Capítulo 21: Samuel.

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La compatibilidad es relativa. Las almas gemelas están destinadas a estar juntas, pero eso no significa que éstas vayan a estarlo. Pueden ser incompatibles, amarse, pero no soportar el dolor.

Habían pasado ya tres días desde que llegó a Madrid, a aquella hermosa ciudad la cual extrañaba. A veces pensaba en volver, continuar allí sus proyectos; pero la idea de alejarse de su novio le resultaba desgarradora, no podría. Sin embargo, disfrutaba las visitas, — no muy constantes — el ver a su familia le resultaba básico, una necesidad prioritaria ante todo.

Estaba sentado en el sofá con sus padres, teniendo una amena conversación. Lo ponían al tanto de asuntos familiares, le contaban noticias del trabajo, prácticamente le hacían saber que su vida estaba bien, algo que a él le asustaba que no sea así. Por alguna razón, siempre sintió aquel pequeño miedo de que a ellos no les vaya muy bien. Pero trataba de convencerse de que las cosas estaban igual que siempre, ya que ellos le contarían si algo estuviera mal.

Tras esto, cenaron y él se retiró a su habitación. Grabó un video que tenía pendiente con Alex y partió a dormir luego de haberse despedido de Guille por mensaje. Su cabeza comenzó a maquinar aquellas filosofías de la vida que tenía en mente. Estaba raro, contento y a la vez no. Su relación iba muy bien, sin importar los conflictos salían adelante; cada día mejoraba su canal, por lo que su trabajo también; venían nuevos proyectos muy importantes... Pero estaba en una discusión moral constante consigo mismo, y todo se resumía en YouTube. Su fuente de trabajo, la plataforma en la que se suponía que podía ser él mismo, su sueño cumplido y a la vez su pesadilla. Quería gritar a los cuatro vientos que le gustaba su mejor amigo; abrazarlo, besarlo, dejar de ahorrarse comentarios, poder denominarlo su novio, hacer todo en público sin la necesidad de no ser vistos. ¡Tenía ganas de sentirse normal por un segundo! 

La fama lo tenía agotado hasta cierto punto, y a eso se le sumaba que no podía decir abiertamente cuáles eran sus gustos. No era una situación típica, no se podía inspirar en libros o comedias románticas ya que éstas reflejan situaciones de la vida cotidiana — comúnmente —, ya no sabía cómo lidiar con su yo.

Todo lo bueno tenía su lado malo, y viceversa. "No te puedes quejar, puedes dejarlo cuando quieres; y estás cumpliendo el sueño que muchos aspiran." ¿Cuántas noches se había repetido a sí mismo esa frase? Quería creérselo, porque era verdad, técnicamente. Pero le dolía tener que ocultar una parte tan esencial de sí mismo, en cierto modo, sentía que no era cien por cien sincero con quienes lo seguían. Siempre él había buscado la forma de conformar a los demás evitando saciar sus necesidades, olvidando que éstas a veces se superponen. Este era el momento de abrir los ojos.

Algo que le crispaba bastante, era que la gente solía recordarle que, con las cantidades sumamente grandes de dinero que ganaba, no tenía ningún derecho a quejarse o sentirse mal. Eso lo deprimía más; cada vez que intentaba expresarse de cierta forma en sus videos o incluso en alguna otra plataforma, recibía esos comentarios bajándole aún más su felicidad. Esperaba obtener comprensión, no odio. Los euros que ganase no le iban a comprar alegría.

[...]

Ya en el auto, encaminándose a la casa de Alex junto con Guille pudo notar que él no era el único raro. Su novio se encontraba con una sonrisa escuchándolo hablar, pero completamente desconectado. Samuel no podía permitirse ignorar algo tan evidente.

- ¿Estás bien? – Preguntó, pero los segundos pasaron y no había respuesta. Esa era la prueba más evidente de que sólo fingía escucharlo. - ¡Eh, Guille! – Le tocó el hombro pinchándole la burbuja en la que se había escapado. – Te estaba hablando.

Compañeros amorosos ∫ wigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora