Un sueño, quizás todo podría haber sido un sueño. Me encuentro en mi cama, igual que cuando volví del hospital.
Salí de mi cuarto para buscar a Castiel, ¿realmente se había declarado o era todo mi imaginación? Tras llamar a su puerta y ver que no estaba, me di cuenta de que se encontraba echado en el sofá, tapándose de la luz con su mano.
—Vamos Pelirrojo, es hora de levantarse—susurré mientras acariciaba su cabello.
—Solo un rato más enana...—respondió medio dormido.
—Entonces iré yo a hacer el desayuno "su alteza"—dije burlona.
Me aleje del salón y me dirigí a la cocina a preparar la comida. De un momento sentí con Castiel me abrazaba mientras yo estaba dándole la espalda.
—¿¡Q-qué haces!?—grité avergonzada.
—Oye oye, relájate. Solo quería abrazarte...—respondió desilusionado.
El Pelirrojo se sentó y engulló su plato, mientras que yo me limité a comer una pieza de fruta. La verdad, no se preocupó mucho por mi comida ya que estaba sumergido en sus pensamientos, ¿así que de verdad no era un sueño su declaración? Por si las moscas, no hablaré sobre ello, y si llega a hacer algo como lo de hace un momento, se lo preguntaré sin dudar.
Después de desayunar, Castiel se fue a su cuarto y yo por mi parte, me quedé viendo la televisión. Al cabo de unos diez minutos, él salió con una mochila y con ropa veraniega.
—Despégate del sofá, nos vamos a la playa—dijo mientras cogía las llaves del vehículo.
—¿Y eso? ¿Por qué tan de repente?
—Hace un calor insoportable, necesito algo de aire fresco. Y Date prisa, se va a hacer tarde—respondió.
Me dirigí a mi habitación y puse en una mochila lo básico para irme. Seguido de esto me coloqué mi bikini y salí de casa para reunirme con Castiel, quien me estaba esperando con el coche en marcha.
—¿Desde cuando sabes conducir también coches?—dije Asombrada.
—No tiene ningún misterio, realmente no es tan difícil si ya sabes manejar una moto.
—¿Cuánto tardaremos en llegar a la playa?—pregunté impaciente.
—Una hora, ¿por qué, te mareas en los coches?—respondió con un tono preocupado.
—¡No, no que va! Es la primera vez que voy a la playa, así que estoy un poco ansiosa...
—¿En serio? Yo suelo ir cuando tengo problemas. Podría decir que me ayuda a resolverlos.
—Entonces eso quiere decir que ahora mismo tienes un problema...—dije.
—Eres realmente estúpida, nunca pensé que llegarías a estos extremos. El problema que tengo eres tú, Abril.
Quizás quiera decir que le molesto, o que realmente si confesó sus sentimientos pero yo he actuado como si no me impresionara.
Sin saber que hacer, no di respuesta a su comentario y estuvimos en un tenso silencio hasta llegar a nuestro destino.Cuando nos adentramos a la playa y colocamos nuestras toallas, observé a varias chicas que pasaban con discreción cerca del pelirrojo, susurrando lo apuesto que era en persona. Poco a poco, y sin darnos cuenta, se formó un círculo de admiradoras alrededor del modelo.
—S-señor Castiel... P-podría darme un autógrafo... ¡Por favor!—gritó una chica nerviosa por verlo.
—Claro, pero no me llames señor, que no soy tan mayor—respondió con gran simpatía.
Cada vez había más gente, la cual se acercaba a ver quien había entre tantas personas. A su vez, yo me iba agobiando más y más, así que decidí coger mis cosas e ir a un sitio más alejado y tranquilo.
Una media hora más tarde, el Pelirrojo me encontró, y por lo que observé estuvo corriendo.
—Si te vas a ir por tu cuenta avísame, y no te traía conmigo—dijo.
—Me estaba agobiando entre tanta gente y además no quería molestarte.
—Tú nunca molestas. Venga, vamos a bañarnos—contestó.
Seguido de esto cogió mi mano y me arrastro hasta el agua. Al estar alejados de la gente pudimos estar más relajados, y sobre todo jugar un poco más.
—¡Corre corre, mira aquello que se ve a lo lejos Castiel!—grité mientras señalaba a la lejanía.
—¿Pero qué demo-
Sin dejarle terminar la frase, me lancé hacia él y le hice una ahogadilla. Haya sido cruel o no, me reí un montón mientras jugábamos entre nosotros. De la misma manera y sin quedarse atrás, el Pelirrojo también se lanzó al ataque y me molestó por lo que todo acabo en una guerra de ahogadillas.
Después de estar varias horas en el agua ya se hizo tarde, así que me sente en la orilla del mar a observar el atardecer.
—¿Te gusta el mar enana?—dijo mientras se sentaba a mi lado.
—Si, es realmente bonito ver el atardecer en un sitio como este...—respondí nostálgica.
—Estos momentos se vuelven inolvidables, sobre todo si estás con la persona correcta.
—Escucha pelirrojo, realmente no recuerdo lo que me dijiste ayer por la noche. Lo siento.
—¿Qué no te acuerdas dices?—contestó asombrado.—Entonces dejame que te lo recuerde...
Quizás fue la primera vez en la que Castiel demostraba esa parte tierna y cariñosa que dormía dentro de él, pero que acababa de despertar en aquella tarde de verano con un beso.
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Quería agradecerles a todos ustedes que han llevado leyendo todas mis historias, son lo mejor de lo mejor. Ha pasado menos de un año y llevo más de 100K de lecturas en todas ellas.
En serio, gracias de verdad, son increíbles.