Mantengo una charla con el Oráculo.

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Después de entrar en la cabaña de Zeus, nadie fue a presentarse, en realidad pocas personas sabían que yo estaba ahí y me evitaban. Sin contar el punto de que es una adolescente de 300 años totalmente ajena que llegó a su estancia vestida de una túnica blanca -que por cierto tuvo que cambiar para no tener más miradas de disgusto- mientras andaba deambulando por todo el lugar.
Entonces escuché el galopeo de Quirón no muy lejos de ahí. Se estaba acercando a la cabaña de Zeus. Y por su sonido,no está nada contento.

Salí de adentro con aire de despreocupación. Hacia una hora recogí mis rizos y cambié mi túnica por un vestido azul con margaritas.
El sermón, se acerca, lo sé.

Quirón: Tu padre está muy preocupado y enojado. Dadas las circunstancias habrías tenido un castigo.

Noe: Pues, vamos. No tengo miedo. -- Aunque todo en mi interior se estremeció--. Espera, ¿Habría tenido?

Eso quería decir que por algo no había sido castigada y estoy segura que no fue compasión.

Quirón: Debes hablar con el oráculo.

Todo comenzaba a tener sentido. El oráculo y el no estar con un castigo.

Quirón: El castigo se hará, si no cumples tu misión antes del solsticio de invierno.

El día mas oscuro, cuando Hades arribaba al Olimpo.

Quirón: Ahora acompañame.

Luego de cerrar la puerta y alejarme de sus cuartos, lo acompañé hasta la Casa Grande.
Una mirada de afirmación y subí las escaleras sin protestar.
Entré para encontrarme, junto a la ventana en un taburete de madera de tres patas a un objeto asqueroso: una momia. No de las envueltas en vendas, sino un cadáver de mujer encogido y arrugado como una pasa. Llevaba un vestido teñido con nudos, muchos collares de cuenta y una diadema por encima de una larga melena negra. La piel del rostro era coriácea, y los ojos eran rajas de cristal blanco, como si hubieran reemplazado los auténticos por piedras de mármol; llevaba muerta muchísimo tiempo.
Se retrepo en el taburete y abrió la boca. De adentro de la momia salió una niebla verde que se enroscó en el suelo con gruesos tentáculos, silbando como veinte mil serpientes juntas. Retrocedí de instinto.
Una voz resonó en mi mente: «Soy el espíritu de Delfos, degollador de la gran Pitón. Acércate, joven diosa y pregunta.»
Noe: Mi pregunta es, ¿Cuál misión debo encomendar?
Un joven dios, se revelará contra los Tres Grandes. Deberás detener su derrocamiento. Recuerda; si pelea será tu tormento eterno.
Me quedé alelada contemplando cómo la niebla se retiraba y, enroscándose como una enorme serpiente verde, se deslizaba por la boca de la momia.
Noe: ¡No! ¡Espera! --grité--. ¿Un dios joven? ¿Que quieres decir?
La cola de la serpiente de niebla desapareció por la boca de la momia, que se reclinó de nuevo contra la pared y cerró la boca con fuerza, como si no la hubiera abierto en miles de años.

Bajé aturdida, era imposible, los dioses jóvenes eran felices en el Olimpo. ¿Por qué uno haría tal cosa? ¿Por qué yo debería averiguar y terminar con tal cosa?

Quirón esperaba con aire ansioso y preocupado.

Quirón: ¿Qué ha dicho?

Recite las exactas palabras del Oráculo.
El centauro puso una mano bajo la barbilla y estudió el piso pensando en lo que había dicho el espíritu de Delfos.

Quirón: Como creí... ¿Aceptaras?

Noe: --Asiento sin dudarlo--.

Quirón: Arreglaré las cosas para que mañana temprano te marches.

Asenti y me alejé de ahí caminando hacia el bosque, me adentré en él. Quería de alguna forma olvidar todo.

Piensate esto, eres una joven diosa que se escapó de su padre, terminó en un campamento de mestizos. Tienes dos hermanos en el campamento (que no se encuentran, porque están en una misión), por lo tanto no los conoces. Te encomiendan salvar el reinado de lo dioses. Aceptas porque sino te freirán viva. Tienes las virtudes de todos los dioses pero tus sentimientos son mortales.
Ya te hiciste una idea de lo que se trata mi vida. No sientas lástima.

Las ninfas correteaban perseguidas por los sátiros. Ellas le había prometido darles un beso si las atraparan pero las divinidades se convertían en árboles o arbustos. Y ellos se daban un verdadero porrazo.

Más adentro, solo se oía el canto de un pájaro.
En el río se encontraban dos náyades. Me saludaron amistosamente, y siguieron su camino.

En el Olimpo, tenía charlas con Poseidón sobre los mortales y el mundo, mortal. La relación con Hades era un poco mejor, una vez lo ayudé con cerbero, pobre perrito hermoso, necesitaba jugar con alguien. Mis viajes eran "viajes sombras" por eso nunca vi el mundo.
Mi padre, Zeus, a veces no me daba el permiso para ir. No tiene confianza en Hades. Pobre de mi tío, tiene una terrible tarea en el inframundo.

Un gruñido me sobresaltó. Era un aleteo con unos gemidos que hacían estremecerme. No tenía armas. Pero, había empezado a dominar los rayos, un poco las aguas, al igual que las gritas en la tierra.

Esperé el ataque...

Hija de Zēus (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora