Capítulo 4. Recuerdos y un parque al anochecer.

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You would not believe your eyes

If ten million fireflies,

Lit up the world as I fell asleep…

Cause they fill the open air,

And leave teardrop everywhere…

You'd think me rude, but I would just stand and…

Stare

"Fireflies", Owl City

Levi descolgó la chaqueta del perchero y se la puso. La usaba solo cuando iba a trabajar a Starbucks; los empleados debían de vestir de negro. Realmente no encajaba con su cara rubia y sonriente, pero esa noche le apetecía sentir el suave forro de cuero sintético contra su cuello.

Se metió el bolsillo interior unos fósforos, las llaves de su casa y una cajetilla de Marboro Light medio vacía. Seguramente no le duraría ni una semana, pero no pretendía fumar esta noche.

Desde que se había mudado a Alabama, lo primero que había hecho había sido buscar un departamento, preferiblemente que compartir con alguien.

Con su trabajo en Starbucks  no ganaba mucho dinero. Había terminado hace poco menos de dos semanas su carrera (Administración de empresas) y ahora no sabía cuál era el paso a seguir, y, francamente, no le importaba mucho. Había enviado su curriculum a un par de empresas medianamente importantes, y, como no le habían contestado inmediatamente, decidió dejarlas "reposar". Lo importante era buscarse un apartamento.

No había tenido que buscar mucho; un primo de Dicker estaba buscando uno también, así que Levi ocupaba el piso de abajo de la minúscula casa y Roscoe, el de arriba. Francamente, era un compañero estupendo; no hacia fiestas ruidosas a la mitad de la noche, ni se retrasaba en su cooperación de la renta, ni era especialmente desordenado. Aunque Levi tenía que admitirlo, no se dejaba ver mucho, ni bajaba del piso superior. Tal vez solo era un poco tímido.

Levi solo se acordaba de su presencia cuando un sobre con 150 dólares aparecía en la mesita de noche de su habitación, y, tal vez, cuando un suave zumbido musical con los suaves susurros"Welcome to my life…" de la inconfundible voz de Pierre Bouvier bajaba las escaleras como si el sonido se disolviera en el aire. 

Pero esta vez no fue la voz del vocalista de Simple Plan quien bajo por los escalones, sino Roscoe en persona, cuando Levi estaba a pocos pasos de la puerta de entrada. 

El chico de 19 años, enclenque, pálido y con una mata incontrolable de cabello negro se detuvo al pie de la escalera con aire infinitamente vacilante, como si al poner un pie fuera del escalón fuera a derrumbarse toda la casa.

Levi lo saludo con un hola que le salió de los labios de manera seca, aunque sin intención. Roscoe bajó la mirada y musitó- Alguien te llamo en la mañana.

Levi frunció el seño.

-¿Fue mi madre?

Roscoe negó con la cabeza.

-¿Kathleen? ¿Olivia? ¿O fue acaso May?

Roscoe recordó los nombres de las hermanas de Levi y lo negó tres veces.

-Fue una chica-dijo Roscoe como si esto le resolviera la duda. Después añadió- Dijo que te conocía. Tenía un nombre de un…

-¿Estado?- Roscoe asintió enérgicamente- Entonces es…

Levi tomó su teléfono móvil de la mesita de centro, y vió que evidentemente tenía una llamada perdida, pero volvió a dejarlo con un movimiento cuidadoso.

-Luego- musitó.

Se despidió de Roscoe con una cabezada vaga, quien volvió a subir al piso de arriba, y salió de la casa con grandes zancadas. La oscuridad de la ciudad de madrugada lo recibió despeinando sus cabellos claros, y Levi se embutió más en su chaqueta.

Levi camino por la acera oscura con sus All Star negros ("poco profesionales", solía decirle su madre) y giro en la segunda esquina a la derecha. Casi automáticamente, sus pasos lo llevaron al parque Lovewood, cuyos escasos arboles estaban perfilados por la luz de los coches que pasaban.

Se sentó en una banca y encajó los codos en sus delgados muslos. Hundió el rostro entre las manos y se ocupo en escuchar lo que Cath llamaba "los sonidos de la noche".

Su ruptura en realidad había sido vacilante, como había ido toda la relación en sí. Levi le dijo de su mudanza y Cath solo bajó la vista, como si sus tenis de repente fueran más interesantes. Levi trató de alzarle el rostro por la barbilla, pero Cath le dió la espalda y se fue caminando hacia Pound Hall sin volver la vista.

Levi no sabía si había llorado o no, pero, cuando le había llamado, su voz fue tan inexpresiva que resulto doloroso. Su primera pregunta fue -¿Tu también vas a decirme el promedio de la nueva chica?

            Levi no entendió la pregunta del todo, pero Cath prosiguió con tranquilidad, a pesar de que él sabía que la ponía nerviosa hablar por teléfono-De cualquier forma…sabia que esto no llegaría a ningún lugar. Aunque…te extrañare mucho, Levi.

-Iré a visitar a mis padres cada mes, Cath-dijo Levi con el ceño fruncido, ignorando la última frase, y  su voz sonó tan dura que le arañaba la garganta-Podría pasar a Pound Hall para saludarte a ti y a Regan. No me extrañaras si te veo cada mes.

-No me refiero a eso, Levi.

Que fría y herida sonaba su voz.

Levi alzó la vista hacia el cielo sin estrellas y suspiro. Cerró los ojos y permitió a su mente divagar entre algún lugar lejos de la tierra, en las estrellas pálidas, donde no pudiera ser molestado, y donde todo era tranquilo.

-¿Estas buscando una salida de tu laberinto?

Levi abrió los ojos, sorprendido por la interrupción, y, por supuesto, por la calidez de la voz. Además, ¿quién estaba en Lovewood Park a las 4:00 de la mañana en un lunes?

Un auto pequeño, azul, con las ventanillas subidas, estaba estacionado delante de la banca en donde estaba sentado. Levi se levanto y tocó con los nudillos en el vidrio sin polarizar.

Una cara sonriente, pálida y medio adormilada le sonrió desde adentro del auto cuando la ventanilla bajo, y Alaska dijo- ¿Y? ¿Estabas buscando una salida?

Levi frunció el seño y la miró con curiosidad, tratando de desentrañar la pregunta. Vio los labios rojos de la chica y su nariz pecosa. Sus ojos verdes lucían agotadísimos y tenía un par de medias lunas grises bajo los parpados.

De todas maneras, le pareció muy guapa, tan guapa como para salir a divertirse en un domingo y despertar en la madrugada de un lunes en su auto, después de una noche de desenfreno. Temió lo peor, aunque, para asegurase…

-¿Estas borracha?-preguntó con incredulidad.

Las carcajadas de la chica inundaron la noche. 

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-¡Espero que les guste! Tengan una buena semana, y comenten, por favor, no les cuesta nadita de nada. :) 

Lo que pasó con Alaska Young. Parte 1. La llovizna y el huracánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora