Deseado y no muy creíble. Hablamos de Castiel, un chico quien atrae a las mujeres solo para tener sexo, ¿y quién me dice a mí que no me está usando? Y por si fuera poco ¿cómo se yo que las palabras que me dijo el día anterior no se las decía también a otras?
Sin saber qué hacer ante el beso, reaccione por instinto.—Para—dije mientras le separaba.
El pelirrojo, impresionado, se apartó mientras me dirigía una mirada interrogante.
—¿Por qué?—dijo decepcionado y a la vez un poco furioso.
—Porque... Porque estoy confusa.
—¿Confusa? ¿Y de qué?—respondió.
—Quizás me uses con el mismo objetivo con el que usas a las demás mujeres—contesté.
—¿¡Pero qué demonios dices!? ¿¡Es que acaso has pensado antes de hablar!?—gritó agresivamente.
Sorprendida y sin pensármelo dos veces, cogí mi pequeña mochila y me marché de la playa corriendo.
Me daba igual si venía detrás de mí o si se había quedado ahí, maldiciéndome.
Ya un poco lejos de donde estaba el pelirrojo, entre en una cabina para cambiarme la ropa. No quería irme a casa con él, así que me di deprisa y rápidamente me dirigí a buscar un taxi que me llevara.Al llegar a mi destino pagué al taxista y entre al hogar discretamente. Como no quería encontrarme con el pelirrojo y mucho menos tener que darle explicaciones de mi huida, me encerré en mi cuarto para dormir como un koala.
Tras unas horas de descanso que a mí se me pasaron como si fuesen minutos, me desperté debido al ruido del exterior. Mire el reloj, el cual marcaba las 2AM ¿y quién iba a ser más que Castiel?Salí al salón para saber a qué se debía tanto jaleo. Ahí se encontraba él, que por lo que veo acababa de llegar a casa.
—¿Por qué llegas tan tarde?—dije mientras me estiraba.
—Oh oh ¡aquí estás mi pequeña furia! ¿A qué se debe esta escapada sin avisarme?—contestó mientras se acercaba a mi.
Con tan solo ver cómo anda, sé que está borracho, o más bien alegre. Es consciente de lo que hace, pero no está en sus plenas facultades.
—Apestas a alcohol—respondí y le aparté
Sin pensármelo dos veces, le cogi de la mano y le lleve al baño, necesita una buena dosis de agua fría.
Tras un gran esfuerzo intentando que se mantenga en pie dentro de la ducha, abrí el grifo de agua fría.—¡Jod*r Abril, que fría esta!—chilló.
—Espero que esta pequeña ducha te despierte
—¡Cómo no me voy a espabilar después de esto! ¡Cierra ya el maldito grifo!—gritó un poco más consciente.
Tras seguir sus órdenes, salió de la ducha y se fue a su cuarto con una toalla. Ahora sí que está más normal, y sobre todo menos ebrio. Quién sabe, quizás hasta se le haya ido la borrachera.
Después de un largo rato me encontraba en el salón, sentada en el sofá esperando a que saliera de su habitación y se dignara a hablar conmigo por lo de esta tarde.
En menos de unos diez minutos Castiel salió.—Bueno... Pienso que tenemos que hablar ¿no crees?—dije un poco molesta.
—¿Hablar de sobre qué?