Un nuevo futuro me espera al otro lado del país. Tengo el dinero suficiente como para vivir el resto de mi vida de buena manera, sin necesidad de trabajar. Todo eso viene de herencia de mis padres, que murieron en un accidente de avión mientras trabajaban cuando yo aún tenía 10 años. Para esa edad, yo ya estaba acostumbrada a vivir sola sin ayuda de nadie.
Cuando llegue a mi destino eran las 10;00, un buen momento del día para buscar una agencia de habitaciones en alquiler, en una zona con poco ruido.
Me recomendaron varios sitios, pero hubo uno que más me gustó ya que era muy luminoso, y le pedí al hombre de la agencia que me llevara a dicho lugar.—Se me olvido mencionarla que este piso tiene dos habitaciones, una ya está alquilada y la otra es para usted, espero que no le moleste—dijo, intentado disculparse.
—Por mí no hay problema, mientras no me moleste estará bien. ¿Pero sabe quién vive ahí? No me gustaría vivir con un okupa o algo así.
—Lo siento, pero esa información no la tengo, pero no se extrañe, el piso está en unos de los mejores barrios de la ciudad y no habrá inconvenientes con su compañero.
Era un piso normal, ni muy grande ni muy pequeño, lo suficientemente grande para que viviesen 2 personas.
El hombre me dio las llaves de la casa y otra copia por si acaso, y abandonó el lugar.