Ambos se sentaron, iluminados por la luz trémula que parecía llover del techo y oscurecer aún más las paredes. Alaska saludó con un gesto de la mano al hombre de la barra, que la reconoció al instante y le devolvió el saludo. La chica se quitó los zapatos y extendió las piernas desnudas a lo largo del asiento, como si recién llegara a casa.
El hombre se acercó unos minutos después. Tenía una barba espesa y sus ojos eran cálidos, de un color amarillo muy extraño, que Levi pudo ver incluso en la oscuridad. El chico no pudo despegar la vista de ellos durante un rato, y trató de recordar insistentemente si era el amarillo el color de los ojos de los hombres lobos, o el de los vampiros, y cuales eran los métodos de defensa para los dos casos en caso de que el hombre resultara ser uno. O ambos. ¿Había hombres lobo-vampiros?
Cuando recobró la concentración, Alaska ya estaba pidiendo para ella un café negro y una Dr. Pepper, como era de esperarse, y para Levi un café con leche.
-Aquí no hay complicadas órdenes de Starbucks, sólo café simple y con leche-dijo ella una vez que el hombre se fue—Tendrás que perdonarme.
—No te preocupes. —dijo Levi, sonriendo nerviosamente.
Ella sacó un cigarrillo sin dejar de mirarlo a los ojos azules, y se lo colocó en los rojos labios, donde quedó colgando. Sin decir una palabra que arriesgaría el balance del cigarrillo en su boca, extendió la cajetilla a Levi animándole a tomar uno, pero él negó con un gesto de cabeza. Alaska se encogió de hombros y guardó la cajetilla en su bolsillo y después sacó un encendedor. La llama proyectó una sombra en su rostro cuando encendió su cigarrillo, y después dio una larga calada. Con esas caladas, pensó Levi, tendrá que sacar otro cigarrillo en menos de tres minutos.
El humo que se elevaba hizo que le lagrimearan los ojos al chico, pero no a Alaska. Sus ojos verdes seguían tan brillantes como siempre.
La chica trató de no soltarle el humo en la cara, sino que miró al techo y lo fue soltando en pequeños suspiros. Después lo miró elevarse y perderse en los sellos que decoraban el techo, como absorbido por el papel. Levi se perdió en su contemplación.
--Si pudieras morir de alguna forma—comenzó a decir ella, mientras dejaba descansar el cigarrillo graciosamente entre sus dedos—de la forma que tú quieras, ¿cómo elegirías morir?
Levi estaba ya acostumbrándose a las preguntas random de la chica, e incluso comenzaba a considerarlas divertidas e interesantes. Sabía que todas ellas eran en serio, y que considerarlas una broma o ligereza sería una ofensa para el misterio sentado enfrente de él. Así que se tomó su tiempo.
—Probablemente no ahogado—comenzó, analizando las opciones—ni tampoco con un montón de plomo en el corazón. Tampoco de cáncer ni nada de eso—se retorció los dedos, lo cual siempre le ayudaba a pensar—tal vez, si pudiera escoger cómo morir, escogería morir dormido.
Alaska rodó los ojos con evidente fastidio. Levi le dedicó una mirada de pregunta. ¿Había dicho algo malo? Había dicho la verdad; tal vez su forma de morir no era poética, pero no sería dolorosa. Un buen término para una buena vida.
En el pálido rostro de Alaska apareció una sonrisa de burla y dijo condescendientemente—Morir dormido, después de haber vivido una larga vida, con tus nietos rodeándote y todos tus hijos, profesionistas felizmente casados también. Y después cierras tus ojos y a lo lejos ves las puertas del cielo...
—¿Qué tiene de malo?—interrumpió Levi. Cuando lo decía Alaska sonaba casi deprimente, pero no iba a tirar la toalla tan rápido. No le gustaba perder.
—¡Nada!—rió ella, divertida por lo exaltado que se encontraba de repente—Pero es cursi, demasiado idealizado.
—¿No era lo que yo quisiera...?—inició Levi. Ya empezaba a desesperarse con el comportamiento pedante de la chica. A veces resultaba divertido, pero a veces era molesto. Ella era probablemente más inteligente que él, pero no necesitaba que se lo recordara.
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Lo que pasó con Alaska Young. Parte 1. La llovizna y el huracán
FanfictionDos años después de haber salido de la universidad, la vida de Levi ha cambiado para bien y para mal; ha roto con Cath, se ha mudado a Alabama, ha hecho nuevos amigos (entre ellos el gracioso, amigable y locuaz Dicker) y ha empezado una nueva vida...