Final: Infinito y eterno.

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Las vueltas de la vida, te enseñan lo que es estar neutro, para luego arrastrarte al Infierno y al Cielo, sucesivamente, hasta que alguien te detiene, en el lugar correcto. Un intermedio. La Tierra. La combinación perfecta de la realidad de la lágrima, superada por lo surreal del amor.

Unos cuarenta y siete días habían pasado desde el primer beso (luego de la separación tan abismal), al cual lo siguió una conversación en la que se profundizaron los temas delicados, que siempre evadían. Terminaron en acuerdo de lo más conveniente, que dejó sus sonrisas intactas.

Decidieron correr en círculos, en el círculo del otro. Decidieron dejarse amar, y hacerlo bien. Decidieron reintentar, con la experiencia y sabiduría que necesitaban. Decidieron ser ellos mismos, sin restricciones, sin pudor ni miedos impedidores.

Decidieron, ser real.

Querían un inicio fresco, sin presiones, ni prisas torpes que los hacían tropezar. Conservaron sus viviendas originales, ambos en casa de sus padres. Se explicaron el uno al otro, que buscar un piso juntos, sería ir más rápido de lo necesario.

Después de todo, un año era sólo una vuelta al sol.

Se refugiaron en el seno de la familia. Dieron a entender toda la situación, sin adelantarse a los hechos, contestando las incógnitas de los desconcertados, que luego, comprendieron todo. Los fantasmas del miedo, se deshicieron con la positividad de los seres queridos.

Últimamente, se veían lo más que podían. Y eso incluía sus trabajos. Volvieron a la rutina de series compartidas, de comentarios en redes sociales, a las fotos, a grabaciones juntos. Retomaron el camino que habían dejado a medias, para terminarlo unidos.

Todo el mundo notó el cambio, así como notaron los primeros dos (el amor, y luego el alejamiento). Sus canales habían recuperado la chispa, tal y como sus dueños. Ahora estaban alegres, y eso se veía, ni los ciegos serían capaces de no sentirlo.

Estar de vuelta en ese amorío correspondido, era como estar extasiado a todas horas, como ir a Disney cada vez que querían, y encontrar esa canción que hace tanto buscaban. Una sensación infinita, interminablemente inexplicable.

Tras el tiempo, notaron que el amor no es como te lo pintan las películas, libros, o canciones melosas. El amor no se puede contar, porque es se lo vive a su manera, y nunca, es igual a la del otro.

Sus amigos emparejados, tenían concepciones del mismo completamente diferentes (y empalagosas para Guillermo), porque lo vivían desde otro lado. Y por más que éstos, trataban de explicarles cómo saber si es amor, o no, era imposible. Porque Samuel lo vivió de una forma, Guillermo de otra, y así todos.

Salían a comer a menudo, se juntaban entre amigos y en la intimidad. Revivieron las caricias, los abrazos y besos escondidos del público, encerrados en su realidad, ajena a los expectantes, incluso, cercanos. Se mantenían en una burbuja, sólo ellos dos. Felices.

Supieron lo que "felicidad" significaba.

Ellos eran felicidad. (Y el uno para el otro)

Amaban estar así, poder ser reales, transparentes el uno con el otro.

"Eran cajas de cristal, llenos de sentimientos."

Con tan sólo mirarse, lo sabían todo. Conocían de memoria sus detalles, qué decir y cómo, los preferidos que tenían, y las heridas que algún día sanarían.

Y eso era el amor, para ellos.

Entonces también, supieron qué significaba el "amor". (Estaban llenos de él)

Guillermo y Samuel se perdían, con la única intención de ser encontrados por el otro. Porque les fascinaba la atención, protección y cariño constante al que estaban sometidos.

[...]

Se habían reunido con todos sus amigos actuales del trabajo. El famoso grupo que "reinaba" el YouTube hispano. Sus queridos Frank (quien vino sólo para verlos), Mangel, Rubén, Luzu (que se encontraba en visitas familiares), y Alex, en casa de éste último.

Estaban viviendo aquel clima, que tanto disfrutaban. En compañía, con música alta como sus risas, vecinos quejándose, bebidas y charlas hasta la madrugada. Hablando de esas experiencias vergonzosas, recordando cada momento compartido, y contando lo nuevo.

Frank reía junto a Alex. Ambos eran un combo explosivo, con una alegría extraída de la sinceridad evidente. Podían hacerte ver el error, y convertirlo en una broma sólo para no ver la tristeza eminente. Dos personas espléndidas, completamente incondicionales, pensaba el pelinegro. Bebían el alcohol con ganas, armando escándalos cómicos entre la junta.

Mangel era un corazón desnudo, sin complicaciones. Atento y buena gente. Siempre entregaba su tiempo a los demás, en especial a su único y más especial mejor amigo. Vivía para él, sin su compañía era nada. Todos en el grupo admiraban esa característica que lo diferenciaba; se notaba, siempre sentado a su lado, observándolo como si de un ángel se tratase.

Luzu era un tipo serio, miraba a todos con una cara indiferente. Le costaba demostrar cariño, se infundía de preocupación (probablemente por la experiencia raíz de la edad). Estaba en el sofá frente a la pareja, con una sonrisa cálida, sin forzar sus facciones, atento a cada movimiento que poder cuestionar, en busca de indicios de tristeza para ayudar.

Rubén, el que sufría como nadie pero sin pedir ayuda, fumaba en el balcón del salón donde todos se encontraban, y a Samuel, quien era mayor, se le hacía raro. Él era como un infante, y cuando tenía un cigarro en la mano, se veía como uno imitando a sus padres.

— Willy, no te quedes mirándole, que quedas mazo raro, tío. — Comentó riendo a carcajadas al notar como su amigo, era observado. Éste se tornó carmín al instante, achinando aún más (si es posible) sus ojos, sometidos a la presión de sus mejillas levantarse por su risa nerviosa.

Si bien le incomodaba que lo pillen en esas situaciones, lo extrañaba. Porque era la calidez de lo molesto, sólo, porque tus amigos lo hacen. Y así, era convivir por unas horas con ellos. Eran bromas pesadas, insultos que iban dirigidos con cariño, y por sobre todo, risas de fondo como si fueran la banda sonora de la película que vivían (mejor conocida como "vida").

Entonces la pareja, se llenó de nostalgia. Ambos pensaban lo mismo, ya que estar juntos, les movió el suelo una vez, devolviéndoles el sustento que llamaban como "alegría". Todos sus amigos lo notaron, estaban atentos a ellos por encima del resto. Enterarse que se habían separado, y peor aún, no eran más amigos, los había devastado. Era ver un gran lazo, cortarse (en éste caso, enredarse).

Pero ahora, les alegraba verlos de vuelta unidos como antes, e incluso más. Por lo poco que habían oído de su parte, estaban reintentándolo. Y eso era bueno. Porque juntos, eran felices. Se veía a la legua.

— A ver, a ver. ¿Por qué brindamos? — Preguntó Alex alzando su vaso congelado con la cerveza, cerca de los otros.

— ¡Por el wigetta! — Soltó Mangel con su divertido acento andaluz, que siempre, lo había caracterizado tanto. Todos rieron, incluyendo ellos dos, dedicándose una mirada nerviosa que pasó desapercibida ante el resto.

— Hombre, por la amistad, mejor, ¿no? — Intervino Guillermo con una expresión sincera.

— Espero que te refieras a todos en general, y no a ustedes dos, ¿sabes? — Expresó Frank, recibiendo un leve codazo por parte de Luzu. — Digo, porque estáis juntos a más no poder.

Y todos unieron sus vasos en un estruendoso choque de cristales, como brindis. Un brindis por todo, por la amistad, por la unión de todos nuevamente, por lo compartido... y bueno, por el wigetta también.

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Dentro de nada publico el epílogo :) 

Compañeros amorosos ∫ wigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora