Contrariamente a lo que dicen mis supuestas amigas no soy una escritora indie. Como afirman cada vez que asumen el papel de celestinas y tratan de liarme con algún tío con inquietudes culturales que van más allá del fútbol y los videojuegos. Vamos, con uno de esos culturetas que con tanto acierto plasmó Raquel Córcoles en sus divertidas novelas gráficas. Uno de esos tíos que en un primer contacto tienes la sensación de que están menos interesados en descubrir si te haces la depilación brasileña que el número de veces que necesariamente deberíamos consultar la Wikipedia para darles una replica o respuesta adecuada cada vez que mantenemos una conversación con uno de ellos, con uno de estos sofisticados sujetos que pese a que fuentes de información tan fiables como la intuición o el sentido común te indican que pretenden meterse en tus bragas, no dejas de tener la impresión de que te equivocas. Que no te quieren comer el coño, sino evaluarte, medir tu potencial como interlocutora. Conversaciones, por cierto, que en no pocas ocasiones acaban convirtiéndose en plomizos monólogos ya que corres el serio riesgo de meter la pata cada vez que abres la boca. Y no porque seas una triste ignorante, sino porque a diferencia de esta clase de sujetos no siempre estás al corriente de las propuestas artísticas, literarias o intelectuales más rompedoras del momento. Y hasta que no consultas la Wikipedia no sabes que abreviaturas como Alt-Lit corresponden a Alternative Literature o que la figura más representativa de este nuevo movimiento literario es un tal Tao Lin. Lo que no tiene mucha importancia si sólo te lo quieres tirar y te importa una mierda lo que pueda pensar de quien le acaban de presentar como escritora indie. Poco más que el paradigma de lo cool. Y más cuando tú no eres la responsable, sino las arpías de tus supuestas amigas al presentarte como tal a otra persona. Ellas y no tú, a fin de cuentas, son las únicas responsables de que no respondas a las expectativas creadas, de que no estés a la altura que se espera de quien no sólo no tiene el menor reparo en publicar sus escritos en una plataforma digital como Wattpad, sino que como escritora indie que se supone que eres, no sólo eres una persona cultivada, con suficientes lecturas como para no pasar por inculta o iletrada, sino que como paradigma de lo cool debes estar al tanto, al corriente tanto de las propuestas artísticas, literarias o intelectuales más rompedoras del momento, como de las nuevas tendencias sociales, modas o tendencias de consumo. Pero como ya he aclarado, yo no voy de indie. Yo no soy una escritora indie. No respondo a ese perfil. No soy tan cool. Aun más, a diferencia de muchas de estas escritoras que van de independientes, no tengo un gran interés por desentenderme de intermediarios o por tener un control total sobre mi obra. Circunstancias ajenas a mis deseos me obligan tanto a publicar en plataformas como ésta, Bubok o Amazon como a sumarme al movimiento cultural "Do it yourself". Yo no tengo otra opción. No es mi elección. Ni mi intención convertirme en la nueva diva indie. Es más, ni siquiera Miranda July figura entre mis modelos inspiracionales. Y puestas a elegir, preferiría ser fichada por una gran editorial que por un pequeño sello editorial por muy prestigioso que fuese éste, convertirme en una escritora de bestsellers a una autora de culto, que es a lo que aspira, según tengo entendido, toda escritora indie. ¿O me equivoco?
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Ni indie ni hipster ni la chica del momento #PGP2016 #ECAwards #SCH2016
NonfiksiRecopilación de textos de no ficción que incluye desde breves disertaciones sobre cuestiones tan dispares como las labioplastias, el BDSM o el pornoterrorismo hasta reflexiones sobre mi registro en una popular página de contactos online.