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Habían pasado ya tres semanas, tres largas y lentas semanas desde la última vez que hablé con Jeff. En varias ocasiones mis amigas me habían dicho que Jeff se la pasaba viéndome pero yo me negaba infinitamente a mirarlo. Vecka y Kari me insistieron en que le hablara que intentara arreglar las cosas pero no sabía cómo hacer eso. Durante estos días había estado quebrándome la cabeza tratando de adivinar y saber porque me había estado comportando de una manera tan ridícula desde el día en que vi a Jeff por primera vez y entonces llegué una noche me descubrí a mí misma mirando nuestra fotografía, sonreía como una idiota y también me descubrí fantaseando en una historia de amor entre él y yo. Ya no podía seguirme negando, estaba enamorada de ese chico, me había gustado desde el primer día y todos me lo decían, la única que no lo quería ver era yo porque bueno él no sentía lo mismo por mí. Sabía que no iba a poder hacer nada al respecto para cambiar sus sentimientos para también sabía que él era un buen chico y yo ya lo consideraba un buen amigo, no iba a dejar ir esa oportunidad, quería a Jeff en mi vida y si la forma de tenerlo cerca era como un amio entonces eso haría.

"Solo es un chico" Me repetía esas palabras continuamente, respiraba profundo y levantaba la cara, entonces al verlo cerca de mí mis pensamientos y mi respiración se volvían estúpidos. Mierda.

Él jugaba futbol como casi todos los días y yo no podía quitarle la mirada de encima, lo peor de todo es que era la chica más obvia que pudiera conocer. Cada vez que lo veía pensaba que no había otro chico más guapo como él en esta jodida escuela. Era alto con piel clara, sus ojos eran claros y parecía que brillaban más bajo el sol, sus labios eran gruesos y eso solo provocaba querer besarlos hasta desgastarlos, sus gruesas cejas despeinadas y sus pestañas largas, su cabello negro alborotado pero que de alguna forma se acomodaba en un sexy peinado, su espalda era ancha, su sonrisa era la más hermosa que hubiera visto y su voz...Era la voz más perfecta en todo el mundo con ese acento norteño que me enamoraba.

Y aquí estaba yo babeando por él cuando ni siquiera se ha volteado a mirarme, cuando ni siquiera ha notado mi presencia...Debía dejar de fantasear con él, no me hacía ningún bien un amor platónico. Él no estaba enamorado de mí como yo de él, y eso dolía.

–¿Ya le hablaras?-susurra Vecka cuando Jeff pasa tan solo a unos metros de nosotras.

Me encojo de hombros. –No lo sé. Quiero hacerlo pero no sé qué decirle.

–Solo salúdalo y él verá que quieres volver a hablarle.-sonríe Kari.

Asiento. –Lo haré.-prometo.

El receso ya casi iba a la mitad, Jeff estaba en la cancha con sus amigos platicando cuando una chica pasó a su lado y los amigos de Jeff comenzaron a molestarlo con que ahí iba su novia. Jeff se sonrojó, ¡Joder, él se sonrojó! Nunca lo había visto de esa manera, nervioso y sonrojado, entonces entendí que esa chica realmente le gustaba. Era una chica guapa, con cabello largo y un poco ondulado, tenía grandes ojos cafés oscuros y unas cejas perfectamente delineadas. Después de que los amigos de Jeff casi lo empujaran contra la chica él se acercó a saludarla con un beso. La chica sonreía de igual manera, sus mejillas se tornaron rojas y Jeff parecía nervioso al estar cerca de ella.

En ese momento no supe cómo pero algo se había quebrado dentro de mí, tenía muchas ganas de llorar y por más que quise controlarlo no pude hacerlo, el sentimiento se había apoderado de mí, me levanté lo más rápido que pude y me fui a encerrar al baño, Kari y Vecka me habían seguido desde el momento en que me vieron salir corriendo.

–¿Jazzy?-Vecka golpea la puerta del baño un par de veces. –¿Estás bien?

–Sí, solo déjenme sola un rato sola... por favor.-murmuro. De verdad me estoy esforzando por controlar mis sollozos pero no estoy obteniendo un buen resultado. ¿Cómo es que había llegado al grado de llorar por ver a Jeff con otra chica? Me sentía fatal y realmente no sabía porque, Jeff solo era un amor platónico y no había motivo alguno para que yo me estuviera comportando de tal manera.

Mi platónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora