Compañeros amorosos ∫ wigetta

Capítulo 16: Definible.

El verdadero amor es aquel que te da lo que buscas, lo que necesitas y anhelas; es aquel que te hace tocar el otro lado del límite, que te llena el corazón. Es ese que con el más mínimo acto te arma una enorme sonrisa, y te brinda emociones que jamás habías sentido. Se presenta en el momento menos esperado, con quien menos puedes imaginarte, pero que sin embargo, te hace sentir como siempre buscaste. Ese, es el verdadero amor.

Finalmente la víspera de Navidad se había hecho presente. Ambos cenaban con sus respectivas familias, disfrutando del entorno que se formaba en este tipo de reuniones, y compartiendo experiencias únicas que se viven una sola vez en la vida, ya que cada una es única. Constantemente pensaban acerca de esta fiesta, lo increíble que es cómo puede transformar el ambiente en uno tan acogedor; a pesar de las disputas familiares que se veían día a día, hoy era especial, no había problemas, sólo relajación.

Guillermo estaba impaciente por verlo a Samuel, quería poder compartir por primera vez algo así. Habían acomodado sus agendas para poder verse luego de que el reloj marque la medianoche, y poder desearse feliz Navidad. Cada vez sus necesidades de tenerse cerca crecían más, y es que era un riesgo que estaban dispuestos a correr desde el momento en que se miraron a los ojos, desde que se besaron por primera vez, desde que dijeron el "te quiero" más significativo; todo había cambiado.

La hora se acercaba a pasos agigantados, los minutos parecían segundos, y las horas minutos. El tiempo avanza rápido cuando te diviertes; y más en éstas fechas. Pero la hora llegó, finalmente podrían ir corriendo a los brazos del otro para ser envueltos en un cálido abrazo. Esperaron unos cuantos minutos a que sus familiares volvieran a sus casas, y otros vayan a dormir para así poder irse sin tener que dar ningún tipo de explicación. La emoción por tener esta especie de aventura era gigantesca, estaban contentos, felices por poder vivirlo. La sensación de lo prohibido como un elíxir que enloquecía sus mentes, cegándolos por la lujuria y pasión que hay en sus cuerpos reteniéndose cada vez que separan sus pieles del contacto.

Samuel bajó con las llaves del coche de su padre, partiendo a la casa del menor quien lo esperaba en la oscura calle. La ciudad se encontraba vacía, todos dormían plácidamente en sus casas, disfrutaban del momento con la familia. Acercó el coche hasta él, se saludaron con un largo beso en los labios una vez dentro y comenzaron a abrirse paso para llegar al planeado destino.

Avanzaban con la música encendida de la radio, disfrutando del maravilloso paisaje que se encontraba frente a sus ojos. O al menos Guillermo, que no dejaba de contemplar las hermosas facciones que conformaban el rostro del mayor. Ambos depositaban pequeñas caricias en el regazo del otro, erizando sus pieles.

Una vez en el lugar pactado, frenaron el coche. Las vistas eran asombrosas, el estrellado cielo relucía lo que parecían pequeños brillos en él, que en realidad tenían dimensiones masivas, podían ver la ciudad entera, cada detalle en ella. Se encontraban en aquel paradero de la otra vez, un lugar tan hermosamente natural que los había cautivado, tenía una esencia mágica que les había atrapado. Bajaron del coche para apoyarse en el capó, cogidos de las manos, teniendo un momento enriquecedor en una plena soledad.

- Feliz navidad Chiqui... - Samuel giró su rostro para encontrárselo viéndolo, ambos con aquellas caras embobadas que derrochaban amor.

- Feliz navidad. – El menor le dejó un beso en la mejilla, y se acurrucó junto a él siendo acogido por la cintura.

Relajados, con caricias y unidos en los brazos del otro otorgándose ese calor que formaba un escudo frente al frío protegiéndolos del mismo. Los sentimientos invadían sus cuerpos, llenaban sus pensamientos con una lujuriosa imagen del otro que les causaba un profundo deseo mezclado con tentación de placer; algo que sólo ellos pueden brindarse. Nadie más.