a esperar para asegurarse de que Jimin había entrado a su hogar sano y salvo, o si en dicho hogar se podía estar de verdad a salvo. Jimin supuso que Namjoon habría detectado el aroma de Taehyung, Yoongi o Jungkook en el caso de que alguno de ellos estuviera allí, por lo que apenas Namjoon se marchó, murmurando por lo bajo algo sobre investigar y hacer llamadas, Jimin se secó las últimas lágrimas que habían quedado en sus mejillas y entró a su casa.

Adentro estaba oscuro y acogedor, como siempre. Pero cuando Jimin encendió las luces, lo primero que vio fue la mesita de centro quebrada en un rincón. Había sucedido el día anterior cuando Yoongi por accidente la lanzó en un intento por demostrarle su fuerza a Taehyung, quien lo había cuestionado mientras comía barritas de cereal en el sofá. Había sido una escena tan doméstica para ese entonces que se sintió como si toda la vida de Jimin siempre hubiese sido así, con ellos dos en su departamento.

Ahora se le hacía un recuerdo lejano cuando ni siquiera habían pasado más de veinticuatro horas. Aún estaban los envoltorios de las barritas de cereal en el sofá y al recordar la sonrisa de Taehyung, Jimin se sintió indefenso, impotente y frustrado.

Esa noche se permitió llorar un poco más, lo necesitaba, en especial porque su cama seguía deshecha por culpa de Yoongi, quien debía haberla hecho ese día y no lo hizo, y porque la habitación de Taehyung, que estaba justo al lado de la suya, tenía la puerta abierta, dando vista a las paredes pasteles, a los pósters de películas y a la ropa tirada en el piso. Pero, en especial, a su esencia.

Jimin extrañaba a ambos. Por supuesto, extrañaba a Yoongi, se había acostumbrado a dormir con él (aunque él no durmiera demasiado y no fuera una buena compañía para acurrucarse), además Jimin estaba tan preocupado por el paradero y estado de Yoongi, que su corazón seguía latiendo con fuerza incluso en la madrugada cuando no se oía nada más que el ruido de algún auto solitario en la calle.

Sin embargo, extrañaba de una manera melancólica a Taehyung. Durante esa noche, Jimin recordó la primera vez que lo vio. Taehyung había sido un muchacho escuálido con muchos moretones y heridas que no tenían explicación más que un misterio sin resolver. Jimin había obtenido los detalles de las enfermeras, quienes inventaban chismes la mayoría del tiempo. Pero Jimin había aprendido a distinguir la verdad de los rumores a esa edad después de pasar meses visitando a su madre en el hospital, leyéndole para entretenerla y llevándole flores para que su habitación dejara de oler como hospital público.

Fue en una expedición con sus hermanos pequeños que descubrió la habitación de Taehyung. Sus hermanos no solían visitar a su madre porque hacían preguntas sobre su enfermedad y de cuándo regresaría a casa, y ni Jimin ni su padre estaban preparados para explicarles lo que sucedía. Así que él los sacó a recorrer el hospital en un intento por calmarlos y molestar a las enfermeras de otros pisos. Fue en esa aventura que su hermana Haneul abrió la puerta de Taehyung y los tres hermanos se encontraron con un chico en coma.

Por supuesto, una enfermera apareció al instante y los echó, pero los niños habían quedado tan asustados por la apariencia de Taehyung que salieron corriendo antes de que Jimin pudiera sostenerlos de las manos para llevárselos afuera a jugar con la nieve.