Mi secreto: Parte dos.

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Mi secreto, parte dos.

El ojinegro la miraba con la boca abierta, y los ojos como platos. No podía creer lo que escuchaba, y eso le sorprendió porque hizo muchas acusaciones sobre la chica.
Noe prosiguio con su relato, porque él le había preguntado, ahora tenía que escucharla. Intentaba que su voz no se quebrara al hablar.

Noe: Entonces --suspiró--. La mejor solución fue que a esa niña indefensa la encerraran en una habitación, totalmente aislada de los demás dioses o cosas que observar. Entonces empezó a crecer y su voz tenía potencia. Habían dioses a favor de la pequeña y otros que no. Se hizo una votación, ganaron que ella podía salir sólo a lugares por viaje sombra y acompañada. Tenía límite de tiempo. Y se cansó, no tenía identidad, era una muñeca de trapo hasta que escapó para poder vivir. --dijo con la voz quebrada y nunca supo cuando había empezado a llorar pero no pudo parar--.

A Nico el relato y el estado de la joven diosa le atraveso al corazón como pequeños cuchillos. Sintió que él lloraría con ella.
No reprimió más los deseos y la abrazo con mucha fuerza.
Esta se sorprendió por el gesto y lo correspondió, llorando en su hombro.

Nico: Eso nunca ha sido una buen opción, pobre de ti. Encerrada día y noche... --dijo, recordando cuando él estaba en el Casino Lotus--.

Un súbito calor los inundó, se encontraban muy cerca uno del otro y sintieron la necesidad de besarse, volverse a abrazar o a decirse "me gustas". Pero nada de eso paso, sino que quedaron hipnotizados mirándose a los ojos y una parte de sus cerebros dijo "acción o alejarse". Entonces, se alejaron con las mejillas rojas y calientes.

Nico: Vamos a seguir un poco más. --No sabía que decirle, la chica confesó semejante dolor y eso lo hizo sentir tonto--.

Noe sólo se limitó a asentir y a erguirse para caminar unos kilómetros más, en busca de no se qué.

Eso hicieron caminaron por las calles transitadas. Aunque el sol se escondía, la ciudad no dejaba de estar atestada de gente.

Una sombra rápida pero no tanto para sus reflejos pasó por su costado izquierdo. El dolor punzante en su mejilla la estremeció, instintivamente se llevó la mano al lugar adolorido y un líquido espeso, en gran cantidad caía hasta llegar al cuello, y perderse por su escote.
No logró reaccionar que otra parte de su cuerpo ardía con el mismo dolor. Más líquido. Otra vez, en su espalda, su mano, su frente y luego las piernas. A pesar de ser una diosa, su sangre era roja como la de los humanos. Y esta se encontraba derramada por todo su cuerpo.
No supo cuando se cayó y perdió el conocimiento. Aunque el grito de su nombre floto en su mente por unos segundos, minutos y horas. No lo sabía.

Se despertó con el canto de un pájaro, oyó que alguien a su lado sollozaba y sostenía su mano. Era Nico, podía sentirlo en la tristeza de su aura y sus manos frias.

Noe: No estoy muerta. --para su sorpresa su voz sonaba débil, muy débil--.

Nico: --se reincorporó con rapidez y secó sus lágrimas, ¿Acaso lloraba por ella?--. Maldita sea, tu aura había desaparecido. Fueron los tres días más desesperantes de mi vida.

Al oír "tres días" se levantó de repente e hizo que el chico se asustara y ella se sintiera mareada.

Noe: No, no puede ser, fueron minutos. --dijo llevando una mano a su cabeza y otra al estomago--.

Nico: Tranquila,gracias a los dioses tenías ambrosia y néctar, tengo noticias. Buenas y no tan buenas.

Lo miró con recelo y cansancio. Acababa de despertar y el dolor la atacaba otra vez.

Noe: Soy toda oídos. --Estaba siendo dura, lo sabía, pero era por su estrés y dolor corporal. Pero Nico no debería sufrir por su malhumor, entonces le sonrió--.

Nico: Buenas noticias, un chico, Noah es su nombre --no pudo sentir una oleada de náuseas al escuchar nombrarlo--. Dice ser amigo tuyo y quiso ayudar con la misión. Me dio las coordenadas de una isla.

Volvió a mirarlo, parecía hasta entusiasmado con la idea pero ella palideció.

Noe: No, no podemos confiar en él.

Nico la miro como si se hubiera vuelto loca y luego comprendió; ella no tenía amigos.

Nico: ¿Quién es el tipejo? Sé que lo sabes. Sueltalo.

Noe nerviosamente llevó sus manos temblorosas al ya enmarañado cabello y musito con cierto desgano;

Noe: Mi hermano, gemelo. Quiere matarme.

Nico pensó en silencio, todo de verdad encajaba hasta eran parecidos.

Nico: Él, ¿es el peligro que dice tu profecía?

Con el ceño fruncido le dedicó una mirada de esas que dicen "¿Cómo rayos sabías eso? ¡Es confidencial!" o lo era.

Noe: Eso creo --suspiró cansada--. La isla es una trampa, pero deberíamos ir, con una cuartada.

Hija de Zēus (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora