Una parte de mí tenía muchas ganas de este momento, pero otra aún más fuerte y racional decía que estaba mal. Soy consciente de que él se merece algo mejor que yo. ¿qué ha visto en mi que las demás chicas no tenga?
Como un niño pequeño, el pelirrojo se separó de mí y huyó encerrándose en su cuarto. Me quedé sorprendida ante su reacción, yo pensaba que me diría algo típico de él, pero no. ¿Tenía miedo de mi reacción o simplemente no sabía qué decir?
Sin dudarlo dos veces, me acerqué hasta su puerta. Esto no se podía quedar así.
—Vaya vaya, ¿quien me iba a decir a mí que Castiel, iba a tener miedo de mi?—dije esperando una respuesta por su parte.
Sabía que me estaba oyendo, ya que podía escuchar el sonido de su respiración al otro lado de la puerta.
—Espero que mañana te dignes a hablarme, pero antes tienes piensa lo que vas a decir, antes de cagarl*—finalice.
Al igual que él, me dirigí a mi cuarto para intentar al menos dormir un poco.
—¿Pero tú te has visto? Fíjate, antes estabas gorda. Ahora me das asco—soltó cruelmente.—¿P-Por qué dices eso? he bajado de peso por ti, y me sales con esto...—respondí desanimada.
—¿Tú te has visto en un espejo? ¡Solo se te ven los huesos! No quiero seguir con un cadáver viviente como tú. Esto se ha acabado.
De un sobresalto me levante de la cama Sudando y con unas cuantas lágrimas en los ojos por el miedo. Malos recuerdos pasaron por mi cabeza por aquella pesadilla, en la que mi exnovio me dejaba por mi pésimo estado físico.
Medio dormida medio despierta, el pelirrojo entra a mi cuarto dando un portazo, un poco agitado.—¡Maldición Abril, se hace tarde cámbiate rápido!
—¡Pero para qué!—grité asustada.
—¡Solo cámbiate!—finalizó mientas se iba del cuarto.
Un poco confusa me di prisa y me dirigí a mi armario para buscar algo de ropa. No me acuerdo de haberme comprometido a ir alguna parte con él ya que después de lo ocurrido anoche, huyó sin decir ni una palabra.
Tras unos minutos, salimos de casa y fuimos en moto hasta llegar a un lugar que parecía de clase alta.
—Aún no me has dicho porque hemos venido hasta aquí
—Se me olvidó que tenía una entrevista hoy a las 9:30 am...—contestó casi en susurro.
—¿Y para qué querías que viniese yo? Te las puedes arreglar tu solito. Que yo sepa no soy tu mánager—respondí.
—Te quiero cerca de mi—finalizó mientras me abrazaba por hombro con su típica sonrisa tonta.
Sin saber qué decir, caminamos hasta El sitio donde se iba a realizar la entrevista. Varias personas pasaban delante de nosotros y una de ellas se llevó al pelirrojo a un espacio para maquillarle, dejándome sola.
Tras unos diez minutos las cámaras, luces se encendieron, y la gente se preparaba para comenzar ya. Me fijé que además de Castiel estaba otra persona junto a él a quien también entrevistarían.
Hicieron muchas preguntas: sobre el duro trabajo del modelaje y los grandes sacrificios que debían hacer (ejercicio físico, ser famoso y la poca intimidad que podían tener) Por último, hablaron del tema que siempre se tiene que sacar: el amor. Ambos intercambiamos miradas, él me observó con una mirada interrogante, como pidiéndome permiso para decir que tenía algo conmigo. En un movimiento rápido, ya que no sabía que pensar aparte mi mirada.