Y supongo que antes no era así, pero con el tiempo te das cuenta de que es más fácil callarse que hablar, es más fácil sonreír que explicar por qué lloras, es más fácil fingir que sentir.
Y es, cuando te das cuenta de eso, que cierras por completo tu corazón, sin importarte quien quiera entrar, solo te aseguras completamente de que nadie pueda volver a hacerte daño.
Pero entonces se te olvida lo más importante de todo, y es que cerrándote por completo sigue habiendo una persona que puede hacerte daño, y ese eres tú.
Porque inevitable e inconscientemente, intentando que no te hagan daño, te estás haciendo más daño que el que nadie te va a poder llegar a hacer en toda tu vida, es irónico ¿no?
Te estás haciendo el daño de impedirte vivir momentos increíbles, situaciones inolvidables y, sentir cosas inexplicables e irrepetibles, que son indispensables para sobrevivir.
Cosas como la alegría de tener un amigo, la satisfacción de arriesgarte y conseguirlo, la enorme sensación de sentirte querido y las mariposas en el estómago cuando quieres a alguien.
Aunque también te pierdes desilusiones, fracasos y sentimientos contradictorios, pero como se suele decir y, con mucha razón,
"no hay blanco sin que haya negro".Así que ya tienes que ser tú quien decida si es mejor arriesgarse a perder y poder ganar o conformarse con lo que se tiene y dejar que la vida pase a tu alrededor sin que participes en ella.
¿Te cuento un secreto?
Yo he elegido arriesgarme,
y de momento voy ganando
y si estás de acuerdo conmigo:Puedes unirte a mi equipo.
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